Capítulo 4

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Quedarse dormido a la mitad de una asesoría con Minho fue un error, sabía que las promesas de su cerebro eran una falacia e incluso siendo consciente, decidió creer ciegamente en aquel órgano, cerro sus parpados unos segundos y se sumergió en el mundo de los sueños sin detenerse a pensar en sus responsabilidades.

Las constantes llamadas a su celular se convirtieron en una alarma ruidosa, quiso detener el sonido causado por la melodía insoportable y cuando su dedo se deslizo en el icono teñido de verde, un fuerte grito retumbo en las profundidades de sus tímpanos obligándolo a sentarse en la cama desconocida, no pudo analizar mucho su entorno porque tenía a un hombre de cuarenta años ordenándole entre regaños que llegara a su hogar o ampliaría su horario de trabajo.

Puso sus pies sobre la madera brillante de la habitación, doblando rápidamente la manta que cubría su relleno cuerpo, acomodo las cuatro almohadas usadas como peluches y bajo las escaleras haciendo un ruido molesto, solo alcanzo a despedirse de su mejor amigo por medio de un gesto antes de tomar su mochila del perchero. Lo compensaría con una visita al cine o preparándole cualquier postre que deseara, estaba avergonzado de arrebatarle parte de su preciado tiempo en explicarle un tema sencillo que no entendió, su cansancio estaba matándolo, las actividades marcadas en su calendario lo consumían a un ritmo acelerado y si agregaba su insomnio a la lista, obtenía un gasto de energía exorbitante sin posibilidad de recuperarla mediante el sueño.

Desplazarse a través de las calles ajetreadas de la ciudad tampoco ayudaba a su estado de salud, sus piernas colapsarían en cualquier instante y someterse a besar el pavimento no era una opción favorable, experimentar otra humillación le provocaría un paro cardiaco que lo enviaría al hospital donde hacia sus prácticas.

Llegar a la casa enorme de su jefe era un reto difícil de completar, debió haber pedido un taxi, perder unos billetes a sus extremidades inferiores era lo mejor.

Una reja negra se presentó frente a sus ojos risueños, un sentimiento cargado de tranquilidad invadió su pecho y una amplia sonrisa ilumino su rostro sudado por el recorrido trazado minutos atrás; Changkyun, el principal hombre encargado de la seguridad, le abrió la puerta correspondiendo a su saludo amable y Seungmin agradeció su acción con un suave movimiento de muñeca, le hubiera gustado no romper su costumbre de conversar con él, pero perder la mitad de su salario sería dañino para su billetera.

No se detuvo a admirar las hermosas rosas y árboles frutales que decoraban el patio de Jongdae, se obligó a continuar con el sendero encargado de guiar a las visitas hasta la entrada correcta, la culpa de no analizar las lindas plantas del lugar lo tendría ansioso unos días y cuando el pelinegro estuviera de mejor humor, lo reprendería por el drama terrible que estaba construyendo.

El resplandor de los muebles lo recibió al atravesar el umbral decorado, una de sus piernas se desestabilizo un segundo y saboreo el final de su existencia de manera inmediata, encontró sus pisadas remarcadas sobre el azulejo blanco recién limpiado, Seungmin perdería su pie gracias a su equivocación o si la linda mujer le daba una segunda oportunidad, le ordenaría ocupar su puesto el resto de la semana.

Prefería ser su esclavo personal a usar muletas de por vida.

—Seungmin.

Cada vello presente en su cuerpo se erizo al oír el tono maldito, ella utilizo su nombre, ignoro los millones de apodos que le puso y omitió lanzarle un beso para que lo atrapara en el aire. Giro su temblorosa anatomía, apretando con fuerza los músculos alrededor de la boca, los esfuerzos cayeron junto a su dignidad al ser víctima de la mirada furiosa de la omega, Hyuna lo escaneaba con irritación bañando su rostro hermoso. Inhalo profundamente en un intento de apaciguar sus nervios afectados, la mayor cambio su expresión tensa a la usual, también la posición de sus manos y las dirigió hacia su cintura delgada, remarcando su esbelta figura como un método de intimidación.

Geyser || HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora