PRÓLOGO

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Sin importar cuánto nos esforcemos a ciencia cierta, es imposible que podamos comprender el misterio de la vida

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Sin importar cuánto nos esforcemos a ciencia cierta, es imposible que podamos comprender el misterio de la vida. Nunca sabremos realmente, ¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿qué mueve los hilos del corazón?, si es, un deseo, una pasión, una obsesión o una venganza y mucho menos sabremos, si cumplimos un destino o simplemente repetimos patrones; por ello, la pregunta universal es si, ¿habrá más vida después de la muerte?, pero ni siquiera el fiel aliado de la vida llamado tiempo, devela totalmente el rompecabezas y aún no sé, si esto es un espejismo o es la realidad...

Esas preguntas tontas vienen a mi pensamiento cuando la presión en mis pulmones va en aumento cada vez más, mientras que mis manos gimotean en un intento silencioso de auxilio, mi boca ya forma burbujas inútiles en el lago. Se dice que el ahogamiento sucede en aproximadamente dos minutos, pero nadie te dice que son los minutos más largos de tu corta existencia.

Sin saberlo, todo lo que creí y amé, se me está escapando en este número par. Reminiscencias en mi memoria de los momentos más duros y felices, los cuales pasan como torbellino y, aunque no comprenda nada, la vieja rueca de la vida ha empezado a girar otra vez; no obstante, mi visión ahora ha pasado del blanco al negro. Es increíble cómo todo aquello que me pareció imposible ahora tenga más sentido que la realidad misma y esto, a pesar de que no creía en la magia y que por mi pensamiento jamás se cruzó el significado de un alma gemela, tuve que padecer para saber lo que conllevaba. Esa ola hipnótica azul zafiro perfecta que se llama destino te envuelve y ya no te puedes escapar porque te golpea y te arrastra a lo profundo de la hondonada antes de perder por completo mi lucidez, ¿quieres ir conmigo?

Pues bien, comenzaré por la noche más oscura y amarga, tuvo que ser, pagar para ver, perder para cruzar...

Me hubiese gustado haber prevenido esto, pero no tuve oportunidad, realmente nunca la tuve. Arañé, grité, pero no pude. Él no me dio tregua, no me escuchó, era un perro rabioso deseoso de dañarme. Con sus manos en mi cabello enmarañado por la pelea, me estampó sin piedad en el pavimento helado. El golpe se escuchó como un tambor que presagia una guerra, la cual, tras el golpe, me dejó casi inconsciente. Por eso, él reía porque sabía que yo ya no podía ganar y sin miramientos desgarró mi vestido mientras yo luchaba inútilmente.

Finalmente, para detener mi forcejeo, me dio un nuevo golpe en mi estructura ósea y así pasó su lengua por mi cara para marcarme con su asqueroso hedor; sentí con odio cómo tocó mis piernas de manera lasciva y las separó con violencia, como separó mi inocencia de tajo mientras yo quería salir de mi cuerpo, vomitar y gritar que fue lo que le hice para merecer este ataque tan cruel. Porque él, ese demonio, no cesaba ante mi llanto, por el contrario, tomaba mis manos con más fuerza, las cuales estaban llenas de piedras, lodo y arena como mi dignidad, y cada irrupción dolorosa fue un estigma clavado en mi alma, una marca que cual hierro caliente te cercena la piel porque su ataque violento solo podría compararlo con un castigo del infierno, perpetrado por un sádico verdugo que disfrutó ver mi dolor y quebrar mi alma, por ese demonio dejé de ser yo... para ser una muerta en vida, porque sí, él me asesinó esa maldita noche o al menos a quien solía ser y a quien pude haber sido, si él no se hubiese cruzado en mi camino, o si yo ni me hubiese cruzado en el suyo...

Maite Zaitut...En esta vida            [Saga Maite Zaitut Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora