→Cap. 2

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Aquino: Oe, no contesta...

Menciono el de cabellos café, mientras alejaba el celular de su oreja y procedía a guardar este en el bolsillo de su sudadera.

Locochon: Y TAMPOCO HABRE LA PUERTA!

Dijo el lobezno casi gritando mientras golpeaba la puerta cada vez más fuerte, todo eso con la intención de que el propietario de la casa los atienda.

Aquino: No grites... quizás le paso algo, o peor aún- 

Dejo escapar el más alto entre aquellos dos jóvenes, mientras sus ojos se perdían en cualquier parte de aquella fachada ajena, pero perteneciente a uno de sus amigos más cercanos.

Locochon: No exageres Aquino, se que te preocupa, pero quizás solo salió de su casa y.. no le alcanzo el tiempo de avisarnos.

Menciono el lobezno mientras sujetaba fuertemente los hombros de su amigo con la intención de calmarlo y distraerlo después de haberlo interrumpido.

Aquino: Si, quizás tengas razón...

Locochon: Nada de "quizás".

Dijo Locochon, formulando comillas con los dedos mientras imitaba el "quizás" de su amigo con un tono de voz burlesco.

Locochon: Yo siempre tengo la razón.

Menciono y dijo con orgullo mientras llevaba su mano al pecho.

Locochon:  Además... creo que ya deberíamos irnos, estoy seguro de que no nos abrirá... me puedes llevar en tu auto?

Aquino: Si, no hay problema...

Ni bien Aquino dejo soltar aquellas palabras, el lobezno salió disparado hacia el auto de su amigo, esperándolo en la puerta del vehículo para que le diera alguna señal aprobatoria de poder ingresar en este. 

Mientras, el de cabellos color café estaba apunto de seguir a su amigo, pero al momento de sacar las llaves de su auto para así poder dirigirse hacia su amigo y irse juntos, encontró un manojo de llaves, cada una acompañada de pequeñas etiquetas con el nombre de los lugares que estas abrían, para así, poder evitar confundirse al momento de usar alguna de estas.

Pero había una, una llave en especifico que le llamo la atención, tal llave que se quedo viendo abría aquella puerta frente a el, puerta la cual había intentado abrir junto a su amigo reiteradas veces durante ya un largo rato.

Aquino: Eh... Loco!! te encargo mi auto, me olvide que... tengo que comprar algunas cosas por aquí!!!

Menciono el pecoso, mientras le arrojaba las llaves de su auto a su amigo y salía corriendo en dirección a una casa de la esquina, dispuesto a esconderse detrás de esta hasta que su amigo y su auto desaparecieran de su vista.

[...]

Cuando el lobezno de cabellos azabaches al fin logro encender el auto de su amigo, el de cabellos color café salió decidido de su escondite mientras corría apresurado hacia la puerta de su amigo con la intención de abrirla lo más rápido que pudiera.

Más eso se le hizo algo un tanto complicado, debido a que los nervios lo carcomían por dentro, causando que reiteradas veces votara las llaves mientras se imaginaba uno de los peores escenarios sobre la razón del porque Duxo no los atendía.

 [...]

Cuando Aquino logro abrir la puerta de aquella casa ajena, ingreso lo más rápido que pudo y lo primero que hizo fue gritar el nombre de su "amigo" por cada rincón de su casa, quedando como el único lugar sin explorar, el cuarto de Duxo, por un momento pensó en no entrar, porque este sabia lo importante que era la privacidad para su "amigo", y todas sus cosas, secretos o más bien todo lo que nadie sabia que tenia el de cabellos azabaches, lo tenia oculto en su habitación.

Claramente no tenia ningún cadáver o cosas terroríficas, por así decirlo, pero lo que tenia era un tanto vergonzoso desde el punto de vista del de pelos azabaches, tanto así que no le gustaba que entren a su habitación sin antes este haberla "ordenado".

[...]

Un tanto culpable, decidió entrar en aquel cuarto ajeno, pues aunque no quería invadir la privacidad de su "amigo", le ganaba más el pensamiento de que le podía haber pasado algo malo a Duxo.

Aquino: Duxo? Perdón...No queri-

Mencionaba el de ojos miel, con la mirada hacia abajo para evitar ver la habitación de su amigo en su totalidad para evitar romper su privacidad.

Aquino:...Du...xo...?

Dejo salir de forma entrecortada aquellas palabras debido a su sorpresa.

Sorpresa?

Si, sorpresa, ahora no solo veía sus pies y aquel piso de madera de la casa de su "amigo", si no también a un... mini-Duxo tirado en el piso.

Ahora el único asustado en la habitación ya no era Aquino...

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-725 palabras.


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