Capítulo 4

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| Odio a los pandilleros |

No. Ese día no fui a la escuela.

Estoy en mi cama boca abajo, con los brazos bajo la almohada mirando un punto inexistente en mi habitación, pensando en todo y en nada, en la muerte, en la vida, en los estúpidos estudios que es una maldita presión toda tu vida, porque si no estudias, al parecer tus valores como persona sólo se reducen a ser un idiota. ¡Pero no son los malditos estudios los que me molestan ahora! ¡Me molesta mi brazo, me duele mi brazo! Porque esta vez yo... esta vez no medí mi fuerza.

Después de ver esa escena, sólo me quedé de pie en la puerta de Tara, viendo píldoras sobre su cama, hierba y quién sabe qué cosas más. Tara me miraba con odio, con ojos vacíos, no lo sé, ¿indiferente, dolida quizás? Como diciendo... "esta soy yo, y no me importas lo suficiente como para dejarlo".

En cuanto a Kirobu...

-Jane... ¿qué haces...?

-¿así que vendes drogas? -sonreí de forma irónica sintiendo mis ojos cristalizarse- ¿vendes drogas a mi hermana?

Se levantó, y yo en respuesta, salí corriendo hacia mí habitación.

No alcancé a cerrar la puerta, ya que Kirobu llegó justo para impedirlo, entrando a mi habitación, y ahí realmente me asusté.

-¿quién demonios eres? -pregunté.

-un chico que escapó del orfanato, e intenta ganarse la vida en esto.

-¿vendiendo drogas es la única solución?

-no todos tienen tu suerte, ¿sabes? Escapé del infierno, no soy una buena persona, ¡mierda, lo sé! ¡he hecho y hago cosas terribles, pero esta es la única forma en la cual puedo comer y tener una vida digna!

-¡no lo es, pero la gente como tú se excusa en eso! -me acerqué aún más- ¡no me duele por ti, ni siquiera te conozco y ahora me das miedo! ¡es por mi hermana!

Su mirada cambió a una neutra, casi como si estuviera acostumbrado a que se expresaran de él de esta forma.

-no puedes cambiarla.

-¿¡crees que no lo sé!? ¡Mierda! -respiré de forma agitada- ¿así que eres traficante, es esa la persona a quien traté como un amigo?

-estoy en una pandilla, de hecho. -respondió frío, casi con orgullo- ya lo dije, no soy una buena persona, pero dudo que vayas a entenderlo.

-no quiero entenderlo, ya no, ya estoy... ¡cansada, mierda, estoy cansada! ¿¡escuchaste eso, Tara!? ¡estoy cansada de ti! -grité hacia el pasillo para luego verlo otra vez- sólo déjame en paz a mí.

No me dijo nada, sólo salió de la habitación, y yo cerré la puerta de un portazo.

Odio a los pandilleros.

Son unos delincuentes, nada más que eso. Todo el ambiente en el que mi hermana ha estado metida, ha sido en esas pandillas callejeras y extrañas, no forma parte de ellas, pero está lo suficientemente cerca como para ser capaz de robar o hacer esto, tener el contacto para comprar drogas.

En ese momento, luego de la discusión, por... todo, quizás la falta de sueño influyó un poco, no me di cuenta de lo fuerte que que corté mi piel.

No me di cuenta hasta que vi que no salía sangre, sólo sé veía... blanco.

Y me asusté.

Pensé que tendría que ir al hospital, así que mientras mis lágrimas caían veía con la respiración agitada mi brazo, viendo como poco a poco la sangre comenzaba a salir.

cícαԵɾícҽs  \\ 𝙺𝚊𝚔𝚞𝚌𝚑𝚘 𝙷𝚒𝚝𝚝𝚘 𝚡 𝙾𝚌 \\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora