Capítulo 8

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| Incidente |

Jane

Conté los billetes que tenía guardados. Dinero ahorrado, que pase lo que pase no se tocaba. Tara por supuesto no sabía de esto, no quería arriesgarme a que de la nada me lo robara por un impulso.

Alcanzaba con esto para sobrevivir este mes, supongo... es decir, claro que Tara aportaba un poco a la casa y mis abuelos nos ayudaban si lo necesitábamos pero no me gustaba pedirles tanto, ni tampoco me gustaría que piensen que vivimos mal o nos llevarán con ellos, y con Tara así... dudo que pueda vivir con mis abuelos o que ellos la acepten en ese estado. Y si dejo sola a Tara aquí... la mejor respuesta era un no.

Maldita sea... —suspiré pasando una mano por mi cara mirando el techo. Un mes a la basura. También me pasa por irresponsable, ¿cómo pude dejar sola la tienda? Pero, tampoco podía dejar a mi hermana a su suerte y mucho menos con esos sujetos.

Hoy no fui a la escuela tampoco, prefería quedarme aquí en casa, no tenía ánimos y mi cabeza estaba en otro sitio totalmente. Es miércoles, y ayer tampoco había ido. En su lugar, me había quedado hablando con Anna y Tara quienes sólo escuchaban mi sermón con la cabeza agachada, a la final, ¿qué más podían hacer? Yo tampoco podía hacer mucho más qué desquitarme, tampoco, después de todo, no me escucharían aunque llorara y rogara.

Ya lo hice y no funcionó.

Ahora Anna y Tara estaban en la sala, ambas viendo televisión a un lado de la otra luego de haber comido algo a la hora de almuerzo. Aunque yo no había almorzado, apetito no tenía demasiado de todas formas. Y ahora estaba encima de la cama con mi short de pijama y una playera suelta.

Dejé el dinero nuevamente en una caja vieja de zapatos que guardaba bajo mi cama, y me eché mirando el techo. Había algo, bueno... algo más en mi mente dentro de toda mi preocupación que me mantenía inquieta. Y es que no había hablado con Kakucho desde... entonces.

A pesar de todas sus palabras lindas esa noche no podía evitar pensar en que tal vez simplemente se aburrió luego de ver cómo eran realmente las cosas. A ver, sí es verdad que había pasado muy poco tiempo... tan sólo un par de días, pero igualmente.

Salí de mi habitación al poco rato para tomar un té o algo, llegando a la cocina y comenzando a hervir el agua, quedándome ahí mientras esperaba mirando mis uñas que ya habían crecido bastante. Siempre me gustaron las uñas largas naturalmente.

—¿Estás calentando el agua? —Anna se acercó sin mirarme sacando el café que estaba en altura guardado en un mueble. Ella es una chica bastante alta.

—Sí, espero a que esté hervida... ¿te harás algo tú también?

—Seh. —Se apoyó al igual que yo en el mesón de la cocina. Sólo entonces me fijé que el sillón de la sala estaba vacío, así que Tara debe estar en el baño—. Son heridas feas —habló en un tono bajo.

Miré mi brazo expuesto en estos momentos.

—Sí, lo son —algo incómoda seguí mirando al frente.

—Yo tenía un hermano pequeño que lo hacía —la escuché pero no volteé a verla—. Era su forma de refugiarse.

—¿Y cómo está ahora?

cícαԵɾícҽs  \\ 𝙺𝚊𝚔𝚞𝚌𝚑𝚘 𝙷𝚒𝚝𝚝𝚘 𝚡 𝙾𝚌 \\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora