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El sol ya se había asomado hace más de cuatro horas, el cansancio de Reshef se hizo notable, ya que su horario de sueño a veces consistía en cinco horas antes de irse a trabajar a media noche, muchas veces se ponía a trabajar alrededor de doce horas para recibir una mejor paga. Su cuerpo le exigía descansar, sus párpados se sentían pesados, no estaba muy atento a lo que le decían.

Avisó a su superior de que iba a descansar un rato. Fue al cuarto de descanso, un cuarto pequeño que muchas veces era ocupado por alguno de sus compañeros, consiste en una cama doble, con suerte, una estaba vacía. La cama de abajo estaba siendo ocupada, así que tuvo que subir a la cama de arriba, usó su bolso como almohada, seguido a eso, puso su alarma para no pasarse de dos horas y por lo menos recuperar algo de fuerzas.

Sintió que fue muy poco tiempo cuando su alarma empezó a sonar, miró la hora de su celular, efectivamente, ya habían pasado dos horas, apagó la alarma y tuvo que adquirir una fuerza de voluntad abrumadora para poder levantarse y estirar los brazos. Agarró su bolso, se lo colgó al hombro y de un salto, se bajó, notó que ya no había nadie en la cama de abajo.

Caminó por los pasillos, no estaba solo, varios de sus compañeros, ―que se habían quedado para hacer horas extras―, caminaban casi al mismo ritmo que él, entre ellos, se encontraba Raúl, entretenido en su celular; Reshef estaba a punto de ir hacia él, si no fuese porque Tatiana le llamó.

Reshef volteó y se dirigió hacia ella con toda la determinación de un soldado, saludando con la mano en la frente, algo que no hacían cuando estaban hablando en privado. Detrás de ella se encontraban unos jóvenes que no pasarían de los dieciocho años, cinco hombres y una mujer.

―Estos novatos son los que van a quedar a tu cargo, tres de ellos provienen de Mollis, los otros dos de aquí.

A Reshef le alivió el hecho de que no todos provinieran de Mollis, por lo menos dos de ellos estaban más preparados a nivel de entrenamiento, después de todo, el entrenamiento en Argelian es mucho más estricto.

―Jóvenes, desde ahora en adelante, Reshef Valentine será su mentor, es uno de los mejores francotiradores que tenemos en la base Potens, saluden como es debido ―ordenó Tatiana en voz alta, haciendo que dos de ellos se pusieran firmes de inmediato, ante esta acción, los tres restantes imitaron sus acciones.

―¡Señor, encantado, señor! ―respondieron, a pesar que hubo uno que no coordinó bien.

Reshef pasó por uno de ellos, un joven moreno que parecía haberse rasurado el día anterior por lo corto de su cabello, estaba con la mirada al frente, se notaba un poco nervioso, pero sabía disimularlo mejor que los demás novatos.

―¡Preséntese, soldado, nombre, apellido, edad e instituto militar! ―habló fuerte, no tanto como Tatiana, ya que no quería forzar su voz en un espacio reducido como el pasillo.

―¡Señor, sí, señor, Mariano Barreto, dieciocho años, Instituto Militar Carlos Gómez, señor! ―respondió con la mano en la frente, luego la bajó ante el asentimiento de Reshef, luego le estrechó la mano.

Reshef miró al otro muchacho que se encontraba al lado, este joven tenía un rostro más infantil que el anterior, como si apenas estuviese pasando por la pubertad.

―¡Preséntese, soldado, nombre, apellido, edad e instituto militar! ―volvió a ordenar.

―¡Señor, sí, señor, José Jiménez, dieciocho años, Instituto Militar Carlos Gómez, señor!

Sangre, sudor y guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora