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De camino al parque, Reshef llevó a Juliana en sus hombros, mientras ella solo cantaba canciones infantiles, él miraba sus alrededores y  meditó, todo aquello que le rodeaba, que le daba una visión pacífica de las cosas, era solo una ilusión y esperaba que aquello no acabara; Astra se había demorado décadas en llegar al lugar en que se encontraba, solo esperaban erradicar todos aquellos que se interpusiera en el crecimiento del país.

Los tres inviernos anteriores eran como estar en la olla del infierno, en cambio, esta vez parece una heladera, el clima tropical de Argelian le estaba jugando sucio, a pesar de haber nacido ahí.

Llegaron al parque, un lugar cubierto de césped y lleno de atracciones para niños, lo sorprendente es que no había casi niños en aquel lugar, aunque Reshef reconoció uno entre ellos, así que miró las bancas y vio a Tatiana saludándole junto a su esposo.

―Vamos a saludar a Tatiana y a Santiago, luego puedes ir a jugar.

―Sí, papá ―dijo con cierto desánimo, se notaba que no le gustaba saludar, estaba más concentrada en los columpios.

Reshef cruzó el parque hasta llegar a las bancas ocupadas por sus dos compañeros de trabajo, los saludó formalmente, luego bajó a Juliana para que hiciera lo mismo, aunque su timidez hizo que apenas se lograra escuchar sus saludos, Reshef suspiró, le pidió amablemente que repitiera su saludo, pero que lo dijera en un tono más elevado.

―Es la primera vez que nos conocemos ―le dijo Tatiana a la niña―. Es normal que esté nerviosa.

―Lo sé ―dijo Reshef―. Pero tiene que aprender a saludar a otras personas. ―Volvió a mirar a su hija―. Juli, vamos, solo levanta un poco la voz.

Ella le miró con duda, sostuvo el suéter de su padre como apoyo, le costó mantener la mirada fija en los presentes y dijo:

―Buenos días ―dijo en un tono más elevado que antes.

―Bien, puedes ir a jugar, yo estaré mirando por aquí.

Juliana esbozó una sonrisa y fue corriendo de la emoción a los columpios, por suerte, había varios disponibles, solo hubo una niña ocupando uno de ellos, Reshef miró que Santiago tenía una venda en el brazo, a lo cual, le preguntó por eso, Santiago le respondió:

―Solo fue una pequeña lesión, nada grave, tuve que salir de la muralla, ya sabes, los monstruos normalmente son escasos en épocas de frío.

―¿Por qué tuviste qué salir de la muralla? ―le preguntó Reshef.

Santiago miró a su esposa, quien solo levantó sus hombros, luego miró a sus hijos, para después levantarse de la banca y ponerse del lado de Reshef.

―Mi escuadrón y yo salimos a la ciudad abandonada ―le dijo en voz baja, a lo cual, Reshef le miró con las cejas alzadas―. Pudimos identificar ciertos lugares, ya sabes, hospitales abandonados y eso, bueno, resulta ser que descubrimos ciertas cosas que podría ayudar al laboratorio, pero hubo un inconveniente con la exploración.

―¿Qué inconveniente?

―Esos bichos empezaron a salir como un enjambre de abejas, logramos salir con vida, aunque algunos de mis compañeros se ganaron más que una simple lesión como la mía, de pronto, la muralla quedó invadida esta mañana.

«Eso no puede ser» pensó Reshef.

―Se supone que los monstruos andan inactivos.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2023 ⏰

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Sangre, sudor y guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora