A las ocho de la mañana, Juliana abrió los ojos, aún con las marcas de la sábana en la cara, algo que le señaló a su padre con diversión. Reshef le hizo panquecas con queso y le sirvió un vaso con chocolate, a lo cual, ella comió gustosa, ignorando el hecho de que su tío se estaba burlando de su cabello despeinado.
―Papá, Miguel dijo que fue al río estas vacaciones y se quedó dos días ahí ―dijo, luego dio un sorbo de su chocolate.
―Qué bueno, no está mal acampar en un río ―dijo Raúl―. Bueno, si ignoramos el hecho de que los insectos son una ladilla. ¿Tu amigo Miguel se encontró a La Llorona?
―No.
―Entonces fueron unas vacaciones aburridas, tu madre y yo nos encontramos a La Llorona en un río.
―No le creas a tu tío, Juliana, a mí me dijo que se la encontró cerca de un lago.
―Y tu padre me dijo que peleó con el diablo.
Reshef levantó una ceja, ante su mirada, Raúl miró arriba y luego corrigió lo que dijo:
―Ah, no, ese era el señor Lucas en una de las expediciones que hizo a los treinta y algo, a veces me confundo con las anécdotas de ustedes.
―Ya me estás asustando ―dijo Reshef―. No por el hecho de que tienes peor memoria que mi padre de cincuenta, sino por el hecho de que me confundas con él.
―¿Ah? No es mi culpa que se parezcan.
Juliana escuchaba atentamente la discusión entre su tío y su padre, no comprendía el hecho de que su padre se ofendiera porque le compararan con el abuelo Lucas, si él era una persona genial, bueno, eso lo entendería cuando creciera. Después de todo, Reshef no quería explicarle a su hija de seis años que su amado tío tenía un crush en su abuelo paterno.
―Por cierto, Juliana ―dijo Reshef―. Vi que tienes una profesora nueva.
―Sí, su nombre es Catarina.
―¿No sería Catalina? ―preguntó Raúl, a lo cual, recibió una negativa de la niña―. No sé qué habrán pensado sus padres al ponerle ese nombre... por si acaso, no le digas que dije eso.
―¿Ella te trata bien? ―interrogó Reshef, interrumpiendo a su cuñado.
―Bueno, sí, ella me trata bien, nos preguntó a todos sobre nuestras vacaciones y sobre nuestros padres.
―Já, vieja metiche.
―¡Chito, Raúl!
―¿Qué? Solo digo la verdad.
Reshef volvió a mirar a su hija, recogió el plato de ella y dijo:
―Sigue contando.
―Bueno, a mí me preguntó más que a los otros niños ―dijo Juliana, mientras se terminaba su chocolate―. Me preguntó por mi papá.
Raúl reprimió una risa y dijo:
―Vaya, ¿no han pasado dos días y ya quiere conocer a tu papá? Bueno, no la culpo, hay mujeres que les gusta los uniformados...
En ese momento, Reshef agarró un cojín del sofá y se lo arrojó a la cara a Raúl con algo de fuerza, a lo cual, él se rio por eso, intentó calmar su risa histérica, para ser capaz de armar un drama digno de él.
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Sangre, sudor y guerra.
Science FictionAño 2080, las personas intentan tener una vida normal, aunque vivan con el temor de morir devorados por un monstruo, o peor, convertirse en uno. Astra, es el nombre de su país, resguardado por enormes murallas y sacrificios por parte de muchos...