06.

919 137 9
                                    

— ¿A caso nunca descansas? — cuestiono la chica, mirándolo con aquellos grandes y hermoso ojos negros, tan negros que podías ver tu reflejo o perderte en ellos. — Siempre estas estudiando, ni siquiera haces algún deporte. 

— Practique basquetbol — contestó sin siquiera mirarla, centrándose en aquel libro de matemáticas.

— ¿De verdad? ¿Y que paso? 

— Bajaron mis calificaciones — contestó simple.

— ¿En que momento? — La chica arrugó su entrecejo y al ver que no tenía la atención de Gye-nam puso su mano sobre él libro. — Siempre fuiste el primero, desde que inició el curso. 

— Y tú seguirás siendo la ultima si no terminas eso — La joven soltó un lloriqueo, pero luego de algunos minutos en silenció hablo —. Nam — llamó. 

— ¿Mmm? — preguntó, pero cuando su contraria no hablo se vio obligado a levantar su mirada hacía ella. — ¿Qué?

— ¿Te gustaría ser libre? — Gye-nam arrugó el entrecejo sin comprender — Sentirte como el puto Dios del mundo, sin preocupaciones; solo calma y satisfacción, placer. Puedo ayudarte con eso. 

••┈┈┈••┈┈·┈••

Apretó el frasco en su mano y dejo caer su cabeza hacía atrás, cerrando sus cansados ojos; soltó una pequeña risa nasal de impotencia.

— ¿Qué mierda estoy haciendo? — se preguntó, tratando de regular su respiración. 

Él mismo se había prometido que no iba a recaer, que solo lo usaría en días de insomnio, que solo sería una vez; pero como siempre esa única vez se convirtió en dos, tres, cuatro; cinco, seis veces, y llegó un punto en el que supo que ya no iba a parar. Su cuerpo comenzaba a dolerle o temblaba y, poco a poco, la luz comenzaba a irritarle; un patrón que conocía a la perfección: Síndrome de abstinencia.

Si no tomaba aquellas tabletas ahora, los síntomas empeorarían y podría perjudicar al grupo, y era lo que menos quería; arriesgar sus vidas por su falta de control; en cambio, si tomaba las pastillas no sería un peligro para ellos, o al menos no de la manera en la que temía. 

Se giró hacía los demás: En silencio, con miradas lastimeras y apunto de perder la esperanza. Todos ellos querían salir, querían irse a casa, con sus padres, querían sentirse a salvo; y era algo que no iban a poder sí él seguía así. 

Así que, no lo pensó más y abrió el frasco, dejando una sola tableta en la palma de su mano: La llevo hasta su boca y la tragó, con algo de dificultad debido a la falta de algún liquido. Soltó un ultimo suspiró.

Al girarse, se asustó al ver una On-jo mirando hacía la ventana, completamente perdida; quiso alejarse, pero le dio lastima y no tuvo otra opción más que hincarse hacía ella.

— ¿Estas bien? — preguntó recostando su cabeza en su brazo apoyado en la mesa. — ¿On-jo?

— Sigo pensando en I-Sak — dijo.

— Lamentó lo que le paso, no estuve ahí, así que... — No sabía exactamente que decir, no conocía muy bien a Yoo I-Sak, tampoco estuvo cuando se convirtió, pero sí sabía que ellas eran buenas amigas y que debió ser un golpe duro.

— Cuando se convirtió, no quería soltarla, la sostuve incluso cuando colgaba de la ventana — Su labio comenzó a temblar, advirtiendo los próximos sollozos —, incluso cuando Cheong-san me decía que la soltara, yo no quería hacerlo, no podía. 

— No soy bueno consolando a la gente — habló luego de algunos segundo en silencio, llamando su atención  —, tampoco entiendo tu dolor y mucho menos quiero sentirlo; pero estoy seguro de que si algo le pasara a Nam-ra  me volvería loco, pero algo sí te puedo asegurar; no haría que su muerte fuera en vano, sobreviviría incluso cuando sintiera que ya nada tenía caso, que mi mundo se derrumbo. Debes ser fuerte, por I-Sak, por tus padres, por tus amigos, por quien quieras, pero aférrate a eso y mantente con vida.

𝗪𝗘 𝗔𝗥𝗘 𝗔𝗟𝗜𝗩𝗘; Jang Woo-jin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora