Parte 1

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Parte 1


Les contare una historia.

No es una gran historia, pero es mi historia de amor y eso la hace especial, porque... la persona que amo a mis ojos es especial. Sí, estoy enamorado y no siempre eso es bueno.

¿Por qué? Bueno, no todos los días da felicidad, hay veces ese amor produce dolor. Hay veces desearía no amarlo como lo hago, pero otras lo veo a él sonriendo, siento sus besos y me digo: " Soy un hombre afortunado por tenerlo a él en mi vida, por amarlo y ser amado".

Así es, amo a un hombre siendo yo uno. No tengo vergüenza, lo he aceptado orgulloso. Llevo casi cinco años teniendo su corazón, cinco años de poder rodearlo con mis brazos, de amarlo y sentirme amado.

No ha sido fácil, mantener viva una relación durante cinco años.

No ha sido fácil, amar a un hombre con su personalidad.

No han sido fáciles, los tiempos que estuvimos separados por largos períodos a causa del trabajo o estudios.

No han sido fáciles, muchas cosas, pero superamos y superaremos todas porque el amor permanece con vida.

Nos seguimos esforzarnos, para enamorarnos cada día mutuamente y nos volvemos a conocer en cada cambio.

¿Cómo comenzó nuestra historia? ¿Cómo fue que los caminos de nuestra vida se cruzaron? Fue una mañana, recuerdo que lloviznaba, una fina, pero constante llovizna, fría. El invierno se acercaba con rapidez ese año.

La lluvia desde siempre me ha deprimido, todo se ve gris a causa del oscuro cielo, las personas se ponen de mal humor. Y si a la lluvia se la combina con el principio de invierno, es peor, porque todos van abrigados, con poca movilidad y malestar, entonces su humor es peor, el mío es peor.

El invierno es sinónimo de tristeza. No hay vacaciones, solo trabajo, responsabilidades, mañanas frías y noches tempranas.

Aquella mañana, solo podía intentar buscar tranquilizarme o insultaría a la próxima persona que chocara contra mí, o me diera con su paraguas en la cabeza. ¿No sabían manejar un paraguas? Entonces no deberían de usarlo. Yo no sabía manejarlo, así que nunca lo usaba, traía una chaqueta con capucha e intentaba cubrir mi cara contra la llovizna fría que rajaba mi piel junto con el viento.

El hombro de una señora, chocó contra mí, el paraguas me dio en la cabeza, gire para mandarla al infierno, ya que ni se había disculpado, pero respire profundo y me volví a girar para seguir mi camino al trabajo.

Cuando estás haciendo tu carera universitaria, uno de los trabajos que llegas a conseguir es de mesero, hay que lidiar con una gran variedad de clientes, desde agradables a estúpidos detestables y mal educados. Yo era joven, era mi primer año, las cosas eran duras. Obligaciones, cansancio y poco descanso.

Cruce corriendo, una avenida bastante ancha y aquel auto casi me golpea, pero freno, ya que no iba a gran velocidad. El conductor salió del vehículo, preocupado me preguntaba si me había golpeado, pero no lo escuchaba, solo observe al chico dentro quien me devolvió la mirada.

­­­­­ — ¿Chico, estás bien?—había alcanzado a escuchar.

— Sí, estoy bien—contesté mirándolo un momento y después volviendo a mirar al chico dentro del auto. Le sonreí avergonzado y entonces él me dio una dulce sonrisa, una hermosa, la primera.

Desde entonces, no olvide su rostro. Sus finos y rosas labios, sus grises ojos, la nariz, los altos pómulos, todo en esa tez clara, y alrededor, enmarcando su rostro, el cabello rubio, lacio, que llegaba hasta su barbilla. Desde entonces fue mi persona favorita, y aun no lo conocía. Cuando el auto arranco, ellos se alejaron, creí que no lo volvería a ver. Me dije a mi mismo que era tan romántico como normal enamorarse de alguien que cruzas en las calles, ese efímero enamoramiento físico, instantáneo que se esfuma al pasar los días.

No tenía idea, incluso tampoco el tiempo para imaginarlo, fantasear sobre ello, pero la lluviosa mañana que me llevo a cruzármelo se convirtió en una fría y gris tarde que me trajo el regalo de conocerlo, fue un rayo cálido de sol.

El café donde trabajaba estaba vacío, vacío de sonidos, ya que los únicos tres clientes que estaban eran hombres solitarios que bebía en silencio un café para calentar sus cuerpos. Estaba remplazando el turno de un compañero, que no pudo llegar, era un dinero extra para mí que, en ese tiempo, era más que bienvenido, pero era agotador, retrasaba mis tareas y las horas de aquel turno trascurrían mucho más tranquilas que las de mi turno normal de la mañana donde la gente entraba y salía constantemente haciendo pasar rápido las horas.

Mi persona favorita (Versión Harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora