Parte 8

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Parte 8


Hasta el día de hoy, yo no sé que esperar de los padres de mi amado hombre. Una de las primeras y extrañar charlas, fue con su padre el mismo día que hable por primera vez con su madre.

— Me impresionas, chico—recuerdo la voz gruesa y rasposa con la que había hablado el hombre.

Esta conversación, tuvo lugar exactamente algunos minutos después de que interrumpiera mi conversación con Draco sobre el sexo. Había anunciado: "Se hace tarde, te llevare a tu casa", no nos negamos, por eso minutos después me había encontrado dentro de su auto camino a casa. No está de más mencionar, el pequeño detalle de que estaba congelándome allí dentro de ese auto, la calefacción estaba apagada y yo no me sentía con la confianza de pedirle que la encendiera.

— ¿Qué he hecho para impresionarlo?

—Has hablado con mi esposa y aún así estabas ahí, con Draco varios minutos después, me impresiona que no hayas corrido. Debes querer mucho a mi hijo.

— Dejamos claro que si lo hago, se lo deje claro a ella también.

— Realmente, le he dicho que deje de ser así con las personas, pero...

— Está bien, es una madre, cuida de su hijo.

— No le has dicho a Draco. ¿Verdad?

— Claro que no, no hay necesidad de que Draco vea a su madre de esa manera, después de todo... ella es un demonio conmigo no más—cuando estaciono fuera de mi casa suspiró.

— Chico, voy a decirte algo, solo porque me agradas. Draco es igual que su madre.

— ¿¡Esta de broma!?—había exclamado un segundo antes de tapar mi boca con torpeza.

— No, no lo hago—había dicho él con una sonrisa, el ambiente en el auto era más ligero, a pesar del frió—. Él es como su madre, solo que no lo sabe, no lo muestra directamente. Nunca contradigas a Draco cuando te da esa mirada fija, brillante, acompañada de una sonrisa arrogante.

— Oh...

— ¿Así que la has visto ya? He imagino que obedeciste, su madre tiene la misma y yo aprendí a cambiar el blanco por negro solo para que ella tenga la razón.

Yo la había visto algunas veces, pero el padre de Draco estaba equivocado, no era tan fácil como pasar el blanco al negro, tan fácil como pintarlo, no para Draco. Era tan difícil como cambiar un día de lluvia por uno soleado... ¿Cómo se supone que aprendes a controlar el clima?

Pasaron unos pocos días, antes de que nos volvamos a ver con Draco, claro que siempre nos manteníamos en contacto por mensajes y una vez al día manteníamos una llamada de, como mínimo, media hora.

— ¿Estás en tu casa?—le pregunte cuando atendió mi llamada.

— Si... ¿por qué?—el tono que había usado yo ya lo conocía, era aburrido estaba aburrido.

— Mi jefe decidió cerrar temprano, al parecer las personas prefieren beber cafés en sus casas hoy... ¿Te molesta si voy para allá?

— Si, si, si—había contestado con repentino entusiasmo.

— ¿Por qué tanta emoción de pronto?

— Oh, emmm...

— ¿Me extrañaste?

— Si...—su "si" había sonado a un "sí, pero...".

— ¿Draco, por qué la emoción?

— ¿Tengo un nuevo peluche para ti?

— ¿Eso es una afirmación? Porque sonó a pregunta.

— Te preparare chocolate caliente, ven rápido, está haciendo mucho frió—era innecesario decir algo mas, había cortado.

Mi curiosidad fue saciada cuando llegue a su casa. Para mi pesar, fue su madre quien me abrió la puerta, y estaba en su papel de "madre amorosa, dulce y risueña", porque me sonrío, me saludo y me invito a pasar.

— Draco, Harry está aquí—llamó ella mirando hacia la sala—. Pasa, está allí con los demás—ella desapareció por la cocina.

Me acerque, algo sorprendido por su actitud, hacia donde ella dijo, la sala. Se escuchaban voces, risas, exclamaciones y cuando ingrese... silencio.

Había varias personas, entre chicos y chicas. Yo solo había alcanzado a dar una mirada sorprendida por el lugar antes de que los brazos de mi novio, envolvieran mi cuello, él salto hacia mí, en algo que era como un abrazo, porque nuestros pechos había chocado al igual que nuestros labios.

De la sorpresa yo había sostenido su cintura, quise preguntar, saludar y ese intento fue en vano, su lengua ingreso con rapidez en mi boca para comenzar a besarme, aunque intentaba encontrar un ritmo, no podía, se había lanzado un tanto desesperados a devorar mi boca, llego un punto que yo solo cerré mis ojos, abrí mi boca y lo deje hacer. No sabía porque en ese momento, pero sentía que él lo necesitaba.

Había muchas personas a nuestro alrededor, era consciente de ello. Draco también lo era, pero no parecía importarle.

Sostuve con fuerza su cintura y sentí como su beso se volvía más suave y dulce, no lo sabía en ese instante, pero esa fue la primera vez que cambie el clima, la tormenta dentro de mi chico se convirtió en llovizna de verano, de esas que renuevan el alma, esa llovizna que hace sentir que las nubes no caen, sino que se derriten sobre uno, Draco se estaba derritiendo entre mis brazos, entre mis manos, sobre mi boca abierta dispuesta a la suya.

Demasiado romántica mi explicación, he aprendido una o dos cosas en estos años con Draco, una de ella es que quemando mi cabeza puedo lograr decir una frase que, por decirlo de alguna manera, haga que sus ojos se vean como corazones, tengan ese brillo de vida, como una ventana al latido emocionado de su corazón.


El beso queme descoloco, yo no tenía ida de porque un beso como ese recibí. Cuando acabo, él se separo con lentitud, sosteniendo entre los dedos de sus manos mi rostro, lo fue dejando ir mientras abría suojos, brillosos y satisfechos de haber logrado algo que yo continuaba sin s entender. Me sentía desorientado, parpare varias veces y observe las caras asombradas a nuestro alrededor, nos observaban, mire a Draco y el tenia una sonrisa en su rostro.

Iba a saludar, pero mi mano fue tomada y Draco me arrastro lejos, camino a su habitación.

— ¿No es desubicado que no salude?—pregunte aturdido.

— Solo son las estúpidas amistades de mi hermano.

— ¿Los que no te agradan?... ¿Por eso sonabas aburrido cuando llame?—mi cabeza despertaba y comenzaba a unir hilos.

— Si, no solo hablan de estúpidas cosas, sino que esa chica...

— ¿Qué chica?

— La que hablo de tu ex...

— Ah...—había callado hasta que entramos a su habitación—. ¡Ohhh!—dije más fuerte cuando todo conecto, en el instante que la puerta se cerró—. ¡Por eso me besaste así, querías...!

— Si, quería que cierre su maldita boca y que se sepa rápido que eres mi novio—soltó mi mano y se sentó en el borde de su cama cruzando sus brazos, inflando sus mejillas.

— ¿Así que ahora eres un perro que marca territorio? Interesante—bromeé divertido por su reacción y enternecido por sus cachetes inflados.

— Ella decía algo de que tú y ese chico se vieron hace algunos días, que ella misma los vio—claramente había visto mi expresión de "¡¿Qué?!", porque aclaro—. Tranquilo,no le creo, la estúpida no sabe mentir, se bien que no harías eso.

— ¿Gracias por la confianza?

— Eso sonó a pregunta, Harry.

— Es que, si confías en mi. ¿Por qué el beso? ¿Porqué delante de todos, de tu hermano? Ni siquiera lo conozco, y tu madre... tu madre estaba cerca. Es encantador verte celoso, pero hay un límite de prudencia.

— Yo solo quería que ella entienda que eres mío, que deje de hablar mentiras, necesitaba que no tenga nada más que decir—recuerdo el tono rosa en sus mejillas, era como un niño pequeño explicando el motivo de su travesura.

Yo no estaba enojado, tal vez decepcionado por la razón del beso, pero no enojado. Y a pesar de todo ello, sus ojos decían que estaba satisfecho, que le importaba un demonio el limite, que él me declaro su propiedad frente a una chismosa de primera y que no pasaría muchas horas antes de que media ciudad lo supiera.

— ¿Y cuando piensas saludarme?

— ¿He?

— Se supone que los novios se saludan con un beso,o eso he visto y leído.

— Te bese.

— No, eso fue "marcar territorio", quiero mi beso de "te extrañe"—me acerque a él y me incline, sus labios se abrieron y encajaron perfectamente entre los míos.

Ese había sido un beso más dulce y tierno, lento y suave, con mucha saliva caliente entre medio.

— Hola... te extrañe—susurró él con los labios brillosos de saliva.

— Eso está mucho mejor, asegúrate que adoro el invierno en este momento.

Y yo lo hacía, gracias a ese frió día en el que la gente no quería salir de sus casas por un café caliente, yo había estado allí recibiendo deliciosos besos, que calentaban más que todo el café y todo el chocolate, chocolate que Draco me había prometido y nunca apareció.

— Harry, quiero terminar la conversación que comenzamos el otro día...—mi cara había ardido en rojo fuego al escucharlo.

Podíamos seguir hablando de cuanto detestaba a la chica, de cómo marco territorio, de cuando me presentaría a su hermano, cientos de temas y entre todos ellos tenía que querer hablar de sexo.

No era la primera vez que me haría pasar por un infierno divino, porque eso fue esa charla, la cosa más erótica que había vivido hasta ese día.

— ¿No tenias un regalo para mí?—sentándome a su lado intente desviar el tema.

— Oh, sí—él se levanto y saco algo marrón del interior de su armario, me lo entrego sentándose una vez más—. ¿Gracioso?—preguntó cuando vi el perro de peluche con un hueso en su boca —. Puedes imaginar que soy yo después de marcar mi territorio—bromeó.

— Si, no lo creo, esto es tierno, y ese beso marca territorio fue... caliente—y maldita mi boca había sido, porque le recordó el tema.

— Yo... tengo algunas preguntas en cuanto al tema, Harry,no me mal interpretes, quiero hacerlo, pero tengo dudas —yo preferiría que marque territorio frente a su madre en fase "demonio", que dar las respuestas que di.

Continuara...

No volveré a actualizar esta historia, a menos que obtenga algunos comentarios...



¡Gracias por leer!

Mi persona favorita (Versión Harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora