Nunca he sido buena para expresar mis sentimientos, me he pasado la vida aparentando ser alguien que no soy. Alguien feliz. No comprendía el motivo hasta que un día explote. No recuerdo bien la escena, estaba mareada, no sabría si por el efecto de las pastillas o por la sangre corriendo por mis muñecas. Continuaba el sentimiento de vacío inexplicable, pero no me atormentaba. Parecía un agente externo. Recuerdo estar sentada en el piso, sentía los ojos hinchados, supongo que por tanto llorar. Los músculos tensos y la presión en el pecho que no me quería dejar. Me daba vergüenza el estado en el que estaba. Y de repente olvide todo.
-¿Fue cuando te desmayaste? - me regreso a la realidad la voz tranquila de la terapeuta.
-Eso creo, - me encogí de hombros - Tal vez mi cerebro borro los recuerdos como lo ha hecho antes.
Cuando desperté, tenia un dolor punzante en el estómago. No llegue a intoxicarme pero si que tuve un fuerte problema estomacal. La sangre seca en mis manos no ayudaba mucho. No tenia idea a qué hora me había dormido, estiré el brazo para alcanzar mi teléfono y vi que eran las 6 de la mañana. Debía ir a clases.
Había comenzado el tercer año de universidad, no de una buena forma por lo que se ve. Como siempre, nadie se dio cuenta de lo que ocurría en la soledad de mi habitación. Fui al baño y al sacarme la sangre vi los cortes, no podría disimularlo tan fácil. Me lavé la cara y me puse una sutil capa de maquillaje para ocultar las ojeras y ojos hinchados. Practique las típicas sonrisas hasta convencerme de que pasaría desapercibida. En la escuela era fácil ocultarlo, era la estudiante risueña a la que podías amar o envidiar. Tenia la capacidad de entablar conversación con todos, no lo niego, mi encanto para tratar a las personas me asombraba. Llamaba la atención por mas que no quisiera. Claro que mí ya acostumbrada mascara, perdió toda credibilidad cuando conocí a mi sabelotodo amigo universitario.
-Bruno ¿verdad?, ya lo habías nombrado un par de veces.
-Si – no pude evitar sonreír – es probable que de no haberlo conocido, habría caído más.
Nuestra amistad se formo en el segundo año de carrera. En parte porque mi primer año me la pase sumergida en mi miseria pensando en que no merecía un nuevo comienzo. Mis experiencias amistosas, puede que me hayan traumatizado mas que ayudado. Estaba segura de que mi personalidad irritaba al mundo.
No se muy bien que me impulso a integrarme, comencé a dar pequeños pasos comentando sobre pruebas. Y de la nada, me encontraba hablando con Bruno como si nos conociéramos de toda la vida luego de que quedamos juntos en un trabajo. Fue agradable y a la vez aterrador. Los primeros meses creía que se enteraría de todo mi pasado y se alejaría diciendo que soy todo lo que creo ser. No lo hizo. Sigue a mi lado y aunque no se lo diga le estaré por siempre agradecida. No le he contado mis desgracias pasadas, aunque con su magnifica intuición, estoy segura que se hace unas cuantas ideas.
-¿No sabe porque te cortaste esa noche? – la mire y negué con la cabeza.
-Bueno, sabe que me corte y se que tiene ideas el porqué. Pero mas que eso, no le he contado.
Como la mayoría de los que estuvieron a mi alrededor, se creían que había explotado por culpa de un amorío, si podemos llamarlo así, que tuve un verano. No fue gran cosa. Es una buena persona, solo que no era para mí. Me tomo tiempo darme cuenta de que lo que me asusto de esa relación, era abrirme y dejarme conocer por como era. No niego que la atracción sexual que había entre los dos me embriagaba mas de lo que me gusta admitir. Y estoy segura de que si le hubiera contado cosas que aún me afectaban, podría haber seguido.
Tengo un instinto de querer quedar como la mala, prefiero que me odien a que me tengan lastima. Tenia tanto sentimientos encontrados entre que quería, por primera vez, hacer las cosas bien y que no merecía el respeto que él me estaba dando. Nunca me lo dieron ¿Por qué ahora seria diferente? Asique me encerré en mi caparazón y me comporte de la misma manera que había alejado a todos mis ex. Siendo impredeciblemente idiota. Mi único objetivo era espantarlo, ya ni recuerdo las mentiras que dije para que mi plan funcionara. Pero lo hizo. No fue tan difícil, tarde una semana mas o menos. Por suerte era mas sensato que los anteriores y no le tomo mucho pensar en su bienestar. Claro, me afecto al punto en que los recuerdos me invadían día y noche, no dormía, no comía, ya ni siquiera podía ocultar que me estaba ahogando y eso era lo mas frustrante. Dar lastima.