Capítulo 6

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- No volveré a ingerir alcohol.

Oh, hermosas mañanas después de un día de fiesta. Tan luminosas y llenas de vida, agradables como tela suave. Espero se haya entendido el sarcasmo. Oh, malditas mañanas después de un día de fiesta. ¿Quién las invento?

No tenía idea de como o, a que hora llegue a mi casa, pero aquí estaba. Mi pieza daba a entender que cruzó un tornado. Mi ropa estaba esparcida por todos lados, la cama desarmada (desperté destapada), un zapato en el escritorio y el otro al lado de la puerta. Yo en pijama y mi teléfono milagrosamente estaba en mi velador. Se podrá perder la dignidad, pero jamás el celular.

Siendo las dos de la tarde, logre levantar mi inerte cuerpo. Necesitaba un largo y refrescante trago de agua. Al salir de la oscuridad de mi habitación la luz del resto de la casa me cegó unos segundos, al recuperar la visión, me dirigí a la cocina y conseguí cumplir mi deseo. No fue un sutil trago, necesite tres vasos llenos para calmar la sequedad. Me moví al baño y madre santa, me veía como me sentía. Ojos rojos e hinchados, maquillaje en partes que no deberían estar, ojeras que me hacían parecer un panda, labios hinchados. ¡LABIOS HINCHADOS! ¿Qué carajo? Y comenzaron a llegar los recuerdos e la noche anterior. Félix diciéndome que vio a Alexander, yo sentada al lado de Alexander, bailando y oh. La metamorfosis a un tomate fue mi mejor trujo.

HABIA TENIDO SEXO CON ALEXANDER.

MIERDA.

Corrí devuelta a mi habitación, no sin antes darme cuenta de que no había nadie en la casa. Tomé mi teléfono y la cantidad de notificaciones era mas grande que los habitantes de China. Comencé con el que me interesaba más, que eran de mi madre. Habían ido a pasar el día en casa de mi tía, trataron de despertarme, pero les tire un zapato diciendo que me dejaran dormir, eso explicaba porque estaba uno al lado de la puerta. Los siguientes eran de Félix pidiendo el chisme completo, ya que al parecer, nos besamos en frente de todos luego de nuestro encuentro y claro, había videos. Le puse reproducir a uno y ahí estaba yo, una inocente mujer borracha en medio de la pista de baile con Alexander, el acercándose, yo captando la indirecta y lanzándome como si no existiera un mañana.

Que carajo es eso?!?!?!?!?

Dudaba que me respondiera pronto asique continue revisando. Correos de la universidad, notificaciones de YouTube, mensajes en TikTok de Bruno, notificaciones de Instagram, entremedio de esas un mensaje de Alexander de hace tres horas. Era demasiada emoción para haber despertado hace veinte minutos. Abrí el chat de Alexander, nervios a mil, pero más daba.

Hola

Quedé mirando la pantalla unos diez minutos, quizás me dormí entremedio. ¿Hola? No daba información de lo que quería. Quizás quejarse, que lo de anoche no debía volver a pasar, que debía olvidar todo. Carajo. Opté por la opción más cobarde y no respondí, las probabilidades de volverlo a ver eran casi nulas. si no nos vimos en la calle por tantos años ¿Por qué pasaría ahora?

Tire el teléfono a la cama y prepare todo para ducharme. Lo necesitaba. El agua me calmaría y despejaría la mente. Podía lograr hacer como si nada hubiese pasado.

Ya bañada y vestida, estaba cocinando algo para que mis tripas dejaran de sonar cuando mi pantalla se ilumina con el nombre de Bruno.

-Por favor no grites, apenas puedo con mis pensamientos - contesté a modo de saludo.

-Estuvo bueno anoche – podía sentir su risa burlona a la distancia.

-Omitiré los detalles por ahora, ¿Por qué me llamas?

-Necesito que me hagas un favor – ay no.

-No volveré a hablarle a tus posibles ligues para saber si son gay. Ni siquiera busco hombres para mí – las veces que me toca hacer favores, termino con menos dignidad que anoche.

-No tendrás que acercarte – y ahí venia el favor.

-Pero – me repetí una y otra vez que lo amaba con mi vida.

-Pero – pausa - ¿Me puedes acompañar?

-Ay dioses – suspire - ¿Qué tan malo es para que necesites refuerzos?

-¿Recuerdas que te pedí que me acompañaras a ver al deportista? – lo había olvidado – bueno, me invito con sus amigos a un bar luego que terminaran, no conozco a sus amigos y no quiero sentirme segregado cuando él hable con ellos.

-¿Por qué no le dices? – no se lo diría, pero no estaba demás intentar.

-Acompáñame ¿síííí? – estúpida voz de niño indefenso.

-Ni siquiera sé para qué intento negarme si eres capaz de venir a buscarme.

-Me conoces.

-Agh, esta bien. Mándame la dirección y todo lo que necesite saber. Pero ni creas que te salvas de deberme algo.

-Te adoro – y colgó. El maldito bastardo colgó.

Si no ingería nutrientes rápido iba a asesinar a alguien. Probablemente a mi misma.

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora