En la adolescencia acudía a las fiestas por seguir la corriente. Me sentía tan sola que cualquier cosa en la que me aceptaran era bienvenida. Bebía y fumaba aunque no fuera de mi agrado para no quedar como la aguafiestas y me segregaran aún más. Hice tantas cosas para encajar que me perdí, no supe quien era hasta el primer año de universidad. Ahora salía solo que no me dejaba llevar por lo que dijeran, era aun mas agradable que mis cercanos comprendieran cuando me apetecía una pequeña dosis de alcohol y cuando no. Desde que había comenzado la terapia me sentía cada día mas segura de solo ser, aun tenia algunas mañas de no decir lo que sentía o fingir que siempre estaba bien, era un trabajo en proceso. El progreso era digno de ser alabado.
Llegue donde se haría el evento y comencé a buscar a alguien conocido. Era uno de esos típicos centros bonitos en los que ponían mesas con adornos hermosos y camareros ofreciendo aperitivos. Era una celebración de reencuentro luego de tres años de pandemia. Al parecer impusieron una regla de etiqueta porque los adultos de unos cuarenta en adelante vestían formales. La juventud siempre haciendo escándalo, según algunos de ellos. Comencé a ponerme nerviosa hasta que divisé al grupo. Para mi alivio vestían casual.
-Hola – besé a cada uno en la mejilla a modo de saludo.
Entremedio de la charla para ponernos al día sobre lo que fue de nuestra vida los meses que no nos vimos. Me distraje con un jardín precioso que estaba al fondo del lugar. Mi curiosidad era enorme y no encontraba la forma de escabullirme para recorrerlo.
-Hola hermosa – debo trabajar en lo de asustarme por todo. Con un salto me gire hacia Félix, el que, al notar que me había asustado, comenzó a reír.
-Ja, ja, ja. Hola – he aquí mi estilista particular.
-Adivina a quien me encontré antes de ver tus intensiones de correr por la naturaleza – me tomo cinco segundos comprender su sonrisa.
-Ay no.
-Ay sí.
-Mierda – debí advertir que cuando estaba en presencia de Alexander mi sistema nervioso tomaba el mando y mi cerebro se iba de vacaciones.
-Tienes cara de que viste a un fantasma.
-Es que lo vi, porque se esta acercando a nosotros – solo las carcajadas de Félix se escuchaban cuando mi amor platónico llegó a nuestro lado.
Tierra trágame y escúpeme en Hawái.
-Hola – tuve que aferrarme a la poca estabilidad que me quedaba para no desmayarme mientras me besaba la mejilla.
-Hola – dije mientras saludaba a Félix.
No tengo idea que hablaron en el rato que esperábamos entrar para comer. Solo intentaba no hacer algo estúpido como cada vez que estaba cerca de él. Aun no entendía como lograba ponerme así de nerviosa, lo entendía cuando tenia catorce, ¡ya tenía veintiuno!, se supone que uno madura con el tiempo.
Al sentarnos, maldije a la vida por no estar y estar de mi lado. Me toco sentarme junto a Alexander. De milagro no logre que algo de la comida saliera volando. Logre tranquilizarme cuando anunciaron bufé de postres libres, nada como atragantarme con esas delicias. Llevaba unos seis cuando me sacaron a bailar.
-Carlos no creo que sea una buena idea – sentí que la sémola quería volver por donde entro – comí demasiado y si me haces girar te vomitare encima.
-Tranquila – me sujeto por la cintura – no te hare girar tanto – se acercó a mi oído y susurró - Félix me dijo que bailáramos.
-¿Y eso?
-Planes malvados querida – sonrió y me giro girar en mi eje.
-Y yo que pensaba que querías mi desinteresada compañía – me sujeté de sus hombros y comencé a moverme al ritmo de la música.
-Siempre hermosa, solo que ahora tenemos otros incentivos.
-Prefiero no preguntar.
Bailamos tanto que ya estaba sudando. Tuve que dejar la pista de baile para volver a mi mesa y arrasar con toda el agua que encontré.
-¿La estas pasando bien? - casi me atraganto al escuchar la voz de Alexander.
-Si – dije algo raspado por tragar rápido - ¿y tú?
-Podría ser mejor.
-Supongo que el personal se sentiría mal con ese comentario. Podrías acercarte a ellos y proponer tus mejoras – sonreí. Había logrado decir una oración sin morir en el intento.
-Buena sugerencia – me miro y comencé a hacerme pequeñita en mi lugar. Una cosa era saber que estábamos en el mismo sitio y otra muy distinta era que me hablara mirándome de esa forma – o podrías bailar conmigo.
No estoy segura si fue mi imaginación o de verdad dijo que quería bailar conmigo. Porque si dijo lo que creo haber escuchado necesitare mucho esfuerzo para no terminar en el suelo. Esto solo ocurría en mi cabeza, quizás quede tan cansada de bailar con Carlos que al sentarme me quede dormida y ahora Félix esta haciendo una barba de crema en mi rostro, sacando fotos para mostrarme cuando despierte. O me desmaye por falta de agua. Quizás caí en coma en la mañana y todo el día ha sido una fantasía. Hasta creería que escape al jardín del fondo y termine en otra realidad.
-¿Y bien? – volví a la realidad - ¿bailas conmigo?
-¿Qué?
¿Qué? Es lo único que se me ocurre. Estúpida Maite. Quiere bailar conmigo y le digo ¿Qué?
-¿Qué si quieres bailar conmigo Maite?
-Si, claro. Vamos.
Mientras caminábamos a la pista vi como Carlos y Félix nos veían con una sonrisa tratando de aparentar no haber hecho nada. Con que este había sido su plan malvado. Los golpeare cuando esto termine.
Antes había bailado reguetón, cumbia, pop. Ahora el dj decidió poner canciones lentas. Asique ahí estaba. Bailando Secrets de Onerepublic. Las manos de alexander sujetaban mi cintura y yo rodeaba su cuello con mis brazos. Era la primera vez que estábamos tan cerca, teníamos la miraba fija en el otro. Por suerte no tengo problemas al corazón porque por lo acelerado que iba me hubiera dado un paro cardiaco. No nos soltamos cuando termino la canción y comenzó a sonar Skys Still Blue de Andrew Belle. No acercamos aun mas y me invadió su olor. Me deje llevar completamente y acaricie su nuca, él me abrazo con mas fuerza, sin poder evitarlo descanse mi cabeza en su hombro. Definitivamente esto era un mejor que en mi imaginación. Podría quedarme así por siempre. Pero, tuvimos que separarnos al oír la voz de Justin Bieber cantando Stay. Continuamos bailando con pasos más alegres.
Había olvidado la facilidad con la que me sacaba una sonrisa. Bailando Bones de Imagine Dragons recordé también porque me había comenzado a gustar.