-Necesito que me acompañes a ver mi próxima victima
-¿Qué? – Bruno que invadía mi espacio personal sonreía con ojitos de cachorro - ¿Por qué? No es que puedan hacer sus cosas conmigo ahí.
-Estúpida – palmeo mi cabeza – es un deportista, quiere que lo vaya a ver en un carrera que tiene la próxima semana y entenderás que no me iré a meter ahí solo.
-Claro y cuando se vayan a los vestidores como gatos en celo tendré que seguir mi triste camino recordándome que estoy sola.
-Primero, no iremos a los vestidores, habrá gente y no tengo intensiones de que vean mi deslumbrante cuerpo. Segundo, prometo no dejarte sola – odiaba quererlo, ambos sabíamos que había aceptado desde que dijo acompañes.
-Bueno, pero me compras una Coca-Cola. La ansiedad puede conmigo.
-Te adoro – me dio un corto beso en la cabeza y se alejó - me voy a clases.
Debía buscar a alguien para matar el tiempo, ver como Bruno tenia una vida sexual por los cielos me iba a deprimir, sobre todo si me contaba detalles. Según yo, al volver a clases seria toda una rompe corazones y besaría al que se me cruzara. Pero aquí estoy, teniendo una relación cerrada con mis estudios, tampoco estaba en mis planes volver a reprobar.
Al terminar las clases fui al espacio verde de la universidad, necesitaba aire y descanso de los números. Además debía esperar a que fuera la hora de los buses de acercamiento. Me recosté y cerré los ojos. Hace unos años comencé a amar la soledad, por obligación, no había muchas opciones cuando no te querían cerca. Ahora si no me daba al menos diez minutos para mi me ponía nerviosa. Era un día nublado, un viento frio atravesaba el campus, era una suerte que aprendí a revisar el clima antes de salir de mi casa. Llevaba un pantalón negro con botines también negros, un chaleco blanco con Snoopy diciendo salva nuestro planeta y mi chaqueta de cuerina negra. Podrán notar mi amor por la ropa negra, usar colores no era mi estilo, a no ser que fueran variaciones oscuras. Era curioso, mi personalidad se basa en sonreír prácticamente todo el día por lo que lo colores vivos irían bien conmigo y aquí estaba dando por primera impresión que si te me acercas te mueres.
-Hola – estaba tan concentrada en mi respiración que casi se me sale el alma del cuerpo al escuchar la voz femenina - ¿tienes fuego?
-No – sí, a veces mis respuestas podrían soñar antipáticas sin mi consentimiento.
No dijo nada más y se dirigió a un grupo de estudiantes que estaban mas abajo. He ahí otra de las razones por las que nadie me hace caso. Volví al suelo frustrada, saqué mi teléfono, ya se estaba acercando la hora de partir. Vi unos cuantos tik toks y me levanté para ir en otro viaje eterno.
**************
Sábado por la mañana y como siempre odio la vida. Hace unos meses decidí que saldría correr al menos una vez a la semana. Aquí estaba, siendo las nueve de la mañana solo quería volver a mi cama. Aunque ya me había acostumbrado al sutil deporte, seguía odiando levantarme temprano.
Eran los primeros días de julio, por fin había terminado el semestre y por suerte me había eximido de todo. Tuve que aguantar los comentarios de mi mamá diciendo ves que podías. Claro que puedo, solo que cuando estas lidiando con la depresión y ansiedad al mismo tiempo es difícil encontrar espacio para estudiar.
Actualización de los últimos dos días. La mujer que se me acerco por fuego me volvió a hablar al otro día. Se llama Gabriela y estudia kinesiología, esta en tercer año, tiene veinte y un tatuaje de mariposa debajo de su pecho izquierdo. ¿Cómo lo sé? Resulta que me pillo tan despistada estudiando para la última prueba que no le preste mucha atención, otra vez, supongo que eso hizo que se armara de coraje, me tomo de las mejillas y me besó. Como soy de las que prende con agua y mi cerebro estaba en cualquier lugar menos donde debería estar. Fue un poco tarde cuando me di cuenta de que estábamos encerradas en un baño de mi facultad semi desnudas y yo besando sus pechos. Nunca había tenido sexo con una mujer por lo que en gran parte tuve que improvisar, no estuvo mal, además necesitaba la serotonina.
Revise mi ruta y ya llevaba los cinco kilómetros que me había propuesto, bien, ahora tocaba correrlos de regreso. Por desgracia no podía llegar a tumbarme en el suelo como cada vez, mi yo del pasado había aceptado ir a una fiesta en la tarde noche por lo que debía llegar a dejar mi cosas listas para mañana poder sufrir la resaca sin que me molestaran. Una parte de mi decía que me quedara en mi cama comiendo galletas y viendo una película romántica de las que te destruyen, pero no veía a estos amigos hace mucho por lo que el sacrificio valía la pena.
Llegando a casa, mis perras comenzaron a atacarme saltando encima y lamiéndome por todos lados. No me gustaba tener mascotas machos, crecí viendo como despreciaban a las hembras por ser las productoras de otros seres vivos, asique mi meta en la vida fue recibir a las que nadie quiere. Es sencillo, esterilizarlas y problema resuelto, el tema es que algunas personas con mascotas suelen olvidar sus necesidades básicas como llevarlas a médico. Las adoro, a pesar de que la más pequeña me saca de quicio por traer basura de vayan a saber donde y destruye todo a su paso. Creo que en su otra vida fue minera porque la cantidad de agujeros que hay en el patio me podrían llevar a China.
-Hola, mamá – me sorprendió un poco verla levantada. Es casi costumbre llegar y servir desayuno en la cama a toda la familia.
-Hola ¿Cómo te fue? – aún estaba con pijama por lo que deduje que no se había levantado hace mucho, a pesar de que ya escuchaba la lavadora funcionando.
-Bien, hoy corrí diez kilómetros, vengo muy sudada asique me iré a bañar.
Unas horas más tarde tuve que volver a la ducha, me dio por hacer aseo profundo en mi pieza, ordene el desastre que tenían las bestias de cuatro patas en el patio y arregle una reja que habían roto para poder escaparse. Por temas universitarios no solía sacarlas a pasar mucho durante el semestre por lo que entendía esa parte.
Con la toalla cubriendo mi cuerpo y el closet abierto para decidir que ponerme tuve que recurrir a mi estilista particular.
Necesito ayuda
No sé qué ponerme
Manda las opciones
Mande fotos de las cosas que podría usar, solo que nada me convencía.
Hmm
Por qué e no te pones el vestido negro?
Podría ser
Con los botines y la chaqueta de jeans
Perfecto
Impresionaras a cierta persona
Ja
Que te hace pensar que ira?
Carlos me dijo que había hablado con él
Dijo que iría
Mierda
Alexander era mi amor platónico en la adolescencia. Aún me sentía atraída y desde que descubrieron que era así se empecinaron en juntarnos. Solo que no les funcionaria. Había confesado mi atracción y no tuve buenos resultado, tampoco malos. Fue una respuesta confusa. Si asistía o no, era un problema para la Maite del futuro.
Asique ahí estaba, frente el espejo con un vestido negro con mangas a las muñecas, ajustado hasta la cintura y un descubierto sutil de los hombros. Uno botines de medio taco, negros. Dude en maquillarme, pero mi delineado no podía faltar. Hice una pequeña trenza en mi lado derecho para quitar el cabello de la cara y me puse mis lentes ópticos, también negros. Aceptando el resultado tomé mis cosas y salí de casa.