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TREINTA Y DOS

🎶Ya no creo en nada romántico🎶

—¿Acaso eres un imbécil? ¿Te debo recordar en todo momento lo que no debes hacer? ¿Qué demonios pretendías al meterte en mis negocios? —increpó duramente mientras sacudía con fuerza sus antebrazos

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—¿Acaso eres un imbécil? ¿Te debo recordar en todo momento lo que no debes hacer? ¿Qué demonios pretendías al meterte en mis negocios? —increpó duramente mientras sacudía con fuerza sus antebrazos.

—Solo quería ayudarte porque sé lo importante que es para ti, cariño —musitó, Jimin.

—¡Increíble! ¡¿Realmente crees que me hiciste un favor?! —exclamó al empujar su cuerpo sobre la cama—. Te diré algo —se acercó al castaño hasta tomarlo del cuello y pegar sus rostros— y espero tu pequeño cerebrito pueda entender. Si te llevo a un lugar es para lucir tu cara bonita, así que tu boca debe estar cerrada. ¿Te quedó claro? —preguntó apretando su mandíbula.

—¿Ya no me quieres, Jang? —replicó sintiendo un nudo en su garganta—. ¿Terminarás conmigo porque no te hice caso? —añadió con lágrimas acumulándose en sus ojos.

Ni la expresión de tristeza del omega y mucho menos la confesión del temor por ser dejado causaba remordimiento o empatía en Jang, todo era tergiversado debido a sus celos.

—¿Con quién planeas meterte? ¿A qué alfa le guardas ganas? —rebatió alzando su cuerpo con un jalón de brazo—. Ya sé, te gustó el viejo Seok ¿no es así? —reprochó ejerciendo más fuerza.

—Me está doliendo, alfa —informó removiendo su cuerpo entre las grandes manos del pelinegro—. ¿Por qué piensas eso?

—Porque sé la clase de ramera que tengo por omega —insultó dando media vuelta al aflojar el agarre en el castaño.

Esa noche fue la primera vez que su dulce novio usó aquel término despectivo con él, aunque tampoco sería la última. Jimin completamente herido creyó que responder de forma similar le causaría el mismo dolor a su novio; sin embargo, las cosas no resultarían a su favor.

—Quizás deba conseguirme otro alfa —musitó y su contrario escuchó perfectamente aquella frase.

Jang apretó tanto los puños como la mandíbula debido al coraje, siendo ese oscuro sentimiento expulsado con un fuerte golpe en la mejilla izquierda del omega y el líquido rojo no tardó en caer por montones al suelo.

Una de las tantas peleas, uno de los tantos insultos, unos de los tantos golpes, unas gotas extras al vaso rebosante de su decadente relación, y la actual probablemente imitaba las mismas alarmantes situaciones.

—¿Necesita otra cosa, joven Min? —consultó uno de los guardaespaldas a su lado.

—No, gracias. Pueden regresar a la mansión y recuerden no contarle nada de esto a mi padre. —Dos de los cuatro alfas respondieron con un rápido asentimiento de cabeza antes de abandonar la habitación.

Anti-Romantic [By Ania]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora