-Prólogo (Reescrito)-

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"¡A que no me alcanzan!"

"¡Tramposa, ni siquiera hemos empezado...!"

"¡Pues apúrate o nos quitarán nuestro lugar!"

El parque se llenó de los enérgicos gritos provenientes del grupo de niños que se divertían entre sí, riendo y jugando mientras se inventaban carreras para ver quién era el más rápido de todos, o quien tendría el derecho de elegir el siguiente juego. El viento parecía bailar al ritmo de sus carcajadas, mientras los columpios crujían como si participaran.

Pero, en medio de toda esa escena, había alguien que no se divertía como los demás.

-Bocchi: "(Yo también quisiera unirme... por favor... por favor... invítenme...)"

En medio de la escena bulliciosa, una niña de cabello rosado permanecía apartada del grupo, recostada en un rincón bajo la sombra de un árbol, con un bentō en sus manos. Observaba con anhelo a los otros niños, deseando fervientemente unirse a su diversión. No obstante, aunque luchaba internamente por tomar la iniciativa, aún había algo que se lo impedía: el miedo.

Miedo a ser rechazada, a no encajar como ellos y aburrirlos, miedo a que su torpeza se convirtiera en objeto de burlas, miedo a... todo.

Las palabras se atascaban en su garganta, luchando por superar la densa barrera de vergüenza y timidez que envolvía su corazón. Para los niños solitarios que anhelaban desesperadamente pertenecer, la vergüenza y la timidez eran enemigos feroces, obstáculos infranqueables en su búsqueda de unirse a la diversión y encontrar la felicidad como cualquier otro.

Sin embargo, justo cuando parecía que se armaba de valor para acercarse, tras una eternidad de dudas y temores, estos se marcharon entre risas y charlas, pasándola por alto como si fuera una sombra más en el parque. De repente, el lugar quedó vacío y silencioso.

Con el ánimo caído y recordándose a sí misma que siempre sería una espectadora en lugar de la protagonista a la que todo le sale bien al final del día, Hitori se dirigió hacia uno de los columpios y se sentó en él, balanceando sus piernas hacia adelante y hacia atrás mientras se sumía en sus pensamientos. Una mueca triste adornaba su rostro de labios apretados.

Su nombre era Hitori Gotoh: una solitaria estudiante de primaria, incapaz de hacer amigos debido a su naturaleza tímida y retraída. Su rutina diaria era una repetición monótona: ir a la escuela, intentar socializar con sus compañeros de clase... sin éxito, almorzar con alguna de sus maestras (ocasionalmente... bueno, siempre), y una vez terminadas sus clases, caminar directo a su casa.

A menudo hacía lo posible por romper con esa monotonía, pero tal y como lo había demostrado momentos atrás... siempre fracasaba.

Pero no era simplemente porque fuese introvertida o tímida, o ambas: sino que también lidiaba con la ansiedad social. Esto le había truncado innumerables intentos de socializar, convirtiendo la idea de tener un amigo en un sueño lejano e inalcanzable, incluso para alguien tan joven como ella, con muchísimo camino por recorrer...

La primera señal de su problema de socialización fue en la guardería, donde Hitori había demostrado ser diferente a la mayoría de los niños.

A pesar de su anhelo infantil de hacer amigos y encajar como una niña japonesa común y corriente (una civil como la mayoría de la población, exceptuando por esos misteriosos "Devil Hunters" de los que a veces se hablaba en la TV), la pequeña de cabello rosado parecía incapaz de encajar con el estándar. La simple idea de entablar una charla con alguien que no fuera su familia era un reto casi mposible, y esos breves años de constantes fracasos habían mermado su autoestima, convirtiéndola en la niña a la que nadie quería acercarse.

Par de InadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora