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Rompí tu corazón como alguien lo hizo con el mío,
Y ahora no me amarás por segunda vez

Pareciera que las semanas avanzan, el clima cada vez se torna el doble de frío, en las calles transitan pocas personas y los días duran menos.

Todo progresa, avanza hacia delante y evoluciona; sin embargo, Gojo Satoru se queda atrás, con sus pies inmóviles en la pista de inicio hacia la gran meta titulada como "superación".

Quizás si no sintiera tanto odio, si las llamas del rencor no tuviesen su cuerpo ardiendo como el mismísimo infierno, si Getou Suguru no hubiese cometido tantos errores... no estaría pasando por esto, que se siente como estar muerto en vida.

Debe admitir que sus emociones han ido cambiando con el paso de los días, volviéndose tristemente negativas en vez de positivas. De la pena a la frustración, de la frustración a la rabia... y de la rabia a su peor enemigo: el odio.

Lo odia, tanto, tanto, tanto.

Y el tanto se queda corto, porque ninguna palabra que explique demasía es capaz de plasmar lo muchísimo que lo detesta.

La última conversación que tuvo con Ieiri terminó por derrumbarlo porque maldición, jamás pensó que su mejor amiga fuese a apoyar la idea de su tonto terapeuta.

Bueno, no es tonto, lo conoce hace un año y ha hecho mucho por él, pero es que detesta siquiera pensar en volver a hablar con el imbécil bueno para nada de su ex, realmente esa posibilidad no existe dentro de su cerebro.

Está confundido, porque para terapear a sus pacientes, para ayudarlos a salir del agujero y lograr que paso a paso crezcan... para eso es excelente, hasta disfruta hacerlo.

¿Por qué mierda no puede ser igual consigo mismo?

Es como si se detestara, no más que a Getou Suguru; pero siente que su amor propio está por el piso y tampoco hace un esfuerzo por mejorar su relación con su cuerpo y mente. Y es que está tan sumido en la oscuridad que le cuesta ver, que siente que su propia visión del mundo se ha retorcido y que todas las herramientas que aprendió para gestionar sus emociones se han esfumado, como si estuviese cursando un cuadro de amnesia y todo lo que le servía para regularse ya no existiese.

Es como si fuese un niño, uno que está en la terrible crisis de los tres años y expresa sus disgustos a base de berrinches, pataletas, llanto y explosión de sus propios sentimientos.

Se levanta del sillón solamente para coger por milésima vez otra bolsa de Kikufuku Mochi, importándole muy poco que desde hace varios días su única alimentación constaba de esos empalagosos dulces y tazas de té con canela en exceso, porque su maldito estómago expulsaba cualquier otra comida que intentara meterse a la fuerza.

Tiene un vacío tan grande en su panza que no le sorprendería que en cuestión de semanas terminara necesitando nutrición por sonda nasogástrica; cosa que con tan solo pensar le revuelve la poca bilis acumulada en su órgano inservible.

Observa por un momento el paisaje tan otoñal de un Shinjuku cubierto por las hojas castañas que caían de las copas de los árboles, pintando las calles de distintos tonos cafés, provocando que con cada paso que los transeúntes daban un crujido sonara. Sus ojos celestes similares al reflejo del cielo se enfocan en las nubes, las que esponjosas decoran el atardecer de una forma tan bella que hasta le da tristeza no poder disfrutarlo al cien por ciento.

No puede gozar del precioso cielo, porque no está bien emocionalmente y aunque sabe que podrá salir de esta, siente que le falta tanto.

Ha sido un proceso eterno, ingenuamente creyó que había superado el dolor, que las heridas del pasado que se acrecentaron con las acciones de Getou Suguru habían cicatrizado, dejando sobre su piel tan solo el relieve de que alguna vez existieron, sangrantes y ardientes. No obstante, este último mes se ha dado cuenta que nunca lo hicieron, porque o fueron curadas de una forma inadecuada o porque simplemente no cumplieron con su proceso de sanación.

❝Save Your Tears❞ 「SatoSugu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora