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Llévame de vuelta porque quiero quedarme

Debió suponer que el estúpido pensamiento intrusivo que se coló en su mente desde hace meses jamás desaparecería. Aunque quisiera arrancarlo de entre las circunvalaciones de su agotado e hiperactivo cerebro, le fue imposible.

Suguru una vez más suspira, ocultando su rostro desfigurado al darse cuenta de que nuevamente está llorando, por segunda vez en el día. Ha sido así desde hace unas noches, ya que las pesadillas que le habían roto tanto el corazón han vuelto con más intensidad, como si estuviesen buscando una sanguinolenta y fría venganza; y solo quiere que todo se detenga.

Quiere que su sufrimiento acabe, de una vez por todas.

Y sabe que el paso más significativo es escuchar al Getou amarrado a su alma, el que intenta decirle de todas las maneras habidas y por haber que ya es momento de ponerse los pantalones y realizar un movimiento.

Satoru aparece en sus pesadillas, vestido con una túnica negra que le cubre sus descalzos pies, mirándolo con esos celestes ojos tan fríos, que hace unos años rebosaban de brillo debido a su felicidad. Es una mirada tan penetrante y cortante, que siente su cuerpo dividirse a la mitad, su corazón reventar y la oscuridad ahorcarle sin piedad.

Lo ve reír, gesticular palabras que no puede escuchar y, finalmente, darse la vuelta. Camina hasta una puerta de la que salen millones de sombras, las que se lanzan con desesperación sobre su cuerpo y comienzan a torturarlo.

Todo se sumerge en caos y dolor, hasta que una oración comienza a resonar por todos lados.

"¿Te vas a quedar así, cobarde?".

De repente todo es luz y súbitamente despierta, desorientado, con un sudor frío empapándole el rostro y las lágrimas resbalando por sus pómulos como si de cascadas se tratasen.

Sabe lo que significa, no es tonto, solo que ha querido ignorar lo que resuena en el interior de su cabeza y a su estómago que tiene un nudo tan fuerte y punzante desde hace varios meses.

Está tan estresado y cansado, que más que llorar por dolor, llora por colapso emocional. Quiere dejar de sentir tanto, de cargar con una culpa que le destroza los hombros; de tener a Gojo Satoru aferrado con ímpetu a su espalda, clavándole las garras hasta los huesos.

Necesita conversar de esto con alguien y sabe quién es la persona adecuada.

Por eso prácticamente corre hacia la puerta principal cuando escucha el timbre, desesperado por refugiarse en unos brazos que sean capaces de consolarlo, entenderlo y hacerle creer que su sentir es lo suficientemente válido.

— Suguru, lamento tardarme tanto. — Ieiri alcanza a murmurar, siendo enfrentada por los fuertes brazos de un desastroso azabache.

Atina a corresponderle, caminando un par de pasos sin romper el contacto físico, lo suficiente como para cerrar la puerta tras suyo. Sus dedos se deslizan en la cabellera oscura de Suguru, acariciando con tranquilidad, intentando trasmitirle la paz que tanto necesita.

Y Geto no puede evitar soltar sollozos, los que abandonan su cuerpo con angustia y resuenan por las cuatro paredes de su apartamento. Se aferra con fuerza, como si al separarse de Shoko su cuerpo terminaría por desmoronarse y es que ya lo había hecho, solo que en un sentido más emocional.

— Estoy tan cansado, ya no sé qué hacer. — habla como puede, intentando inhalar todo el oxígeno que le es posible, lo que le resulta difícil gracias a su apretado pecho.

— Un momento, mejor tomemos asiento.

Asiente, haciéndole caso a su mejor amiga, recostándose en el sillón de la sala, secando las saladas lágrimas con las mangas de su camiseta.

❝Save Your Tears❞ 「SatoSugu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora