Capítulo 13: "¿recuerdas mi voz?"

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Cuando quiero escapar de mi cuerpo, tiendo a cerrar los ojos fuertemente, hasta que las estrellas se convierten en constelaciones resplandecientes, me dejan la mente en blanco

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Cuando quiero escapar de mi cuerpo, tiendo a cerrar los ojos fuertemente, hasta que las estrellas se convierten en constelaciones resplandecientes, me dejan la mente en blanco. Estoy flotando en la nada, tengo calor entre los muslos y todavía puedo sentir el ardor raspando dentro de mi, entonces los gemidos masculinos interrumpen mi alucinación.

—Eso es cariño, tómalo en tu coño apretado —gime Izal sosteniendo mis muslos, mordiendo con sus dientes una clavícula limpia—, me aprietas como un maldito puño.

Ojalá pudiera ser indiferente, pero la que está chillando al recibir semen en su coño traidor, soy yo. La misma que disfruta corriéndose en la polla de su enemigo, apretando mis muslos, para evitar la proximidad de una gran mano hurgando entre mis pegues, quiere meterme los dedos, quiere empujar su semen de regreso a mi coño. Incluso si es una labor sin sentido, el desbordamiento sigue su curso, porque es natural que este llena, sin sentido porque ya me preño. Incluso siento como gotea por mi muslo hasta sus pantalones.

Es malicioso, solo quiere humillarme.

—Puedes tomarlo todo, yo sé que puedes —insiste vehemente, empujando de regreso con sus caderas.

~⋄~⋄~

El auto se detiene, e Izal le grita al conductor que no se atreva a subir la ventanilla que une al piloto con la de los cachondos pasajeros.

Mientras él me hace limpiársela con una mamada. Tragándome mi orgullo, trago la corrida, lamiendo y dejando el labial rojo en toda su verga. Me alejo viéndolo subiéndose la bragueta, todavía excitado. Me hace sentarme en su regazo otra vez, mientras empuja mis bragas mojadas por mis muslos, entonces sé que estaré caminando con esa cosa húmeda e incómoda por el resto de la velada.

Me preguntaba cuanta satisfacción le causa tenerme andando por allí con su semen chorreándome por debajo del vestido. ¿Acaso es un perro marcando territorio? Retocando el labial en mis labios hinchados, baje del auto, siendo recibida por una gran cantidad de cámaras y sus flases en la cara, como si quisieran preservar mi humillación por la eternidad.

Izal me había mostrado una de esas revistas. Hace un par de semanas todos hablaban de la esposa de Izal Escalante, de cómo tenía el vestido roto y marcas indecentes en una gran cena de gala. Así como porque su vientre aún no se mostraba relleno cuando había quedado encinta por segunda vez, en aquella ocasión me sentí tan enojada con él, con ellos conmigo misma... «No es como si su cuerpo fuera inseminado, como una vaca, y después esperaran que de a luz de inmediato».

—Sera mejor que descanses en las habitaciones del segundo piso, esposa —le sugirió Izal de buen humor—, tengo algunos negocios que atender, espérame con nuestro hijo.

Se despidió con un beso en los labios y, se perdió entre una multitud de gente con rostros borrosos.

—De acuerdo —musite cogiendo a mi hijo de la mano de mi niñera—, tengo sueño y quiero dormir un poco antes de que él vuelva, asegúrate de que Nazca este dormido.

—Si, señora.

~⋄~⋄~

Ella está mirando por las cámaras, cala de su cigarro mientras sonríe maliciosamente. Está contenta, tiene planes perversos en marcha, está sonriendo mientras camina por una plataforma metálica, descendiendo por un edificio cuya altura atemorizaría a cualquier hombre.

—Tomar el aire a miles de pies resulta estimulante —susurro para sí misma—, creo que esta es mi parada —dijo Tía, arrojando su cigarrillo al aire.

Cayo rodando en un techo de gran altura, el helicóptero se alejó por el horizonte.

Un hombre le recibió con un saludo respetuoso mientras que un equipo de seguridad se acercaba por las escaleras hacia la azotea.

—Tenemos los conejos en posición —informo una mujer entre los lacayos—, se ha enviado al distractor con el bastardo, se espera que la madre y el niño sean rescatados de manera segura si...

—El no será tan fácil, envíen a todos allí, quiero a todos los francotiradores apuntando a su puta cabeza cuando mi mujer y sobrino hayan huido —ordeno ella en tono siniestro—, es hora de hacer una llamada.

Tecleando su tableta, Tía encendió el altavoz mientras encendía otro cigarrillo, estaba temblando de los nervios, eso no se reflejaba en su cara resuelta.

—Sera mejor que contestes, hijo de perra —balbuceo ella irritada.

Mientras Tía veía a su asistente ofreciéndole un larga vista, ella lo tomo enfocando la ventana a la sala donde se llevaba a cabo un evento de caridad muy popular.

El bastardo estaba allí, rodeado de perros aduladores ladrando a su alrededor.

El bastardo tomo su teléfono y respondió de mala gana.

—Izal Escalante, ¿recuerdas mi voz? —hablo Tía con frialdad—, estoy afuera de tu edificio, tengo a tu mujer, hijo y hasta tu maldito perro —exhalo el humo de sus pulmones—, y querrás saber que tengo a mis francotiradores apuntándote tu puto trasero en este preciso instante, así que... dime, elige cuidadosamente tus últimas palabras.

—Voy a matarte perra —respondió Izal al otro lado del teléfono, mirando a través del cristal en su dirección—, no seré rápido ni compasivo... —susurro con malicia antes de cortar la llamada.

Tía lanzo la tableta a las manos de su asistente, le ordeno proceder con el plan.

—¿Está segura de continuar miss Tía?

—No, no pude haber nacido más segura de esto honey. Si no sabes de mi al amanecer... dile a mi mujer que la amo, que amo su trasero cobarde.

~⋄~⋄~

La copa de vino se estrelló contra el suelo, el sonido llamo la atención de la multitud hacia un punto en concreto, el centro del salón.

El ruido de más cristal rompiéndose resonó por todo el salón, una gran multitud estallo en gritos a cusa de las explosiones en las columnas, el inminente derrumbe llamo el caos entre la crema y nata de ciudad d.

Los militares bajaron de los cielos colgando de cuerdas mientras se balanceaban advirtiendo el peligro. El edificio había sido tomado por... ¿Quiénes eran ellos? ¿para quienes trabajaban? ¿Cuál era su propósito?

Entre la multitud, Sloane tomó su hijo entre sus brazos, el llanto de un bebe se oyó entre la multitud que corría despavorida. Habían salido de las habitaciones del segundo piso para tomar un poco de aire, y mientras buscaban a Izal, se encontraron envueltos en medio de una gran conmoción.

Era absurdo. «Esto es peligroso».

—Por favor Nazca, calma, no llores más —consoló Sloane a su hijo. La voz no dejaba de temblarle mientras huían por un pasillo con escombros—. Prometo que estaremos bien.

 Prometo que estaremos bien

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2023 ⏰

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