—HAGO LO QUE puedo—, refunfuñaste, esforzándote por quitarte las medias hasta los tobillos mientras Theo se desabrochaba el cinturón rápidamente y sin problemas debido a que esto no era nada nuevo para él.
Debía de ser la cuarta hora y Theo estaba sumido en su humor agrio que sólo tú podías curar. Pero te diste cuenta de que estaba mucho más enojado de lo normal por la forma en que te había agarrado el brazo con tanta fuerza al tirar de ti hacia uno de los baños. Suponías que era por Draco. Siempre había sido así y probablemente siempre lo sería y no lo culpabas.
Draco podía ser un imbécil absoluto cuando se trataba de ti. Siempre diciendo cosas desagradables que insinuaban su atracción hacia ti, cosas que él sabía que se metían en la cabeza de Theo sin importar cualquier cantidad de tranquilidad.
Sólo tu cuerpo contra el suyo.
—¿Quieres que te folle o no?—
—Cállate. Intenta quitarte estas medias—, siseas, aún luchando por bajar el material con la pequeña zona de contención del cubículo en el que ambos estaban.
—Las arrancaré si es necesario—.
Frunciste el ceño finalmente sacándotelas de las piernas, pero aún así permitiste que sus manos calientes se colaran por debajo de tu falda, donde te bajó las bragas de encaje hasta los tobillos con un rodillazo, y luego te las sacó del pie antes de meterse la tela rosa en el bolsillo.
No pudiste evitar gemir por la posición en la que te encontrabas. Él estaba arrodillado a tus pies con los ojos encapuchados, sujetándote las caderas ahora mientras inclinabas la cabeza hacia atrás ahora contra la pared ya sumida en una neblina de lujuria.
—Y yo soy el que te deseaba—, negó con la cabeza pero con una sonrisa burlona pensando en lo persistente que eras para no faltar a clase.—Siempre me olvido de lo necesitada que puedes llegar a estar—. Ahora estaba de pie, mirándote como si fueras un cachorrito indefenso.
—Sólo por favor fóllame, Theodore—, inclinaste la cabeza hacia un lado con el ceño fruncido, agarrando ambos lados de su túnica, tirando de él más cerca, pero él se encogió de hombros rápidamente sin ser capaz de esperar después del dulce sonido quejumbroso de tu voz.
—Sólo porque me lo pediste bien—, sonrió, lamiéndose el dedo índice y el corazón antes de volver a meter los dedos bajo tu falda y en tu coño, donde gemiste ante la cálida y arrebatadora sensación.—Que buena niña—. Su voz es cálida y tiene un deje de burla, pero no deja de ser elogiosa y no deja de hacer que tu estómago se retuerza de euforia mientras bombea sus dedos dentro y fuera de ti, asegurándose de que estás mojada.
Theo había inspirado con fuerza, permitiendo que su miembro se adaptara a la estrechez de tu coño, algo a lo que nunca se había acostumbrado del todo. Maldijo en voz baja mientras te penetraba aún más, permitiendo que el calor y el fácil placer lo consumieran por completo.
—Niña bonita—, exclamó, retirándose lentamente antes de volver a penetrarte con más fuerza que antes.—Sólo te gusta esto para mí y para mi miembro, ¿verdad?—
—Sí, Theo—, tu voz apenas superaba un susurro, mientras tu visión se volvía borrosa a causa de su miembro, que estiraba tus paredes con las rudas embestidas que te propinaba.
—Bien—, murmuró sin aliento, —me encanta verte tan débil—.
Te agarró de ambos muslos, incitándote a saltar y una vez que lo hiciste, te tuvo de espaldas contra la pared, teniendo ahora un ritmo constante que te hizo un completo desastre que antes.
—Me encanta ser el único que puede verte así—, su frente se presiona contra la tuya, rozando sus labios con los tuyos,—lágrimas en tus ojos... el puto Malfoy nunca podría, ¿verdad? eres mía—.
—Sí, Theo—, gemiste cuando su mano se aferró de repente a tu garganta apretando ligeramente mientras sus ojos miraban hacia abajo para ver su grueso miembro bombear dentro y fuera de tu coño con ruidos húmedos,—soy toda para ti—.
—Tienes una boca tan bonita—, su pulgar se sumergió para tirar de tu labio inferior antes de presionarlo sobre tu lengua.—Piensa en el bien que podrías hacer con ella en lugar de alimentar las tonterías de Draco—.
—Yo nunca—, te quejaste, rodando la cabeza.
—Mentirosa,— pareció dejarte caer rápidamente a tus pies, casi haciéndote caer de rodillas por lo débil de un sentimiento que rezumaba a través de ellas, haciéndote sentir como gelatina mientras te tambaleabas antes de que te volteara rápidamente para que estuvieras apretada contra la pared con fuerza.—Veo que te burlas de él por algo que no puede tener. Siempre provocándolo—.
—Pero eso te gusta, ¿verdad Theo?— inhalaste bruscamente mientras él te empujaba una vez más,—Te encanta que Draco por fin no pueda tener algo—.
Gruñó en respuesta, sin decir nada más que volver a fundirse en tu cuerpo con rudas caricias, su mano rodeando tu cintura. ahora se estaba volviendo más agresivo, sus bombeos se convertían en embestidas,—Maldita puta, me perteneces, eres mía. quiero que te alejes de Draco—.
—S-sí theo—, gemiste, la sensación de su miembro retorciéndose dentro de ti hizo que tu propio subidón se acercara y bajara.—Sólo soy tuya—.
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