˚✩ Capítulo 2 ✩˚

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Yongbok se encontraba en la panadería, como casi siempre, ordenando de aquí allá. Y hubiera seguido con su labor de no haberse visto aturdido por un fuerte bullicio a las afueras de la panadería. Salió a ver que era causante de todos esos gritos y maldiciones, llevándose la sorpresa de que los causantes de todo aquello era un grupo de cazadores del pueblo, abrió los ojos con gran asombro al darse cuenta que lo que estos cazadores perseguían era a un hermoso unicornio.

Era sabido que la aparición en público de estos seres era muy rara, por ello es que los cazadores peleaban por ser quien lo capturará. La venta de estos era muy bien pagada; ya sea que fuera solo su bello pelaje, su firme y brillante cuerno o sencillamente influenciados por las leyendas que decía que estos eras seres mágicos del bosque, por gente de la nobleza que los querían para exhibir en sus zoológicos personales hasta simples coleccionistas obsesionados con ellos.

Yongbok veía con miedo y molestia como algunos cazadores lanzaban flechas sin piedad en dirección al indefenso animal y como otros arrojaban cuernas para maniatarlo. El alboroto era tanto que el bello unicornio se abrumó y no se percató de que un cazador había logrado enlazarlo a su cuerda.

—¡Lo atrapé! ¡Es un verdadero unicornio! — exclamó el desagradable hombre- Ha de ser muy caro, ¡me he ganado la lotería! — seguía gritando el cazador lleno de emoción mientras tiraba con fuerza de la soga para obligar a caminar al unicornio, quien se negaba y seguía peleando por recuperar su libertad.

—¡No! — Yongbok se apresuró a gritar. Estaba desesperado por no saber de que manera ayudar a liberar al asustado animal.

El unicornio aún se encontraba forcejeando con ese maldito cazador, que por un momento se confió de haber logrado doblegar al animal, momento del cual le basto solo un segundo para que el animal le ganará en fuerza y lo arrastrará hacia donde se encontraba un hacha clavada en un tronco de leña a medio cortar, estando ya allí aprovechó y corto la cuerda que lo mantenía prisionero, logrando así escapar de las garras de aquel hombre.

Una vez libre, el unicornio corrió en dirección al bosque, pero antes de perderse entre los frondosos arboles Yongbok pudo jurar que este se había detenido por un momento a mirarlo, esto realmente lo tomo desprevenido y culpó a su fantasiosa mente de hacerle ver cosas que no eran verdad. Y hubiera dejado hasta ahí ese extraño acontecimiento de no ser porque se percató de que el animal llevaba todavía sobre el gran parte de la soga que minutos antes lo tenía en peligro y como esta se enredaba con las ramas que se atravesaban por su paso. Yongbok entonces decidió seguirlo hasta el bosque con la intención de ayudarlo a quitarse esa soga.

Yongbok se adentró al bosque en busca de aquel bonito unicornio y se dio cuenta de que lo había perdido de vista, siguió caminando dentro del espeso bosque por unos minutos. Fue entonces que escuchó un lastimero relinchó, se acercó al lugar de donde provenía el sonido y se topo con que el animal se hallaba en el suelo enredado en un tronco caído. Yongbok se apresuró hacia él para comenzar a desamarrarlo de la soga. Una vez su misión fue cumplida y el unicornio se encontró completamente libre, fue que pudo calmar su respiración y soltar un suspiro de alivio.

La conciencia de Yongbok estaba diciéndole que debía regresar a la panadería, pero su curiosidad fue aún más grande que decidió ignorar a su conciencia y seguir al supuesto ser mágico.

Yongbok vio como el animal cruzaba un tronco que fungía como conexión de ese extremo al otro donde se hallaba una preciosa y abundante cascada. Con mucho temor lo empezó a cruzar, pero a mitad de este se detuvo por el asombro de ver como el unicornio había llegado al otro lado, justo donde se encontraba la cascada, y como el cuerno de su cabeza brillo con intensidad mientras lo apoyaba a las rocas de la fuente de tan clara agua. Su asombro fue aún más grande al ver como las rocas se abrían hacía un lado y dejaban a la vista un profundo túnel, túnel por el que se había ido la criatura y túnel que Yongbok no se iba quedar sin explorar. Y por raro que parezca Yongbok nuevamente sintió como si el unicornio fuera consiente de su presencia y de que lo seguía.

Así que terminó de cruzar lo más rápido que pudo para llegar al otro lado antes que el pasadizo se cerrará. A penas y alcanzó a entrar, pero lo logró.

Una vez dentro camino, con la intriga de saber que habría al final de este. Y grata fue la sorpresa al encontrarse con un prado hermoso o incluso mucho más del que siempre se imaginaba. Era tan verde y hermoso, se abría paso en todas las direcciones que parecía no tener fin, había miles de flores alrededor bañadas la cálida luz del sol. Soplaba una brisa tan sueve llena de frescura. Yongbok tenía una radiante sonrisa mientras apreciaba la belleza del lugar en el que se encontraba.

Tan sumergido estaba en la belleza del lugar que no se dio cuenta que detrás de los árboles, que tenía a su lado, se escondían junto al unicornio unos curiosos animalitos y la Reina de las Hadas.

—¡Ahí está! ¡Es un humano! — exclamó en un susurro un tierno puercoespín— ¡Un humano!

Tanto la reina como sus acompañantes fueron testigos de como Yongbok fue atraído por una brillante luz que provenía del árbol más grande del lugar.

Al ver como Yongbok tenía la intención de tocar la fuente de esa brillante luz, los animalitos escondidos se llenaron de pánico.

—¡No¡!No! ¡Que alguien lo detenga! — habló con pánico en su voz un pequeño zorrillo. Se tapó sus ojitos con su esponjosa cola no queriendo ver lo que ocurriría.

—No— tranquilizó con su suave voz la reina— observen.

Yongbok metió la mano en el agujero que se encontraba en el árbol y que era de donde provenía la luz. Una vez su mano estuvo ahí, se topo con lo que parecía un objeto del tamaño de esta. Yongbok sacó el objeto del árbol fijándose entonces que dicho objeto era un hermoso diamante rosa.

Todos los que presenciaron aquello quedaron sorprendidos al ver que nada ocurrió una vez Yongbok había sacado la preciosa piedra. Y esa fue la señal que la reina necesito para acercarse al humano.

—¡¿Vio eso su majestad?! ¡¿Lo vio?! — exclamó con asombro el unicornio responsable de que Yongbok haya llegado hasta ahí— ¡Saco el cristal! ¡Y no le paso nada!

Yongbok sintió mucho miedo al imaginar que había tomado imprudentemente algo que no debió— ¡Lo siento mucho! — se disculpó hacia la reina de las hadas.

—Por favor, no pidas disculpas. Hace mucho tiempo que te estamos esperando— expresó la reina con suma alegría.

—¡¿A mí?! — Yongbok realmente estaba a punto de desmayarse, no bastaba que un unicornio de pelaje morado haya abierto un pasadizo secreto en una cascada usando su cuerno como llave mágica y que luego dicho pasadizo lo guiara al prado más bello que nunca en su vida se había imaginado ver y menos que luego de un árbol sacara un bello diamante que llevo a que una señora muy bella se le haya acercado flotando y que todavía esta viniera y le dijera que lo habían estado esperado por mucho tiempo.

¿Algo de aquello realmente tenía sentido?

Sin duda este estaba resultando ser el día más raro de Yongbok.

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Felix y el lago de los cisnes ✲ᴍɪɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora