Kendrick
—¿Cómo ha ido todo? — me pregunta mi padre tan pronto regreso al palacio.
—Todo va bien hasta el momento. — le respondo sentándome en la orilla de su cama.
—¿Qué te pareció el chico? — me pregunta sentándose y recargándose en unas almohadas.
—Sin duda es alguien astuto, creo que incluso conto los pasos que di de la casa al carruaje, es muy meticuloso, todas las palabras y como se mueve parecen muy estudiadas, pero las hace ver muy naturales de alguna forma. A ojos inexpertos los podría engañar hasta con los ojos cerrados. — le detallo a mi padre recordando como los ojos grises de Oliver Strider habían analizado todos mis movimientos como si se estuviera preparando para cazar a su presa.
—Me lo temía. — dice mi padre llevándose una mano a la barbilla preocupado. — ¿Qué hay de su hermana?
—No la conocí, su hermano la excuso dijo que estaba dormida porque el viaje le había sentado muy mal.
—Sleeterianos, siempre con su malos modales. — dice mi padre haciendo un movimiento desaprobatorio con la cabeza. — ¿Qué hay de los espías? — me pregunta mi padre tosiendo.
—Ya he arreglado todo, la casa estará vigilada las 24 horas del día.
Juliette
A la siguiente mañana me despierto cuando los rayos del sol se comienzan a filtrar por las cortinas de mi habitación. Mi sueño había sido reparador después de todos esos días que había pasado en el barco sin dormir apropiadamente y sin poder comer sin vomitar. Y ahora mismo no podía esperar a comer mi primera comida sin correr al baño a verla irse por el retrete. Así que salgo de mi cuarto aún en mi camisón de noche, después de todo no había nadie en la casa además de Oliver.
Cuando entro en la cocina el olor a quemado se vuelve más fuerte y puedo ver a Oliver parado frente a la estufa intentando cocinar algo, pero debido al humo que sale del sartén no logro ver que es lo que esta cocinando.
—¿Qué estás haciendo? — le pregunto parándome a su lado.
—Gracias a los dioses has despertado, tu debes saber cocinar. — me dice dándome la pala con la que estaba moviendo cualquier cosa entre gris y negra que tuviera en el sartén.
—No sé nada sobre cocinar. — le digo regresandole la pala y tosiendo por el humo al igual que Oliver. — Tu eres él que ha vivido solo, tu debes saber. — le digo dudando de mis palabras al ver el desastre que tenía en el sartén, pero sabía que no podría hacer nada para mejorar el desastre que tenía.
—¿No sabes cocinar? — me pregunta tan sorprendido como si le hubiera dicho que el cielo no era azul. — ¿Cómo es eso posible? — me pregunta apagando la estufa.
—No por ser una chica tengo que saber cocinar. — le digo enojada. Aunque estaba casi segura que las demás chicas de mi edad sabían hacerlo, después de todo entre los 18 y los 20 era la edad en la que se contraía matrimonio. Estaba muy segura de que si mi madre siguiera viva yo sabría cocinar.
—¿Entonces de dónde salieron todas las comidas que he ingerido en los últimos tres años? — me pregunta notando que no me he quitado mi camisón para dormir.
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La Forastera y el Príncipe
Historical FictionLa Forastera y el Príncipe es una historia fantástica sobre una atrevida forastera que se encuentra con un príncipe en tierras desconocidas, pero sin saber su verdadera identidad. Ambos se convierten en aliados para desafiar los obstáculos y desafío...