Tú apenas vas perdiendo

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La mano que prácticamente estrujó sus costillas no tenía intenciones de cesar

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La mano que prácticamente estrujó sus costillas no tenía intenciones de cesar. Su boca siendo acallada por él y sus sentidos a punto de explotar. Tal fue la forma en que su voz llegó a sonar tan áspera, tan hostil, que Jisung simplemente cerró los ojos, deseando que acabase con él de una vez y todo terminara para siempre.

—Yo gané, Jisung.— Susurró a su oído.— Veamos... ¿Qué hago contigo?— Sonó algo juguetón, pícaro.

—Mátame.— Bien. Jisung no tenía ni idea de cómo había llegado a decir eso. Incluso no se percató de que ya no estaban en el armario, y que su casa nunca volvió a ser su casa.

¿Así sin más? ¿Y lo divertido?— En realidad, su voz aparecía de todos lados. Jisung no conseguía verle.

—¿Quién eres?—

—Soy lo que muchos llaman "Diablo".—

—¡El Diablo!— El chico pegó un salto. No logró caer bien y chocó contra el suelo.

—Sí.— Seco, cortante. Así había sonado aquello.— ¿Qué esperabas? Me llamaste.

—Eso no es verdad.—

—¿Me contradices?— El tono había descendido tanto que el lado pícaro con el que había estado hablando hasta ahora desapareció por completo. "Está enfadado" es la única conclusión a la que llegó Jisung.

—T-tu... la... la mano...— Balbuceó.— Q-quiero decir, no es que lleves o n-no la razón, quiero decir, sí la t-tienes pero-

Las carcajadas continuas del diablo despertaron a Jisung de su encrucijada.

¿Qué? ¿No estaba enfadado?

Miró al frente. Lo primero que visualizó fueron unos zapatos. Botas de cuero o plástico, las cuales había escuchado apoyar sucesivamente contra el suelo en su búsqueda. Mientras que avanzaba, la luz continuaba iluminándolo. Primero sus pantalones, aparentemente de traje, igual que su chaqueta y corbata. ¿Quién diría que el diablo vestiría de chaqué?

Pero cuando dio un paso más y su rostro se iluminó por completo...

Santa maravilla. Qué preciosidad.

Su cuello, bien formado, seguido de mandíbula marcada, unos labios exquisitos. Su nariz recta, al igual que sus cejas. Sus ojos felinos, penetrantes, profundos, aunque su mirada no irradiaba confianza, mucho menos expresividad, simplemente muerta. Esa era la palabra: muerta. Su pelo, levemente ondeado, llegaba a cubrir su frente, no muy por debajo de sus cejas. Alzó su cabeza, contemplándole con superioridad. Demonios, sabía quién tenia el control. Él lo sabía y se aprovechaba.

Jisung simplemente actuó como si no hubiera visto al hombre más atractivo de su vida. Aunque se dificultó un poco, no es como si pudiera fingir que el diablo no tenía todo lo que a él le encantaba; hombros anchos, mirada afilada, perfil perfecto...

El Juego del Silencio || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora