dieciocho

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Gaia apoyó la cabeza en su mano mirando con una sonrisa a Valentín, que tenía a Cersei en las piernas mientras cantaba Cactus de Cerati.

—Y los médanos serán témpanos en el vértigo de la eternidad —cantaba moviéndole las patitas a la gata como si de un concierto gatuno se tratase—. Y los pájaros serán árboles en lo idéntico de la soledad...

—Me estoy poniendo celosa.

—En tu nombre —cantó levantando la cabeza para mirarla, Gaia sintió que los pelitos de la nuca se le erizaban bajo la mirada azul—, en tu nombre...

—Ay, no me mires así.

—¿Por?

—Me pones nerviosa.

—¿Te gusto?

Rodó los ojos y se acomodó mejor en el sillón de su casa para cerrarlos e intentar concentrarse y adivinar los acordes de la canción.

—En tu nombre... —seguía Valentín. La canción terminó y empezó a sonar Nos siguen pegando abajo de Charly— ¡Temón!

Escuchó que se levantaba de su sillón y caminaba hasta ella, abrió los ojos cuando sintió que la levantaba en el aire tirándola de los brazos para pararla en el piso.

—¡Ella es menor, él es normal, y lo que están haciendo es un pecado mortal! —gritaba él haciendo un bailecito noventero sin soltarla.

—¡Ella se quedó sin boda ni arroz!

—¡Y al novio lo agarraron entre muchos más que dos!
Saltaron y bailaron en el living y Valentín la hizo reír tanto que terminó en el piso con dolor de panza.

—¡Sos un payaso! —dijo carcajeando tratando de recuperar el aire.

—¿Bailamos un lento?

—Valentín...

La ignoró y buscó Alma de diamante de Spinetta en Youtube, le extendió la mano con una sonrisa y ella aceptó.

—¿Cómo se baila esto?

—Qué sé yo —contestó él poniéndose en posición de vals. Se miraron a los ojos sonriendo—, ponele que es así.

—Es lindo igual.

Se quedaron callados, bailando y mirándose.
—Y aunque este mismo sol se nuble después —cantó despacito Valentín, como si fuese un secreto—, sos alma de diamante...

Gaia se puso roja y se mordió el labio inferior llevando la mano a la ceja del chico para acariciarla, le besó los labios cuidadosamente, con miedo de que se le escape de las manos. Apoyó la cabeza en su pecho sin dejar de bailar a pesar de que la canción ya había terminado y estaban en silencio.

—Te quiero —dijo él.

Quería decirle algo más, quería que supiera que realmente la amaba y que lo tenía a sus pies.

—Yo también, amor.

Se estremeció con su voz, muy pocas veces lo llamaba amor y cuando lo hacía lograba sacarle escalofríos que se mezclaban con los latidos acelerados de su corazón.

La puerta se abrió dejando ver a Alejandra cargando bolsas de supermercado.

—¿Qué hacen ahí parados?

—Meditábamos sobre las energías del universo.

—Namasté, ma.

Los miró divertida y Valentín se acercó a ayudarla. Se quedaron hablando un poco hasta que él anunció que tenía que irse.

Corazón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora