Corazón • 𝒘𝒐𝒔

veintiocho

La alarma sonó haciendo saltar a Valentín de la cama. La apagó soltando un insulto, vida de mierda que lo traía a la realidad cuando estaba a punto de besar a Gaia.

Se levantó y empezó a toser tratando de recuperar el aire. Le quedaba una sola semana para el Luna Park y se estaba agarrando una de las peores gripes que había tenido jamás.

Lo ideal hubiera sido quedarse acostado tomando un tesito con miel, pero no podía abandonar los ensayos en ese momento y le había prometido a Gaia ir a ver a su banda tocar esa noche. No le iba a fallar.

Se tomó un paracetamol y un té Vic con la esperanza de que la irritación en la garganta y el dolor de cabeza se le pasaran, afuera hacían casi 30° pero él sentía escalofríos.

Horas más tarde estaba sentado en el piso mirando a sus músicos ensayar, tenía la voz hecha mierda y si intentaba cantar solo lograba emitir ruidos. Natasha y Guille se habían reído hasta no dar más mientras él tironeaba el pelo de la bronca.

Mentira, sentía que en cualquier momento iba a escupir un pulmón de tanto toser.

—¿Posta vas a ir así? —preguntó Fran sobándole la espalda cuando lo vio tiritar.

—Sí, estoy bien.

—Valentín, pareces portador del hantavirus—bromeó Natasha.

—Me puedo estar muriendo pero si tengo la oportunidad de ver a Gaia la muerte va a tener que esperar cuarenta minutos más.

—Te perdimos.

Él sonrió y se abrazó así mismo cerrando los ojos. Su banda ya sabía quién era Gaia, sus amigos se habían encargado de informarlos cuando preguntaron por qué Valentín andaba tan en las nubes.

Pasadas las nueve de la noche estaba frente al bar donde iba a tocar La Ukro. Afuera encontró fumando a Lula, Ivana y una chica más que si mal no recordaba, se llamaba Cielo.

—Hola —dijo con una voz ridícula debido a los mocos. Ivana soltó una carcajada.

—Hola, Gollum.

Valentín sonrió saludando a las tres, esperó a que terminaran de fumar y entraron. El bar era muy bonito, oscuro, con velas como centros de mesa, el murmullo de la gente daba una sensación de calidez. En el pequeño escenario distinguió a Gaia que ayudaba a equilibrar los sonidos de la guitarra en la consola.

Se sentaron en una de las mesas y se quedó mirando a su ex novia apoyando la cabeza en sus manos. Se veía tan bonita, tan ella. Una musculosa blanca le dejaba ver los brazos y el pantalón colorado y acampanado de corderoy se le amoldaba a los muslos. Se mordió los labios cuando la vio sacar la lengua como siempre que se concentraba.

—Valentín, dejá de babear la mesa que nos van a echar.

Un mozo se les acercó para entregarles las cartas unos segundos después de que Gaia y Lautaro se acercaran a saludar. Ella se sentó al lado de Valentín sonriéndole.

—Viniste.

—Más vale —contestó pasándole un brazo por los hombros para acercarla a él.

—¿Estás mejor?

—Sí —no.

—Sos muy malo mintiendo, Valentín.

Se rió, Gaia le revolvió el pelo con los dedos y lo ayudó a elegir algo para comer porque él no tenía ánimo ni para leer.

—¿Estás nerviosa? —preguntó sonriendo.

—Un poco, lo normal, no tocamos hace bastante.
—Va a salir hermoso seguro.