epílogo

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Marzo, 2021

Valentín caminó por el pasillo para encontrar su asiento en la primera fila. Cuando lo encontró soltó un suspiro inquieto y se rascó los muslos, el pantalón de vestir le causaba picazón.

—¿Por qué estás tan nervioso? —preguntó Lula, sentada al lado de él.

—No sé, me pongo histérico cuando la tengo mucho tiempo lejos.

Dilan, el sobrino de Gaia, se bajó del regazo de su padre para caminar hasta Valentín y pedirle que lo alce.

—¿Cuánto falta para que salga Gaia, Valen? —cuestionó con voz chillona mirando para todos lados.

—No sé, Di. Unos veinte minutos.

Se rió cuando el nene soltó un resoplido cruzándose de brazos para después exclamar que tenía hambre. Lo envidiaba, él quería estar igual de despreocupado pero los nervios le causaban náuseas y no podía parar de pensar en que algo podía salir mal y que la noche especial de su novia se arruine.

Gaia no había dejado de estudiar, le faltaban dos años para hacer la carrera completa. Sin embargo, un año atrás se había animado a audicionar para la orquesta de un compositor y pianista griego conocido como Yanni, a quien ella admiraba desde pequeña, y que estaba en búsqueda de un nuevo tecladista.

Tuvo que hacer varias audiciones más para que el director pudiera tomar una decisión pero finalmente fue seleccionada. Estaba encantada, la orquesta tenía músicos de todos los países y Gaia siempre resaltaba la cantidad de información que podía ir adquiriendo de diferentes culturas.

La última gira mundial que había hecho Yanni fue en 2018, se tomó unos años para poder componer y ensayar con su gente hasta sobrepasar la perfección, era un tipo exigente. La gira del año 2021 comenzaba en Argentina y días después empezarían a escalar por todo América para después cambiar de continente. A Valentín lo entristecía, no lo iba a negar, iban a ser más de dos meses sin ver a Gaia a quien ya de por sí no veía mucho por problemas de tiempo.

Pero estaba feliz, feliz de verla feliz. Era la luz de sus ojos y sentía que no había nada más lindo que escucharla hablar de lo que le apasionaba.

Dejó de pensar cuando las luces del Teatro Colón se atenuaron y la gente empezó a aplaudir, ansiosa. Los aplausos aumentaron cuando los músicos empezaron a salir al escenario junto con su director. Valentín, sus amigos y familia se levantaron de sus asientos y gritaron emocionados cuando Gaia apareció, saludando al público con una gran sonrisa. Su novio se tapó los ojos para que nadie lo viera soltar unas cuantas lágrimas.

La orquesta empezó a tocar muy suave, porque las luces se habían apagado y una gran pantalla iba mostrando pequeñas partes de los exhaustivos ensayos que habían tenido mientras presentaba a cada músico por su nombre y su lugar de origen.

El concierto comenzó oficialmente cuando la presentación terminó. Valentín estaba encantado con la tranquilidad y comodidad con la que Gaia tocaba y bailaba en el escenario. Estaba orgulloso.

Aplaudió fuerte en cada uno de sus solos y cuando el concierto terminó notó el dolor en sus mejillas causado por la sonrisa que no había podido borrar de la cara en ningún momento.

Mientras un par se volvieron a la casa de la mamá de Gaia para terminar de preparar la cena de celebración, otros se quedaron a esperar a que saliera del teatro. Ella se tapó la cara sonriendo cuando puso un pie fuera y sus amigos empezaron a gritar y a acercarse para abrazarla.

—¡Bueno, ya está, es mi turno! —gritó Valentín cuando a los minutos todavía no había podido felicitarla como quería.

Los demás se rieron y se hicieron a un lado para dejarle lugar, avisando que iban a buscar un par de remises. Gaia abrió grande los brazos para que la abrace, y así lo hizo. La levantó en el aire haciéndola reír y la volvió a dejar en el piso para mirarla a los ojos.

Corazón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora