Rescate III

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Christopher.

El ministro retrocede mirándome como si no me conociera lo cual no me sorprende porque ni yo mismo puedo asimilar lo dicho, trato de seguir con lo mío saliendo de este lugar para ir  por ella, sin embargo Guana junto a otros soldados se me atraviesa.

-Lo siento coronel, peros las órdenes son órdenes _ me dice_ No lo tome como algo personal.

Alex vuelve a encararme, siento ganas de escupirle en la cara y decirle que se meta su jerarquía por el culo.

-No puedo dejarte aquí…

-Es mi decisión.

-No esta vez Christopher. No pienso arriesgarme a perderte. No voy a permitir que expongas tu vida por un soldado.

-¿Desde cuando te importo tanto? _ le reclamó_ siempre fui un cero a la izquierda en tu vida.

Lo detesto

-Es la hija de Rick _ me ignota_ Haremos lo posible por saber si está viva o muerta, más no exponiendo tu vida ni de ninguno de los que están aquí, así que muévete a la avioneta si no quieres que yo te arrastre por las malas.

Me da la espalda, Guana y los soldados me siguen cuando subo al interior del avión, Patrick viene detrás. Me encierro en la cabina, la rabia me corre, nunca en mi vida me había sentido tan impotente.

-Hermano _ Patrick se asoma por la puerta_  Haremos lo posible…

-Vete _ no necesito palabras de ánimos por parte de nadie.

Las horas pasan y sigo encerrado en esta estúpida aeronave, apresado en los jodidos sentimientos que no quería reconocer.

Cierro los ojos con el miedo latiéndome dentro de la caja torácica. Se me forma un nudo en la garganta cada vez pienso que puede estar muerta.

Me escudé bajo un caparazón de hielo resguardándome de personas como Sabrina, como mis padres. Creé un escudo porque me conozco sé que soy muy egoísta y no sé querer.

Rachel llegó a poner mi vida de cabeza, con su estúpido prospecto de vida soñada, sus tendencias de mojigata. ¿Cómo lidiaría  con el hecho de no tenerla en mi cama? Mis ojos nunca habían visto una mujer que se le asemeja.

Quería que notará que lo prohibido puede valer la pena si pecas con la persona correcta.

Reconozco que desconfíe de su forma de amar, no podía dormir pensando que me pasaría si caía. Me negaba y fingía que todo estaba bien, sin embargo nada esta bien. Estoy enamorado.

Fui un imbécil a no notar que ya no era apego sexual, los celos y las ganas de querer tenerla todo el tiempo. Su te amo me hizo sentir grande.

Ella y yo somos perfectos tal cual somos. No pienso permitirme perderla.
 
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Lo que pudo ser (Chrischel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora