Bruce se levantó aquella mañana con más vitalidad de lo normal.
Tras meses limpiando aquel templo, Kirigi por fin había aceptado entrenarlo en el arte del combate; sin embargo, notaba que su actitud hacía él había cambiado, pues era como más serio, más callado, se limitaba solo a instruirle, sin dar su opinión o tratar otros temas que no estaban relacionados con aquellas técnicas que iba aprendiendo.
Y como cada mañana después de limpiar el templo, maestro y aprendiz se reunían en el centro del patio, y Kirigi comenzaba a ejecutar una serie de movimientos en silencio, esperando a que Bruce le imitase. Mientras los dos ejecutaban ataques contra el vacío, Bruce comenzó a incomodarse de que Kirigi había perdido aquella actitud arrogante hacía él, así que perdiendo la concentración, los movimientos de Bruce comenzaron a entorpecerse incrementalmente hasta el punto de que comenzaba a perder el equilibrio. Kirigi, dándose cuenta de los fallos de su alumno se paró en seco y se quedó mirándolo.
-¿Problemas? – dijo el anciano en un tono cortante –
-Maestro... ¿He hecho algo mal?
-Pues estas levantando mal la pierna izquierda...
Los dos se quedaron mirándose a los ojos. Eran conscientes de que Kirigi estaba actuando.
-Maestro, yo deseo aprender artes marciales, pero...
-No, tú deseas hacer daño – dijo Kirigi interrumpiendo al americano –
-Bueno sí, pero...
-Si deseas hacer daño, asi como te enseñaron los de la Liga de Asesinos, entonces yo te enseño a hacer daño – interrumpió otra vez el anciano –
-Pero no es hacer daño, en verdad lo que quiero...
-Bruce, ¿qué es lo que quieres?
Ante aquella pregunta, Bruce no sabía que responder pero sin embargo, un nuevo pensamiento nació en su mente percatándose de por que Kirigi había cambiado su actitud hacía él.
-Los de la Liga de Asesinos estaban mal. Hacer daño no está bien – dijo Bruce agachando la cabeza –
-Yo estuve en la Liga de Asesinos – le comenzó a explicar Kirigi con algo de arrepentimiento en sus palabras – He enseñado a muchos a hacer daño, a matar, a saber torturar... Se hacer eso y lo enseño, pero Bruce... no creo que tú quieras hacer daño, creo que quieres aprender...
-Yo quiero evitar que otros sufran lo mismo que sufrí yo...
Ante aquella respuesta, Kirigi sonrió y puso su mano en el hombro de su aprendiz.
-Bruce, voy a enseñarte lo que creo que necesitas.
***
-Despierta, Bruce...
Kirigi y Bruce se encontraban sentados de piernas cruzadas uno frente al otro, con una pose que indicaba que se encontraban en plena sesión de meditación. Bruce, abriendo los ojos lentamente, vio a Kirigi sonriendo mientras el sudor les corría por todo el cuerpo pese a que el clima exigía abrigarse.
El viento soplaba duro, el ruido de la naturaleza envolvía a todo el templo menos a ellos dos, que acababan de experimentar una sesión de entrenamiento.
-Cómo te sientes, ¿Bruce?
-Me siento vivo, no sé... Es como sí... – Bruce no tenía palabras para describir sus sensaciones, sin embargo Kirigi asintió –
-Bruce, la energía nos rodea, nos envuelve. Todo lo que nos pasa esta conectado, sin embargo... estamos tan preocupados por nosotros mismos, que solo nos movemos por el mundo como individuos. Cuando haces daño a alguien, estás haciéndote daño a ti también. Por eso es importante que llegados a este punto, tengas constancia de todo sobre lo que te hablo.
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El viaje de Bruce Wayne
FanfictionLa historia de Batman y su interminable lucha contra el crimen en Gotham City es algo que todos ya conocemos en su mitología moderna, pero... ¿qué pasa con su historia intermedia? ¿Cómo un joven enojado y dañado se convirtió en el detective y luchad...