15: UNA ULTIMA ENSEÑANZA

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La barba le picaba. Bruce no podía evitar rascarse durante unos segundos tras beber un poco de agua.

El frio que recorría todo el lugar pasaba inadvertido para Bruce, que solo bebía de una fuente de la cual no paraba de caer agua. Seguramente dicha agua provenía de las mismas montañas donde se encontraba.

Bruce, habiéndose acostumbrado a la situación, vio a su alrededor como una imagen estática. Llevaba tres semanas vagando por los alrededores pero para él era como si el tiempo se hubiera detenido desde el primer momento que entró en aquel templo, ubicado en la mitad de la nada, alejado de toda civilización.

Bruce Wayne se había embaucado en aquel viaje con el propósito de conocer a una persona conocida por muchos, pero de quien nadie pudo confirmar su existencia, ya que parecía no haber sido visto nunca. Sin embargo, si los rumores eran ciertos, Bruce conocería en aquel templo a un hombre extraordinario el cual conseguiría formarlo como la persona que se quería convertir: Alguien lo suficientemente apto para proteger a todo el mundo.

Y con ese objetivo (el cual se había convertido en su razón para vivir) se despertaba todos los días sin perder la esperanza.

Después de tres semanas, por fin un sonido rompió con aquel silencio y aquel ambiente muerto. Sin embargo, no hubo pasado ni un par de segundos cuando Bruce pudo percatarse que se trataba de una cucaracha moviéndose lentamente a unos cien metros de su presencia. Ante aquella situación, Bruce sintió una fuerte decepción aunque intentó que no le afectara.

Fue entonces cuando segundos después, el corazón del joven se agitó con fuerza: Un hombre que vestía con túnicas blancas, de aspecto viejo y débil, con una cabellera blanca y los ojos rasgados, apareció al fondo en la mitad de la oscuridad, con una vela en la mano y se acercó a la cucaracha. Al estar lo suficientemente cerca como para pisarla, el viejo la tomo con la mano y se dirigió a Bruce, hasta estar a un metro de él.

Los dos estaban de pie y se encontraron uno frente al otro.

-Da igual su forma... da totalmente igual, todo ser viviente es digno de poblar la tierra. Ahora friega el suelo.

Diciendo esto, el viejo levanto el brazo de Bruce y depositó el insecto en su mano que perplejo por las palabras del viejo, solo pudo abrir su palma y aceptar a aquel bicho, mientras veía como aquella persona (que hablaba con dificultad el ingles) se marchaba lentamente tal como había venido.

***

-Veo que el suelo y las paredes están bien, todo limpio...

Bruce Wayne se volteo bañado por el sudor provocado de haber estado durante días limpiando aquel templo que parecía estar pintado desde sus orígenes con polvo y suciedad. La tarea encargada por Kirigi (que así se haría llamar el monje que habitaba aquel recinto en soledad) parecía ser una prueba con el único objetivo de mermar la mente del joven americano.

Y aunque ahora la nieve se estaba yendo poco a poco y el sol azotaba fuerte, para Bruce el interior de aquellos grandes pasillos parecía no cambiar por cada día que pasaba. Y allí Kirigi y Bruce, se encontraron parados en la mitad del templo (que mas bien parecían un viejo castillo abandonado) mientras el viejo no paraba de sonreír.

-Dime americano... ¿Por qué estás aquí? - preguntó tranquilo Kirigi.

-Por usted. Deseo hacerme-

-¿Y cuánto tiempo llevas aquí? - volvió a preguntar el monje, interrumpiendo la respuesta del joven.

-Pues llevo dos meses...

-¿Y por que cuentas el tiempo desde que estás aquí? ¿Acaso es que sabes cuánto tiempo necesitas para ser fuerte?

El viaje de Bruce WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora