4.Tiempo de sanar.

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Yo no conocía prácticamente de nada a la viuda de Paco, pero al entrar en la sala, rápidamente supe quién era.

Muy de vez en cuando, a la hora de los desayunos, cuando parabamos para bajar a la cafetería de la esquina, Paco contaba retales de su vida con ella, que a lo largo de los años de desayunos, había servido para hacernos una idea vaga de cómo era su vida en familia.

Sé que llevaban más de veinticinco años juntos , que compartían afición por salir a pasear, y que a ambos les encantaba visitar lugares nuevos.

Tenían dos hijos, que habían criado con mucha ilusión y cierto stress, y que habían abandonado hace años el nido familiar.

La mayor no pudo resistir la tentación de conocer Europa con poco más de veinte años y aprovechando una beca universitaria, conoció Francia, donde terminó viviendo con un chico francés, estudiante de la misma universidad de ingenieria, en Toulouse.

El chico siempre fue un poco más apegado a la casa familiar, y aunque aprovechaba sus vacaciones de verano para hacer turismo fuera de nuestras fronteras, nunca quiso asentarse fuera de su ciudad no sé si por comodidad, por amor o por ambas cosas.

Paco comentaba a veces, que como podía ser que siendo los dos hijos de unos mismos padres, criados igual, podían ser tan distintos.

Ella, tan independiente emocionalmente, tan decidida con sus planteamientos, tan aparentemente segura de si misma, y él tan dependiente a primera vista, pero al mismo tiempo tan libre para amar. Con un corazón enorme que algunas veces le trajo, según su padre, alguna mala pasada.

Cuando entré en la sala siete , allí estaban los dos, acompañando a su madre,escoltando cada uno a un lado como centuriones romanos y sujetando su mano, protegiéndola ,como no permitiendo que ella se marchase de este mundo.

Todos experimentamos muchas pérdidas a lo largo de la vida, pero la muerte de un ser querido no tiene igual en su vacío y profunda tristeza.

La miro a los ojos y se que el mundo de ella se ha detenido, y no hay mano lo suficientemente fuerte que pueda mantenerla aquí.

A lo largo de la mañana, ha tenido que contar varias veces a amigos, familiares y compañeros la hora exacta en la que falleció su marido, y como ella no estaba en casa cuando pasó. Contar que había salido un momento, como excusándose de no haber estado allí en el último momento de su vida y sentirse mal por no poder vivido aquello con él, o tal vez por no poder vivir aquello por él.

Hoy ella no lo sabe, y cree que cuando termine el día podrá volver a casa y que mañana tal vez despierte de esta pesadilla, pero está marcado en su memoria y grabado en su alma y es algo que le acompañará toda su vida.

Vivirá momentos en los que parecerá extraño que el mundo continúe como si nada hubiera sucedido, cuando el mundo de ella se ha puso patas arriba en apenas veinticuatro horas.

Su vida continuará, pero ella no tiene seguridad de por qué. Una vida diferente está frente a ella en este mismo instante, una en la que Paco no estará físicamente presente. Por mucho que las personas lo intenten, nadie puede encontrar palabras para hacerle sentir mejor o hacer que desaparezca este dolor. Sobrevivirá, aunque no tenga seguridad de cómo o incluso si lo desea.

Solo se me ocurre acercarme a ella y darle un tímido beso en la mejilla, sujetarle la mano, y una breve mirada a los ojos.

Tengo el convencimiento de que ella ahoramismo no sabe ni quién soy, que ella no está mentalmente aquí, sino que sigue en los instantes previos a abrir la puerta de su domicilio y encontrarse a su marido tirado en el suelo del salón.

Ella está en el super, pensando que si hará algo de comer para hoy, o si a Paco le apetecerá salir a la calle a tomar algo, ya que el día aunque frío, está soleado.

Ella se negará durante los próximos días, se enojará, pero no sabe ni con quién ni porque, volverá al presente y sentira el vacío de estar sola. No querrá vivir y sus hijos mostrarán tanto su afecto, que querrán sacarla de esa situación, sin comprender que es algo por lo que tienen que pasar los tres.

Nuestra sociedad parece estar involucrada en una campaña de eliminación de esa tristeza. Vemos revistas, anuncios en Internet y en televisión que ofrecen ayuda, venden pastillas o suplementos vitamínicos que prometen deshacerse de ella.

Ella aún no lo sabe, pero llegará un día en que lo acepte.

La aceptación muchas veces, se confunde con la noción de estar "bien" con lo sucedido. Esto no es lo que sentirá ella.

La mayoría de las personas que he conocido nunca se sienten bien acerca de la pérdida de un ser querido. Se trata de aceptar la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente y esta nueva realidad es la realidad permanente y eso implica un duelo.

Aprenderá a dejar de estar enojada con su Dios. Aprenderá que no tenemos el control sobre las tragedias que llaman a la puerta de nuestro hogar. Tomará conciencia de los motivos de sentido común de su pérdida, incluso sin entender nunca realmente las razones. Por supuesto, creerá que era pronto para él, y probablemente demasiado pronto para ella también.

Quizás tenía una edad muy avanzada o tenía mucho dolor y nunca lo expresó.
Tal vez era hereditario, y nunca se molestaron en hacerle un estudio. Tal vez su cuerpo estaba gastado y nunca quisieron ver las señales que mostraba.

Ella aún no lo sabe, pero su viaje no ha terminado. Todavía no es, ni mucho menos, la hora de que se reúna con su marido. De hecho, es hora de que empiece a sanar, solo que aún no lo ve.


La memoria de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora