Una voz muy conocida interrumpe bruscamente el silencio de la sala, hablándome en voz baja a escasos centímetros del oído.
¿Sabrias decirme cuánto es el tiempo adecuado de visita en un tanatorio? ¿Se supone que hay una relación directa entre el tiempo que pasas aquí y la cercanía de la relación que tenías con el difunto?,dijo con voz sería pero sonriendo.
Era Luis, un compañero de trabajo,de esos que, aunque no pertenecía a nuestro departamento, muchos días bajaba a desayunar con nosotros. Parece que se que se había cansado de deambular por el pasillo arriba y abajo y entró en la sala buscando el refugio de una cara conocida.
De pequeño, en el pueblo de mis abuelos, los velatorios se hacían eternos, empezó.
Parece que esta costumbre de velar a los muertos tiene un origen muy antiguo, cuando muchos artículos de casa eran de estaño, continuó.
Las familias con más posesiones, usaban los vasos de este metal para consumir alcohol, pero la mezcla de sustancias a veces implicaba que las personas sufrieran un parálisis parecido a la narcolepsia. Cuando encontraban un cuerpo, se recogía y se ponía encima de una mesa en donde la familia hacía una vigilia, esperando ver si el muerto despertaba.
No sé si sabías, que al no haber electricidad, de noche, mientras vigilaban a los cadáveres, la gente se alumbraba con velas, de ahí vienen el nombre de "velatorio".
Es curioso, como ahora,ni siquiera la familia más cercana, se queda a velar a su ser querido. Es como si entendiende que no tienen nada que hacer aquí al caer la noche, ya que el difunto en esta ocasión no despertará, y con suerte, alguien más sensato se acercará a la ellos para decirles que lo mejor será volver a casa, que el día ha sido muy largo y que mañana queda un día complicado.
¿Te apetece salir al pasillo un rato? continuo Luis, queriendo guiar la conversación.
Como yo pensaba que me vendría bien salir al pasillo a respirar, asentí, y salimos juntos sin querer levantar la atención de nadie.
Ya en el pasillo, decidimos andar un poco por la planta para hacer tiempo y hablar de todo y de nada, de las cosas humanas y de las divinas.
¿Hueles eso?, dijo Luis en algún momento de la conversación.
No se exactamente a qué refieres, respondí.
Huele a limpio. Huele a nada, comento mirando hacia delante. Cualquier tanatorio al que acudas, siempre huele así y yo no soporto este olor a limpio porque me da miedo. Me recuerda a la nada y la nada es un misterio y todo lo misterioso paraliza el cuerpo aunque sea solo por un instante.
Lo sucio y lo limpio, lo maloliente y lo perfumado, son ideas de nuestro cerebro que no expresan la esencia de las cosas sino la manera en la que nos afecta.
El olor aparece como firma de identidad, como una marca de presentación, como expresión de la fuerza de la vida en la persona. Todo olor procede de una experiencia previa nuestra mente es como una hoja en blanco donde se van impregnando los olores desde que somos pequeños y almacenándose en nuestros recuerdos.
A mí este olor limpio, insistió ,me recuerda a la nada, y la nada es la sensación más cercana que tengo a la muerte.
Lo cierto es que nunca lo había pensado así le dije.
Un día te harás mayor como Paco o como yo, me respondió. Lo suficientemente mayor como para pensar en la muerte desde la madurez. Cuanto más mayor me hago más pienso en la muerte amigo mío, y todos mis pensamientos terminan pereciendo.
Incluso a veces cuando quedo con mis antiguos amigos,tengo la sensación de que no son ellos los que están frente a mí, sino un vago recuerdo de lo que fueron en otro tiempo.
Seguramente ellos y yo empezamos a perecer cuando me fui haciendo mayor, cuando todos nos fuimos haciendo mayores. Nuestro nicho de unión siempre fue nuestro barrio y según fuimos haciendo los mayores y abandonando el barrio, todo se fue muriendo.
Hace años volví por el barrio a pasear y era un barrio muerto. Un barrio donde los coches aparcados en doble fila y los jubilados paseando a su pequeño perro, habían sustituido a los ruidos de los niños jugando con la pelota en plena calle, o los adolescentes tirados en el banco de un parque, o tal vez en la puerta de nuestro portal malgastando su tiempo, porque el tiempo para ellos era infinito.
Me paré, y quise interrumpirle mirándome a la cara: Esta siendo un día muy largo y raro,¿no crees?. Tal vez si lo piensas, nunca es demasiado tarde y puedes recuperar ese tiempo perdido.
Lo intenté, dijo pausadamente, hasta diría que lo intentamos todos, pero la vida de cada uno tenía caminos distintos, y aunque supongo que teníamos la confianza o tal vez la amistad tan fuerte que nos unía, y que creíamos que no nos permitiría estar distanciados y permanecer siempre juntos, todo cambió.
Ya, supongo que, como dice todo el mundo, cualquier tiempo pasado no fue igual, le respondí.
Supongo que es lo que llaman ley de vida. La muerte nos rodea a lo largo de la vida dándonos a veces un respiro, una advertencia de cómo debo guiar la vida solo que no le prestamos atención.
Ah, amigo mío, insistió,el sol se muere, este planeta se muere, todos los autores favoritos que lees, o esos actores que ves en la película, grabados en digital o celuloide, desaparecerán, y cuando desaparezca el mundo ya no habrá un recuerdo ni siquiera de ellos.Es más, incluso el yo, como actitud gramatical morirá y es algo que no podemos evitar y que en el fondo detrás de esa capa de miedo me da cierta sensación de descanso.
Al final todos estamos muriendo desde que nacemos. ¿Sabías que como especie estamos evolucionando y llegará un día en el que seremos un vago recuerdo en la evolución?
Si no eres capaz de comprender la muerte,no eres capaz de comprender en qué consiste exactamente el milagro de la vida y precisamente hoy por hoy, no queremos que exista la muerte en nuestra sociedad de consumo.
No parece que entiendas bien mi mensaje. Ven , acércate y te mostraré una cosa. Entremos en esta sala, y hagamos como que conocemos a la difunta.
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La memoria de un hombre muerto
Krótkie Opowiadania¿Hay vida después de la vida? Relato sobre pensamientos de vida y muerte.