Overlord Un Nuevo comienzo: Hija de las Llanuras

Resaca de Muerte 2/2

Resaca de Muerte 2/2

Ainz movió los papeles con suavidad, pasando hoja tras hoja, archivo tras archivo y carpetas de papeleo de un lado a otro, ojeando levemente las más ligeras y simples, aquellas que contenían información que sabía bien que si que era capaz de atender directamente, mientras terminaba dejando de lado, momentáneamente, las que eran más robustas y complejas, con información que no terminaba de entender del todo.

Aunque, bueno, en general, casi nada de lo que estaba leyendo era de su total comprensión, claro, hubo palabras y frases que le dieron una idea, pero en su mayoría batallaba por entender la mayoría del papeleo... Tal vez debería de colocar un estante en algún lugar de su oficina y llenarlo de libros sobre economía y gobierno, así al menos podría disimular un poco mejor su falta de soltura en dichos campos bajo el pretexto de que un líder debe de estar preparado para todo... Aunque claro, cada vez estaba más renuente a fomentar esa falsa de ser un líder digno, aceptar sus errores más abiertamente era algo que quería comenzar a hacer. En algún momento, cuando no sienta que su cuerpo vaya a colapsar sobre sí mismo en un ataque de pánico.

Rascó suavemente su cuello, estirandose haciendo que su cuerpo tronara, una sensación bastante incómoda a decir verdad, reciente también, pero no era lo suficientemente incómoda como para que le prestara demasiada atención, ahora, por lo menos, parecía ser algo reconciliador entre su mente y cuerpo, incomoda pero a la vez agradable.

Era curioso a decir verdad, antes su mente batallaba tanto en tratar de razonar, mediar entre lo que podría ser considerado como Momonga y lo que podría ser considerado como Satoru, ahora, era mucho más ligero, más suave, casi como si la diferencia hubiera sido inexistente. Un tema extraño, uno que además del papeleo y de sus varios pendientes, había estado en su cabeza desde la pijamada de la noche anterior.

Su vista se volvió a enfocar en el papeleo, un suspiro alegre y gentil salió rozando su colmillos dejando de lado momentáneamente sus dudas existenciales. Para su suerte, había consumido la mayor parte del papeleo que estaba estancado desde hace ya un buen tiempo... Internamente, Ainz se prometió que nunca volvería a tomar vacaciones sin estar seguro de haber terminado todo lo que tuviese pendiente, el ataque de trabajo que había tenido fue mas que suficiente, ademas de que seguramente los Npc no aceptarían este tipo de horario de su parte, sobretodo Sebas Tian que seguía atento a sus horarios de trabajo, posiblemente una forma involuntaria de que Ainz cumpliara con las mismas ordenes que este habia establecido para los trabajadores de la tumba, justicia poética en simples palabras.

Aun así, tenía que aceptar que aquel ataque de trabajo que tuvo hace unos días terminó por dar sus frutos, si, el estrés mental que sufrió fue tan inmenso que dudaba de que su supresor emocional pudiera seguirle el paso... Aunque, bueno, tras el ataque de pánico este no le pareció tan malo en sí mismo, pero ciertamente fue un sufrimiento tratar de mantenerse al día con todo lo que había dejado atrasado, pero fue gracias a ese sufrimiento por el que ahora mismo solo tenía una pila de documentos bastante reducida, claro, si se le compara con el que usualmente tiene que lidiar, por lo que había avanzado con relativa facilidad entre los informes y papeleo pendientes. Suspiro pesadamente, mientras revisaba por 6ta vez una propuesta de un día feriado para el calendario oficial del Reino, obviamente, otro día festivo a su nombres e imagen.

-"... ¿Tal vez deba de hacer un día feriado por el nacimiento de Golden?, ¿Tal vez un día en honor a mi madre?..."-Pensó seriamente, negando rápidamente con la cabeza tras unos segundos de consideración de los que se avergonzaba, decidiendo que, si bien la idea de un día para celebrar a la familia estaba bien, no haría un feriado solamente para su madre e hija... ¿Verdad?

Lo siguiente que se escuchó en la sala fueron las propias manos del Overlord golpeando donde deberían de estar sus mejillas, dejando de lado el infantil pensamiento, prosiguiendo y volviendo a su vez a su modo de trabajo.