Capítulo 31 (☬⁠)

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Rehuir Daren

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Daren

El calor hace que me duela la sien, la asfixia que aprieta mi pecho, me hace doler mi cuerpo con el furor del calor que provoca la jaula junto a la maldita cadena que me aprieta el cuello, lo cual solo empeora mis malestares. La apestosa comida rodea mis pies, ya que los imbéciles del otro lado la envían desde el techo de la jaula.

—¡El banquete del rey! —gritan desde arriba por tercera vez desde hace tres días.

El piquete que siento en el cuello de nuevo me desespera, porque esa mierda que me suministran desde la lejanía me adormece la piel y me lleva a los revocos de mis recuerdos más amargos.

El vestido rojo de seda abrazaba cada curvatura de su cuerpo resaltando su tez blanca, sus labios estaban rojos y su mirada destacaba con el maquillaje ahumado.

—Estás loco —renegó Nadir, a mi lado, observando a la misma mujer que venía acompañada de Darkó —. Conoce en el maldito problema en el que la estás metiendo y no digamos los que vas a tener que enfrentar.

Nada de eso me importaba, lo único que deseaba en ese momento era encadenar a la mujer que se encontraba rabiosa, más no disgustada de mis métodos frívolos para llevarla al altar un veintinueve de abril, extendí mi mano a su dirección y ella no dudó ni un segundo en otorgármela, siendo testigo del temblor y la temperatura fría de sus manos.

—Estamos reunidos, para consolidar y unificar dos almas que se pertenecerán en la vida y después de la muerte —dijo, el hombre de cabello blanco y tez morena que se encargaba en hacer los rituales matrimoniales en la bratva —. Porque de la sangre somos y a la sangre le serán leales.

Coloque el anillo de oro blanco que albergaba cientos de pequeños diamantes donde rodeaban y resaltaban el diamante Pink Star, luego ella procedió a colocar un anillo negro con orillas doradas en mi dedo anular, al dejar a Darkó colocar un abrigo de piel negro en sus hombros, y Nadir aún molesto me coloco un abrigo de piel color rojo. Al terminar, el hombre tomó mi mano derecha ensartando la hoja afilada en toda mi palma, dejando que mi sangre se resbalará y caerá a un cáliz dorado, lo mismo hizo con ella uniendo nuestras manos derechas con un lazo negro instándonos a sostener el cáliz entre ambos.

—La templanza será su compañera, la aniquilación, su amiga, y de ahora en adelante deberán honrarse y honrar a la organización, porque a ella pertenecerán, por ella matarán, y a ella le entregarán la vida.

Nos ordenó tomar de la sangre derramada del cáliz como un beso pactado entre los testigos y nosotros.

—Por el poder que se me ha otorgado hoy los declaró marido y mujer.

El agua congelada despertó mis sentidos, la tos que estremecía mi pecho, ardía como una mierda, las carcajadas y burlas de Basil las observaba en la lejanía, porque mi vista era borrosa y las voces las escuchaba amortiguadas.

Deserción Implacable Libro 1 (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora