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CAPÍTULO CINCO


pedri's point of view

No había vuelto a mencionar ni una sola palabra, estaba conduciendo dirigiéndome hacía el hotel, con Chloe en el asiento de copiloto, con los brazos cruzados, recostada hacía el lado de su ventana.

Habría jurado que se había quedado dormida, porqué no era normal en ella estar tanto tiempo callada, pero su móvil vibró y el brillo de la pantalla iluminó su cara, lo desbloqueo y contestó al momento.

—¿Quién es? —pregunté en un tono bajo con la mirada centrada en la carretera.

—Max, mi amigo —respondió como si nada sin apartar su vista del móvil ni por un segundo, estuvo varios minutos escribiendo sin parar.

Déjala en paz, machango pesado.

—Voy a matar al amigo ese tuyo, por hacerte venir aquí. —solté después de un rato.

—No ha sido él, yo quise venir, sabía que te enfadarías si lo hacía. —admitió con la voz apenada, la miré de reojo, ella sólo jugaba con sus dedos con la cabeza agachada.

—Mira Chloé...

—Que si, ya se que me vas a decir, que soy una cría y que me quite esas tonterías de la cabeza —yo asentí lentamente, hizo una pausa y soltó un pequeño suspiro mientras se llevaba las manos a la cara y seguidamente apartaba su cabello suelto y coloca sus rizos detrás de sus orejas. —y lo voy a hacer.

¿Qué?

—¿Hmh?

—Voy a olvidarme de ti, si es lo que quieres, solo necesito tiempo. -sus últimas palabras sonaron más difíciles de pronunciar, porque por mucho que intentara ocultarlo su voz cortada delataba sus ganas de llorar, ¿pero y yo que mierdas se supone que debería decir en ese momento? —El alcohol te hace llorar ¿no? —dijo secándose las lagrimas rápidamente.

—No creo que en tu caso sea por el alcohol. —dije al frenar en un semáforo en rojo, tratando se suavizar la situación, pero no pareció hacerle ni pizca de gracia.

—Pues yo creo que sí.

Conocía a Chloé des de que ella tenía 14 años, para mí siempre había sido una niña, sí que es verdad que en el último año fisicamente había cambiado mucho, y sí, era guapa, qué coño, era preciosa, pero seguía siendo una niña.

—Oye. -llamó mi atención una vez volví arrancar. —Xavi no puede enterarse de esto. —lo dijo tan convencida que hasta parecía una orden. —Prométemelo —no estaba seguro de no contárselo, al fin y al cabo así sería mucho más fácil encontrar a ese animal y darle su merecido, y de alguna manera me aseguraba de que ella no volviera a meterse en algo así cuando se le crucen los cables. —Pedri, por favor.

Su mano en mi rodilla me desconcentró completamente, le eché un vistazo rápido para luego mirar de nuevo al frente, pero ella no parecía tener intenciones de quitarla de ahí.

—Vale, sí, prometido.

—Y otra cosa más.

Esa sí era mi Chloé, una cotorra.

—Soy todo oídos. —dije sin poder evitar sonreír.

—He decidido que te doy mi permiso para liarte con quien quieras.

—¿Ah sí? —me sorprendió lo seria que se mantenía mientras yo casi estallaba en carcajadas.

—Sí, menos con la arpía esa de hoy. —habló incluso más seria que antes y se giró hacía mi con las cejas fruncidas, volví a pararme por la luz roja del semáforo, todavía riendo por sus palabras, llevó sus manos a mis mejillas y giró mi cara hacía ella forzando un contacto visual -hablo muy enserio, como te vea con esa nos desconocemos.

—Apuntado, ¿pero puedo sabes por qué? —rodó los ojos mientras me soltaba y se re-colocaba en su asiento.

—Se ha burlado de mí, porque llevaba la cara pintada en el partido.

—Estabas muy graciosa.

—Cállate. —me golpeó en el hombro, y luego se tapó la cara con sus dos manos.

A los quince minutos ya habíamos llegado al hotel, entramos en el ascensor, yo me apoyé en una esquina, y Chloé pulsó el botón de la planta tres y me miró con cara de no haber roto un plato en su vida.

Se agarró de la barra de enfrente del espejo, se agachó y abrió la cremallera de sus altas botas y saco la lleve de su habitación, las puertas del ascensor se abrieron, caminé detrás de ella.

Cuando se paró en frente de su puerta, yo pensaba seguir mi camino hasta llegar a mi habitación, pero su mano rozo la mía y escuché un murmuro diciendo mi nombre.

—No quiero dormir sola, no hoy... —susurró sin más, como si no acabara de descuadrarme todos los esquemas.

—Chloé yo no puedo hacer eso.

—Te lo juro Pedri —sus manos volvieron a mis mejillas y otra vez el contacto visual me ponía nervioso. —Te juro por lo que más quieras que pienso dejarte en paz, no volveré a molestarte, pero no me dejes sola.

Ni siquiera tenía mi mano agarrada, simplemente se rozaban, abrió la puerta de la habitación y entró sin decir nada más.

Yo la seguí, cómo llevaba haciendo toda la noche.

crush 𝘗𝘦𝘥𝘳𝘪 𝘎𝘰𝘯𝘻𝘢𝘭𝘦𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora