Chapter Three: The Beast

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Dorian

Salimos de la casa de los Loveridge una hora después de cenar. Entendía bastante bien la reacción de Ophelia y me llenaba de impotencia no poder contarle la verdad.
Mamá y yo bajamos del auto, para adentrarnos a la casa, pero el sonido de mi celular me interrumpió, le dije a mi madre que se adelantara al leer el nombre del contacto.

Te encanta sufrir, ¿cuando vas a aprender.— Habló la otra línea.

No me volveras a separar de ella ...— Dijé su nombre con asco y repulsión.

Crees que alguien como ella se fijaría en alguien como tu, no me hagas reír.— Escuché su risa al otro lado del teléfono, juraría que la escuchaba detrás de mi.

Y no me equivovaba, escuche sus pasos acercandose, colgué la llamada y me volteé a verlo.

—Aún después que me deshice del imbecil de tu padre, tienes el valor de acercarte a ella.— Dijo para dejar salir el humo de su cigarrillo.

—Ella es y será mía.— Volvió a hablar.

—Ella ni siquiera sabe que existes, y se que aun sigue sintiendo cosas por mi, tanto te duele que siempre sea mejor que tu.— Dije para acercarme y quedar cara a cara.

Ne budi zverya— <<No despiertes a la bestia>> Dijo el para luego dedicarme una sonrisa. Estaba intentando asustarme, pero ya no más.

Eres un enfermo de mierda, ella nunca se fijaría en un retardado como tu.— Dijé empujandolo hacia atrás.

—Ophelia será mía, y sabes muy bien lo que le pasará a tu madre si hablas o le revelas algo sobre mí. Alejate de mi Ophelia.— Tiró el casquillo que quedaba de su cigarrillo para desaparecer nuevamente entre las sombras.

Por su culpa Ophelia no quería saber nada de mi, me odiaba y despreciaba. Si tan solo supiera todo lo que he luchado y pasado para poder estar con ella. El primer sacrificio fue la vida de mi padre.

Me adentré nuevamente a la casa encontrandome a mi madre hablando por teléfono con una cara de preocupación en su rostro, algo malo pasaba. Me quedé parado a esperar que terminara su llamada, hasta que al fin colgó.

—¿Qué ha pasado madre?— Pregunté acercandome a ella.

—Una chica de la ciudad está desaparecida.—
Mi mente buscó automáticamente un culpable, pero era demasiado pronto como para sacar conclusiones.

—¿Quién ha desaparecido.— Pregunté mientras me acercaba a ella y colocaba mis manos en sus hombros.

—Ha sido Blake Adams, una de las amigas de Ophelia.—Dijo para despues colocar el teléfono nuevamente en la pared.

Mamá era la presidenta del vecindario, su rostro estaba palido. Esta era una situación de la cual preocuparse. Todo el tiempo que llevo aquí nada malo hubiese pasado. Lo mas grave han sido grafitis o alguien que se haya robado alguna cosa del supermercado. Ya una desaparición era algo muy grave.
Abracé a mamá y deposite un dulce beso en su frente.

—Tranquila mamá, seguro esta de fiesta y no le avisó a sus padres, ya sabes como son los jóvenes.— Traté de calmarla aunque yo estaba igual de preocupado, no por la joven, no la conocía de nada.

OPHELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora