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❝ ᴠɪᴅᴀ. ❞

¿Qué estaba pasando? No podía moverse, sus piernas estaban débiles y temblaban haciendo casi imposible cualquier movimiento. El cadáver de Rubius yacía de sus alejados ojos en el risco de la montaña, Spreen tenía ganas de vómitar, la sangre salía del cuepor como si se hubiera derramado agua, la escena era tan grotesca que el híbrido no podía apartar la mirada, ni siquiera se podía descubir con lo que le había pasado a la cabeza cuando se entrello en el suelo, incluso Spreen se quedó congelado por la pocion de los brazos y piernas del híbrido pardo.
Se arrepintió de tanto en tan solo segundos, tal vez Spreen pueda ser alguien arrogante y de paso malvado, pero nunca le desearía a nadie la muerte y menos de esa forma, tal vez de amenaza si pero nunca con ese final.

Por alguna razón, intento estirar su mano para poder alcanzarlo y ayudarlo sino fuera por los brazos de Shadoune impidiendo cualquier movimiento brusco.
El ser oscuro solo aparto la vista del cadáver, apoyo su cabeza en el hombro de Spreen maldiciendo en su idioma natal sin soltar a Spreen con miedo a sus locura.

Spreen sentía su corazón quebrado, como si varias agujas finas lo atravesarán de forma profunda, y todo lo que había construido en su cabeza se derribo; el miedo, terror y desesperación estaban a la vuelta de la esquina quebrando el muro que el tanto le costó construir, su cabeza lo único que repetía era que todo era su culpa, y la de sus sensibles orejas que tenía. El híbrido apretó suelo maldiciendo en su cabeza, era todo su culpa, si esa alarma no lo hubiera tomado desprevenido podía haberlo agarraro más fuerte. Quería arrancarse sus peludas y pequeñas oreja, y ser normal, apretó la mandíbula com tanta fuerza que sentía que sus dientes iban a romperse en pedasitos

───Hay que ir por él... ─── Rompió en susurro el silencio Shadoune, quien miraba con tristeza al oso que sostenía sus brazos, el ser oscuro notaba la obvia tristeza del oso, sus orejas y cola lo delataban.

Spreen simplemente no dijo nada, se levantó con dificultad casi tropezando, Shadoune lo sostuvo como pudo y sin más bajaron de la peligrosa montaña en silencio. Shadoune entendía la situación de Spreen y sabía que por la crisis el híbrido era capaz de culparse y cargar con la muerte del oso pardo, cosa que la verdad el Francés no quería que pasara.

El viaje fue un completo silencio e incómodo, ninguno de los dos decía absolutamente nada. El híbrido movía su cola rápidamente como indicio de que todo un su cabeza era un completo desastre, la muerte del español se repetía una y otra vez, una peor que la otra.
Shadoune a los lejos pudo ver la base que habían hecho, mordió su labio algo indecidio, quería hablar con Spreen antes de que este explotará, pero a la vez no quería meterse.

Corazón frío | SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora