Decimosexto Relato

24 3 4
                                    

Era la historia del un típico cliché.
Ella era típica chica soñadora, ilusionada con una historia que quizá no se cumpliría.
Pero luego de un tiempo, a la edad de los doce años, una edad bastante madura, le atrajo uno de sus compañeros de clase.
Él era especial, o por lo menos lo era para ella.
Pero, como suele ocurrir, no le prestaba mucha atención. Y, a pesar de ello, ella nunca dejo de quererlo.
Al pasar los meses se percató de que lo amaba. Sabía que debía hacer algo al respecto, así que ella y su amiga se fueron acercando poco a poco al joven que la mantenía cautivada.
Ambos se volvieron grandes amigos.
Pero le seguía doliendo.
Seguía sintiendo aquel un inmenso dolor dentro de ella.
Se sentía culpable al estar junto a él, y era obvio...le estaba ocultando su amor.
De a momentos él le decía cosas bonitas, pero ella lo veía como algo normal.
Su amiga le decía que, realmente, el joven si sentía algo por ella, pero no lo creía.
Hay veces en las que no solemos descubrir si alguien está enamorado de nosotros, pero alguien fuera de la relación si...es extraño.
Crecieron, todos crecen. Pero a veces, no nuestros corazones.
A pesar de haber perdido las esperanzas en él, ella no podía olvidarlo.
Verlo besar mujeres que nunca lo amarían como ella, escuchar como sufría...la mataba.
Ella estaba varada, en su propio tornado, mientras miraba a los otros enamorarse y ser felices.
Envidiaba a todas esas chichas con sus novios, las miradas que ellos les dedicaban a ellas, sus sonrisas y gestos.
Lugo llegaron oscuros meses.
Muerte, enfermedad, soledad.
No aceptaba su vida...no la quería.
Ella perdió la cordura, ya no soportaba el dolor.
Era asombroso como un muchacho pudo arruinar a una soñadora, quitándole las esperanzas.
Ella se intento matar junto a un chuchillo.
Cortándose desesperadamente las venas de su mano derecha, y despidiéndose de su amado.
Todo oscureció.
Cuando de repente, despertó.
Era una habitación blanca.
Una habitación parecida al cielo.
Pero que no era el cielo.
A pesar de que allí había un ángel.
Su ángel.
Él, su amado.
Ella examino todo.
En su mano, llevaba una venda donde se debía encontrar su herida, la habían conectado a varios cables, y había una gran máquina que emitía un rítmico sonido...su corazón, aquel que ella consideró roto.
-¿Por qué?- Él fue el primero en hablar.
Pero ella no pudo contestar.
Solo se sentó en su camilla y observó el brazo de su acompañante. Tenía una pequeña vendita. Como cuando te dan una inyección.
-Tú me diste tu sangre, ¿Verdad?- Preguntó ella.
Él sonrió. Si. Él la había salvado.
Se acerco a él y lo abrazó con cariño.
-Te amo, lo siento.- Soltó- No podía aguantar ver como los demás hombres ven de maneras tan hermosas a sus amadas y yo...yo...yo estaba sola. Y te amaba, pero tú no me veías así.-
Él rompió el abrazo para mirarla a los ojos. No parecía enojado.
Alargo su mano y le acaricio su mejilla.
Para luego juntar sus labios en un dulce, pero apasionado beso.
Beso del cual solo se separaron un momento, y fue para que él le dijera:
-Es que solo lo hacía cada vez que tú mirabas para otro lado.-

****
Awwwwwwww ☺️😍😘 (okey basta)
Bueno es feo como esto pasa, les digo que enserio cuando escribí la parte en la que ella se mataba...me temblaba la mano.
Espero que esto deje de ocurrir. El matarse por otra persona es tonto (por no decir otra cosa), siempre va a haber personas que nos quieran.
Para esas "amigas" mías que están sacando conclusiones de en quien me inspire en este relato, están mal. Lo invente yo. Pero igual las quiero!.

Pensamientos DispersosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora