Tercer Relato

75 8 2
                                    

Salí de mi casa feliz y cansada.
Había pasado gran parte de la noche junto a él, mi amor y fiel compañero. Aunque no es conocido por tener muchos amigos, desde el principio se ganó un gran lugar en mi corazón.
Él suele ser juzgado por su apariencia, además, al ser muy callado, o decir pocas palabras al presentarse, pocos lo creen interesante, a pesar de que oculta un sinfín de locuras, problemas y profundos sentimientos en su interior.
Pero, de todas formas, él me entendía.
Me escuchaba y aconsejaba.
Me producía día a día una gran felicidad ,y me mostraba nuevos mundos increíbles.
Encontraba muchos sentimientos nuevos al estar juntos.
Y...Así como se parpadea o se respira...Me enamore de él profundamente.
Él me daba alas, me hacía sentir como una dama con hermosas joyas, y me demostraba como, junto a él, poda ser mas dichosa.
Llegue al café donde nos encontraríamos, ya que en mi casa había demasiadas molestias.
Tome algo caliente y lo vi llegar.
Siempre igual, formal, tranquilo y elegante, pero manteniendo su hermosa apariencia.
Su olor a su vez me deleitaba, se esparcía por mis fosas nasales dándome una sensación de compañía y seguridad. Quizá era porque lo amaba, pero no me cansaba de oler su aroma, una y otra vez.
Podría decirse que éramos muy parecidos, ambos soñadores y apasionados, viviendo en nuestros propios mundos.
Disfrute junto a él el resto de la tarde, luchando por contener las lágrimas y carcajadas que querían salir de mi cuerpo, y usualmente lo lograban.
Llegue a mi casa antes de que oscureciera.
Él me acompaño, como hacia siempre, hasta mi casa y lo invite a pasar.
Mi madre se encontraba allí, y nos vio entrando abrazados y sonriendo.
Luego de cenar todos juntos, fui y me recosté en mi cama junto a él. Me gustaba que él sea quien veo por ultimo antes de dormir y lo primero por la mañana.
Hablamos hasta la madrugada, cuando solté una sonora carcajada por algo que me había contado. Esto despertó a mi madre que, enojada, entro a mi cuarto.
No debió decirlo, no eso... no esas cinco palabras que derrumbo mi momentánea felicidad.
"Hija, ya deja ese libro."

Pensamientos DispersosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora