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Iara Tarlazzi➤Toscana, Italia

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Iara Tarlazzi
Toscana, Italia.

Me dirijo hacia la hospedería, dónde me alojaré durante los cuatro días que estaré en Toscana. En el camino estaba tratando de asimilar que había conocido al jugador del United que hace dos días me cautivó.

Ya de por sí en las fotos salía muy bien, pero en persona es mucho más atractivo. Su voz era gruesa y tenía una mezcla entre el acento español y el argentino sin duda único, también era muy alto, su perfume era tan fuerte que inundaba mis fosas nasales, era una fragancia muy... varonil, no sabría bien cómo explicarlo, su mirada era tan profunda que sentí que caí en alguno de sus encantos, sentí que penetro mi alma de una forma disimulada solo con mirarme a los ojos. Sin duda el único chico que llamo mi atención.

Pero después me hice una idea de que iba a ser un amor prohibido. Al ser él, un jugador considerablemente importante, no se iba a fijar en mi de alguna forma u otra así que en mi conciencia quedaría ese recuerdo, ese momento en el que él recurrió a mí para que lo ayudara a orientarse.

(...)

Al llegar al lugar indicado me recibió una mujer alta de tez morena, cabello castaño oscuro, ojos verdes y de unos cuarenta años aproximadamente; era realmente bella y a pesar de esa edad se veía espléndida.

Luego de charlar un rato, me dijo que ya se le hacía tarde y debía volver a su casa. Me entrego una de las copias de la llave de la casa y también me dejó encargadas las llaves de la persona que convivirá conmigo y fué ahí donde me di cuenta que la persona con la que compartiría la casa estos días no había llegado, así que tranquilamente podría acomodarme a mi gusto y elegir la habitación más cómoda.

Hice un recorrido por la casa para conocerla un poco más y era muy linda, bien decorada y amoblada. Era acogedora, se sentía un ambiente tranquilo y también se sentía como un hogar.

(...)

Eran ya las diez menos cuarto y me quise pedir algo para comer, me decidí por una ensalada con pollo para cenar y pedí una de más para el orto individuo que se quedaría en la casa.

Las pedí por PedidoYa, tenía hambre y ya era un poco tarde como para salir a esperar la comida en las calles y encima, sola. Lo que me preocupaba en estos momentos era mi compañero de hospedaje ¿Y si se perdió? ¿Y si es un turista que no sabe nada de las calles de Toscana?. Miles de escenarios pasaron por mi cabeza, tenía miedo de lo que le haya podido pasar a la persona esta de la cual no sabía nada. Ni siquiera sabía cómo era físicamente como para salir y reconocerla por la calle.

Hasta que el timbre sonó indicando que alguien esperaba en la puerta, pensé en el repartidor que me traería la comida y me levanté de la silla en la que me encontraba sentada agarrando rápidamente un poco de dinero que tenía en el bolso para poder pagarle. Iba contando los billetes hasta que tuve la puerta delante de mí, puse la llave en la cerradura, le di dos vueltas a la llave y abrí la puerta.

-Buona notte. (buenas noches)- Digo y levanto la vista.

(...)

Alejandro Garnacho
Toscana, Italia

Ya había dado muchas vueltas por las calles de Toscana, estaba más que cansado, quería sentarme un rato o acostarme y dormir por horas sin tener preocuparme de levantarme temprano para ir a entrenar así que use el GPS. del celular para llegar al lugar donde me alojaría.

(...)

Al encontrarme delante de la puerta, dirijo mi mano hacia el timbre que estaba del lado derecho de esta. Espere unos segundos hasta que la puerta se abre y... vuelvo a verla a ella.

Veía sus manos dónde tenía dinero en ellas. Supongo que habrá pedido algo y creyó que era el repartidor.

-Buona notte. (buenas noches)- Dijo ella y me miró. Al verme se sorprendió y se veía confundida. Frunció levemente el entrecejo con una sonrisa y una mirada divertida.

-No se que dijiste, pero hola de nuevo.-Le digo sonriente.

-Hola ¿Te perdiste de nuevo?-Dijo en un tono burlón.

-Que chistosa. Y no, no me perdí, solo vengo a la casa en la que voy a dormir durante cuatro días.-Digo y ella se hace a un lado para que pase.

-Adelante.- Me dice y cuando paso cierra la puerta.

-¿Esperabas a alguien más? porque quiero que sepas que no vendo mi cuerpo.-Digo y ella me mira completamente confundida.

-¿Que dices?

-Como tenés dinero en las manos, imaginé que pensabas que me prostituía y lamento decirte que no es así.- Finalizo y ella se dispone a soltar una carcajada.

-No, -Vuelve a reír- Pedí algo para cenar y pensé que eras el repartidor.- Me mira nuevamente.

-Tampoco traigo comida conmigo.-Digo- ¿Que pediste de rico?

-Una ensalada con pollo, espero que te guste.-Dice mientras se dirige hacia el sofá- Si no es así, estamos en graves problemas.-Dice riendo.

-Que considerada, ¿Pediste comida para mí también?-Pregunto mientras tomo asiento al lado de ella.

-Así es.-Dice mirándome con una sonrisa.

-Voy a tener que pagarte por eso.-Le devuelvo la sonrisa.

-No te hagas problema, yo invito.

-No, por favor. Ya me ayudaste hoy cuando me perdí no hace falta que me pagues la cena.

-Insisto, sería un placer.-Dijo ella.

Iara Tarlazzi
Toscana, Italia

Seguramente ya piense que soy una loca, una fanática y seguidora de él. No me gustaría que me vea así y diciéndole «sería un placer» ¿En qué estaba pensando? ahora creerá que me vuelvo loca por el y que se de su vida profesional.

-¿Por qué sería un placer?-Pregunta él.

-Un placer para vos. Deleitar tu paladar con la comida Italiana va a ser una de tus primeras adicciones.- Inventé rápidamente algo para que no sospechara.

-Mi primer plato Italiano, ¿Quien lo diría?-Me mira con una sonrisa. La adicción de el va ser la comida y mi adicción, su sonrisa.

 La adicción de el va ser la comida y mi adicción, su sonrisa

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Amore in Italia // Alejandro GarnachoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora