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Iara Tarlazzi➤Venecia, Italia

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Iara Tarlazzi
Venecia, Italia.

Terminamos el desayuno y Alejandro se ofreció a lavar los platos que habíamos usado pero le dije que vaya a prepararse y yo lavaba los platos, que no me costaba nada. Se fue hacia su habitación a cambiarse y yo terminaba de lavar los platos.

Una vez limpios y secos fui a sentarme al sofá y prendí el televisor. Iba de canal en canal hasta encontrar algo que me guste. Justo veo una película que estaba andando y que me encanta, era la primer película de"El Stan de los besos" y estaba en la parte en la que Elle estaba llena de pintura y justo entra al baño de hombres donde aparece Noah con su torso descubierto y semidesnudo  pero con una toalla rodeando su cintura mientras intenta sacar a Elle del baño.

-Ma che uomo (pero que hombre)-Susurro para mí.

-¿Qué?-Escucho detrás mío. Dí un salto en mi lugar y me dí media vuelta para mirar a Alejandro.

-No te entiendo, hablame en español.-Me dice él mientras seca su pelo con una toalla. Mis ojos llegan hacia él y me lo encuentro de una forma particular. Estaba con el pelo mojado, con su torso descubierto y con una toalla rodeando su cintura, supongo que se acababa de bañar. Me puse nerviosa y sentí como en mis mejillas empezaba a aumentar la temperatura así que me dí vuelta rápido volviendo mi vista a la película.

-Nada, nada.-Dije de forma torpe y rápida lo que provocó un leve tartamudeo en mí pero traté de mantenerme firme y no mostrarme nerviosa.

-Esta bien.-Dice y se retira de la sala hacia su habitación.

Mi corazón tenía un ritmo muy acelerado entre los ciento sesenta y los doscientos latidos por minuto y diría yo que es por ansiedad. Fue para mí una imagen inesperada aunque no me disgustó y creo que se va a quedar guardada en mi mente por un largo tiempo.

(...)

Alejandro ya se había cambiado y estaba sentado al lado mío mientras terminábamos de ver la película. Estábamos en la parte en la que Elle sale del aeropuerto después de despedirse de Noah y se sube a la moto. A todo esto Alejandro estaba llorando por el final de la película, limpiándose las lagrimas con una servilleta de papel y sonando su nariz para que no le caigan los mocos.

-¿Estas bien?-Le pregunto.

-Si, más que perfecto ¿Cómo es que no estés llorando?-Pregunta con los ojos rojos de tanto llorar.

-Ya vi la película muchas veces, no me mueve ni un pelo.-Digo regalándole una sonrisa y el me mira de una forma triste y vuelve a largar unas cuantas lágrimas.

-¿Qué hora es?-Pregunta secándose las últimas lágrimas que se le salieron. Agarro el celular y prendo la pantalla.

-Once y veintisiete.-Digo.

-¿Qué hacemos, almorzamos acá o afuera?-Pregunta.

-Me gustaría comer afuera ¿Vos querés comer acá?-Le pregunto yo.

-No, no, almorcemos afuera.-Me dice y se para del sofá.-Enseguida vuelvo, iré a buscar el móvil que lo eh dejado cargando en la habitación.-Se va. Es la primera vez que lo escucho hablar con el acento español pero es divertido escuchar como se le mezcla el acento argentino y el español. Es algo de lo que no me cansaría de escuchar.

(...)

Eran ya las dos menos cuarto y yo fui hasta mi habitación para agarrar mi riñonera y en ella poner dinero y mi celular. Una vez guardado todo le dije a Alejandro si ya no íbamos.

-Faltan quince minutos.-Dice él.

-Pero quiero ver como hacemos para llegar .-Le digo.-Dale, vamos.- Me pongo adelante de él y trio de su mano para que se levante del sofá.

-Está bien.-Dice y se para. Al pararse me da un abrazo sorprendiéndome completamente pero se lo sigo porque me pareció muy tierna su acción.

-Dale que nos tenemos que ir.-Digo una vez nos separamos del abrazo. Agarro las llaves y nos dirigimos hacia la puerta.

(...)

Alejandro Garnacho
Toscana, Italia.

Ella iba caminando con su vista en el celular donde tenía el GPS. que nos guiaba hacia el centro comercial mas cercano. Yo me dedicaba a seguirla pero por un momento sentí que nos estaban siguiendo, un presentimiento muy raro en mí por eso lo ignoré y continué con mi camino junto a Iara.

Iba caminando a la par de Iara hasta que decidí preguntarle cuanto faltaba para llegar.

-¿Falta mucho?

-Estamos a dos cuadras.-Me dice y guarda el celular en su riñonera.

Caminábamos de lo más tranquilo y mientras íbamos hablando del fútbol, un tema que me parece raro hablarlo con alguien que no sea alguno de mis compañeros de equipo o algún familiar. Más que hablar de fútbol le estaba explicando algunas reglas sobre el deporte para cuando venga a un partido mío. Siempre un paso adelante.

-A ver si entendí.-Dice ella.- Es penal cuando hay falta en el área chica.

-No solo en el área chica, si hay mano o hay falta en el área penal también es penal.-Ella me miró sin entenderme.-El cuadrado grande que está antes del área del arquero.-Le digo y ella entiende.

-¿Y cuándo es falta?-Pregunta dirigiendo su mirada hacia mí.

-Y por ejemplo, es falta cuando un jugador golpea el pie del rival en lugar del balón.- Ya se empiezan a mezclar los acentos.- También es falta por empujar y al tirar de la camiseta al rival.-Finalizo.

-Yo pensé que era cuando el árbitro hacia sonar el silbato cuando quería él.-Dice y yo sonrio por su deducción.-Ya llegamos.

Miro hacia el frente y me encuentro con el gran edifico a la derecha nuestra.

-Lo imaginaba más chico.-Digo.

-Es un centro comercial común y corriente así son todos los centros comerciales ¿o no?-Pregunta con curiosidad y yo la miro sorprendido.

-Es cómo una mansión, un palacio, es enorme y es tan grande.-Digo admirando los locales una vez ya adentro del centro.

-¿No es ni un poco parecido a los centros comerciales de Reino Unido?-Pregunta, todavía confundida.

-No, ni un poco.-Digo.-¿Y que vamos a comprar primero?

-Comida, tengo hambre.

-Yo también, muero del hambre.-Le doy la razón.

-Le doy la razón

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Amore in Italia // Alejandro GarnachoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora