La muerte, la vida y el miedo

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros es un pecado y para muchos eres un favor"
- Seneca

No obstante la muerte está tan segura de ganar que nos da toda una vida de ventaja, o al menos eso es lo que aparenta ser, pues mientras la tormenta azota las calles yo me encuentro haciendo mis estudios de taxidermia en este cuarto a la luz de solo una bombilla, el aire frio ayuda a conservar el cerdo que estoy descuerando.
-Grabacion número 14, el cuerpo comienza a depurar en algunas zonas y sus olores se comienzan a descomponer, debo ser cuidadoso con la higiene del producto final, de otra manera solo me haría ver cómo alguien nada profesional, pobre criatura, tuvo una vida llena de experiencias y la muerte no fue la mejor.
Mientras que bajo la plataforma para separar la piel finalmente del cuerpo la tranquilidad es interrumpida, en el fondo de la habitación helada una puerta se abre, asomándose con algo de repudio la casera del sitio, la Señora Isabel.
-Marlon, que pena contigo, es que tienes visita, dice conocerte.
-Capaz es un compañero de estudio, puede decirle que pase después, cuando una tormenta no amenace con arrancar el cielo.
Ella hace una pausa ante mi comentario sarcástico y dice de forma dudosa
-Dice ser familiar tuyo.
En un instante me retire el delantal de plástico lleno de sangre, el tapabocas y los guantes, aún así no me retire la bata, ¿quien podrá ser con este clima y a estas horas?, Cuando la puerta principal se abrió, un relámpago iluminó la cara de mi visitante, siendo está la cara de mi padre, que con solo 2 palabras me helo la sangre y aceleró mis pulsos por los cielos.
-Te encontré.
Un rayo cae en la calle iluminando todo, de repente estaba en otro sitio, reconozco este lugar, es la casa de mi difunta abuela, el sitio donde mi padre atentó contra mi vida en mi infancia, desde lo lejos escucho su voz cantando mi nombre, mientras yo corría buscando los escondites que use de niño pero todos estaban sellados, excepto uno detrás de un tanque.
La tormenta parecía ser más fuerte cada vez y en la cercanía escuchaba sus pasos y lo que parecía ser un sonido metálico arrastrándose lentamente por el suelo.
-No podrás esconderte por mucho, puedo oler tu miedo.
De repente un latigazo suena cerca, no cabe duda, ese sonido es de esa correa, la de cuero puro con chapa metálica con la que en mi niñez estuvo a punto de quitarme una pierna, en mi mente repetía la frase.
-Debo escapar de aquí, debo salir de aquí, de nuevo debo huir sin que me encuentre.
Otro latigazo sonó a la vez que el último grasnido de una gallina le hizo coro, no sabía que hacer, estaba en pánico esperando que no me encontrará, de repente otro pensamiento susurró en mi cabeza.
-Esto debe ser un sueño, un sueño nada más, esto no es real, es solo un sueño nada más, debo despertar.
Cada vez se repetía más fuerte hasta que lo termine diciendo en voz alta haciendo que el me encontrara.
-Te encontré.
Un valor me inundó completamente, metiendo mi mano a los bolsillos de la bata de laboratorio y sacando un escarpelo, me levanté de mi escondite y dije con el instrumento en mano.
-Pobre criatura, tuve una vida llena de experiencias y mi muerte no fue la mejor, hasta nuca.
Continuando a eso, mi mano en puño, con el utensilio se acercó a mi ojo derecho hasta atravesarlo lentamente, el dolor era real, pero todo era un sueño, no obstante aun estaba vivo, podía alcanzar a sentir la sangre corriendo por mi mejilla mientras percibía lo que salpicaba, con mi ojo restante lleno de lágrimas de dolor veía a mi padre corriendo como un depredador hacia mi, saque el escarpelo de mi ojo derecho para clavarlo en el izquierdo, demonios cómo duele, parece demasiado real, para apresurar mi muerte me deje caer cara abajo aún con el utensilio clavado, haciendo que me atraviese la cabeza y despertando en mi cama, mi corazón estaba a mil, aún así sentía el dolor del sueño, con cada palpitacion veía el techo de mi cuarto con la respiración agitada, luego no veía nada, y así sucesivamente por unos minutos, cómo si no única opción era oscilar entre el sueño y la realidad, temiendo el escuchar esa horrible voz en la esquina del cuarto diciendo.
-Te encontré.

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