Lovers Sin [Mexarg A.U] (cancelado)

IV: "Favor por amistad"

El infierno, también conocido como "Tártaro", es un lugar donde los seres más malos habitan, y las almas pecadoras cumplen su castigo. El orden de poder en este lugar es como una monarquía, similar a los Campos Elíseos. El poder máximo lo tiene Hades, luego están los Pecados capitales, seguido de sus Onis y por último otras figuras no tan importantes. La temperatura de este lugar suele ser entre 40°C y 50°C.

Los Onis Argentina y Perú se divertían jugando a las damas, pero si uno perdía, debían cumplir con una prenda. Era la tercera partida que jugaban y Perú movió una de sus reinas acorralando a Argentina y terminar ganando.

─ ¡Ve y pídele de comer a Asmodeus!─

─¿Qué es ese reto? Como sea, es muy fácil─

El argentino se apresuró a ir con el pecado de la lujuria y tomó su mano.

─ ¡Tengo hambre, amo!─

Asmodeus miró incrédulo al menor y alejó su mano del mismo.

─ Ve y pídele a una criada. No soy tu mami─

Argentina rió bajo y se dió vuelta para volver con Perú pero fue interrumpido por una de las manos de Asmodeus que agarraba el brazo del menor.

─ Quiero que en media hora me traigas el libro que te preste y del que te dije que me devolvieras anteriormente. Si no lo haces, te cortaré el cuello con mis propias manos─

Argentina tragó en seco y salió del salón. Empezó a dar vueltas por los pasillos bastante nervioso. La razón de aún no haberle devuelto ese libro, era que no lo encontraba. Esto le preocupaba mucho, ya que quería seguir teniendo su cabeza en el lugar donde va, y no colgado de decoración en el castillo. Sabía que Asmodeus era capaz, y más sabiendo que ese libro era muy importante.

Cuando estaba punto de tener un ataque de ansiedad, Argentina vió aproximarse a él a un trío de guardias.

─ ¡Oigan, ustedes!¡vengan!─

Los guardias miraron en dirección al demonio y se acercaron a él.

─ Háganme un favor, ayúdenme a buscar un libro forrado de cuero rojo y que con letras negras dice "Las maravillas del Tártaro"─

─¿Dónde estaba la última vez que lo viste?─

Preguntó el del medio.

─ Estaba en mi habitación, creo. Como sea, si lo encuentran lo dejan en mi cuarto. Y ni se les ocurra leerlo, o les cortaré la cabeza─

Los contrarios intentaron evitar reírse, se imaginaban al pequeño demonio dando saltitos para llegar a su cuello y cortarlo. En vez de eso solo asintieron y vieron alejarse al argentino.

Y si creen que estos guardias demonios son el trío de hermanos ángeles, están en lo correcto. Los mismos se miraron entre sí.

─ ¿Creen que nos conviene ayudar al Oni de Asmodeus?─

Buscó la opinión contraria el estadounidense.

─¡Si, me da intriga que es lo que esconde ese libro!─

Afirmó Canadá.

─ Claro que lo buscaremos─

Mencionó con una sonrisa el mexicano, y sin más comenzaron con la búsqueda. Tenían que ser discretos, ya que habían ciertos sitios del castillo dónde claramente no se podía entrar.

Pasamos unos minutos Canadá vuelve con sus hermanos y con el libro en manos.

─ ¡Chicos, lo encontré!─

Sonrió.

─ Huy ¿qué te pasó en la cara?─

Preguntó el mexicano refiriéndose a la gran cantidad de arañazos en el rostro del pelirrojo.

─ Un animal raro me atacó. Pero los dos estamos bien─

Mantuvo la sonrisa. México tomó el libro y solo tardó unos cinco minutos para leerlo por completo, a pesar de ser tan grande. Luego de eso, fueron al cuarto del argentino encontrando al mismo.

─ Encontramos su libro, Oni Argentina─

El susodicho sonrió aliviado, tomó el libro y le echó un vistazo.

─ ¿Cómo podría agradecerles?─

Los tres se miraron algo perdidos, no se esperaban esta reacción.

─ ¡Que seas nuestro amigo!─

Se apuró a responder el de cincuenta estrellas.

Argentina, al igual que los otros dos ángeles quedaron más confundidos.

─ Okey... Supongo que está bien─

Aceptó algo dudoso el albiceleste.

─¡Hagamos un picnic, esta tarde!─

Añadió nuevamente.

─ Bien, nos vemos en el patio trasero en una hora─

El demonio se retiró del lugar rápidamente para ir a devolver el libro. La amenaza de Asmodeus lo tenía con los pelos de punta.

Los hermanos miraron al menor de estos preguntándose porque propuso aquello con tanta seguridad, y como les beneficiaria aquella acción.

─ Se que suena estúpido, pero si nos hacemos amigos de ese demonio, quizá nos gane confianza y nos de información útil─

Los mayores se miraron bastante sorprendidos.

─ Nunca pensé que esa cabeza pensara─

Comentó el mexicano refiriéndose claramente a USA.

─ Oigan, dejen de burlarse de mí, algún día voy a superarlos a los dos y van a arrepentirse─

El mayor rió y desacomodó los pelos del contrario.

─ Lo lamentamos, hermanito. Créeme cuando te digo que te queremos mucho─

El estadounidense se emocionó por aquellas palabras, que provocaron un pequeño puchero en su cara, seguido de esto abrazó a los contrarios moviendo involuntariamente la cola que poseía.

Los mayores sonrieron enternecidos por la susodicha acción y correspondieron.

─ ¡Oigan, ustedes! ¡Pónganse a trabajar!─

Gritó el príncipe Lucifer, el pecado de la Soberbia.

los ángeles, sobresaltados, se separaron al instante y empezaron a caminar fingiendo vigilar la zona.