05. All My Love

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Daemon y Rhaenyra se casaron bajo las tradiciones valyrias rodeados solamente de la familia principal y unos cuantos más, fue una ceremonia mística a la orilla de la playa en Dragonstone, esa noche compartieron el lecho hasta el amanecer, el Príncipe Canalla jamás se sintió más satisfecho con lo que el destino le había entregado.

Según lo estipulado cada consorte de la Princesa tenía un ala en el castillo, ella debía dividir los días del mes pasando tiempo en las habitaciones de todos según acuerdos preestablecidos. El esposo principal tendría quince días, el segundo siete, la concubina oficial cinco y el concubino de segundo rango tres, claro que fuera del ojo público el tiempo del esposo oficial se recucia a solo dos días juntos y el resto dividido entre los demás por medio de acuerdos tontos que ellos mismos creban, como la vez que Rhaenyra los descubrió apostando días en lugar de dinero en un juego de cartas.

Una de esas noches, cuando Cole había salido como escolta de Laenor a un asunto oficial en High Garden, Daemon y Laena arrastraron a Rhaenyra a una noche de vino y charlas sucias que no podían tener con el reservado Cole o el vergonzoso Laenor. Fue así como una cosa llevó a la otra y terminaron los tres en la cama, nueve meses después Laena dio a luz a dos hermosas mellizas de piel morena, cabello platinado con rizos Velaryon y ojos morados, una con las facciones faciales redondeadas y suaves de Rhaenyra, a la cual llamaron Rhaena, y otra con el rostro más afilado y cejas cuadradas llamada Baela.

Dos lunas después de la alegre fecha Laenor y Rhaenyra compartieron el lecho como un intento de darle a los Velaryon un heredero, fue algo extraño pero no desagradable y quizá el mayor inconveniente recayó en el cariño fraternal que se tenían. Por suerte para ambos eso pareció bastar para crear una nueva vida, Rhaenyra estaba segura que era de ambos pues había dejado de visitar al resto de sus cónyuges con motivos diferentes a los de su compañía.

Fue hasta unos meses después, cuando el embarazo era todo un hecho que sus prácticas sexuales con el resto de sus parejas se reestableció. Lucerys Velaryon nació una noche de otoño, el primer día del décimo mes, con las estrellas y la luna brillando en el cielo y toda una comitiva de padres esperando por él.

El maestre después de limpiarlo ligeramente lo colocó en los brazos temblorosos de Laenor cómo lo había hecho con Jacaerys, el Alfa lo arrulló con palabras dulces, dejando salir su aroma para impregnarlo con él para después besar su mejilla y dejarlo en los brazos de su madre, después de eso el resto de consortes lo tomó, llenándolo de halagos cómo al resto de bebés de la extraña familia polígama.

Lucerys nació con la piel pálida de su su madre, cabellera castaña casi tan oscura que parecía negra y rastros de ser rizado, con los ojos tan verdes como una esmeralda, justo como Laenor y Corlys, su rostro era suave y sonrosado, un bebé hermoso que no se ganó más que halagos en la corte. Corlys era el abuelo más orgulloso del mundo, robando al pequeño de los brazos de su padre en cada ocasión, admirando su dulce sonrisa y dejando que unas pequeñas manos tiraran de su barba o cabello solo para escuchar al bebé reir.

Rhaenys era más de lo mismo, mimando a sus cuatro nietos por igual, besando sus mejillas y cantandoles las canciones que su madre le enseñó. Lucerys tenía el cabello de la difunta Joselyn Baratheon, ella podría reconocer esos rizos oscuros donde sea, además de eso el niño tenía la misma sonrisa brillante de su difunta prima Aemma, era como si ese bebé hubiera nacido específicamente para ser una reliquia viviente dedicada a la nostalgia.



Poco antes del primer cumpleaños del pequeño Velaryon Harwin Strong se unió a las filas del harén de la Princesa después de muchos años de miradas discretas y palabras dulces. El hombre era un perfecto caballero, el heredero de Lyonel Strong tomó lugar como Concubino de Primer rango, después de eso la princesa anunció que no planeaba tomar más consortes, evitando que el resto de casas intentara ganarse un puesto en el harén.

Alicent no era más que una bola de furia, Rhaenyra no solamente se había casado con alguien más sino que ahora tenía cinco esposos oficiales y cuatro hijos dentro de esos matrimonios. Los celos y la amargura la corroían día con día al observar las descaradas muestras de afecto que todos tenías con la Princesa heredera, desde Criston besando su mano cuando pensaba que nadie los veía, Laenor paseando con sus brazos enredados, Laena abrazándola a cada momento, Harwin dejando besos en sus sienes al partir a sus labores y Daemon robándole besos en los labios sin contemplaciones del lugar o compañía.

Era una completa tortura ser testigo de todo, ¡Ella ni siquiera podía pasear o conversar con la rubia sin alguno de sus molestos cónyuges pululando a su alrededor!, incluso sus hijos pasaban más tiempo con Rhaenyra de lo que ella jamás podría. Los tres niños se escapaban de la guardia de sus niñeras para correr a las habitaciones de su hermana y pasar el día ahí metidos, regresaban oliendo a ella, Alicent ni siquiera podía estar cerca de ellos después de olerlos, no cuando le recordaban que incluso sus propios hijos tenían más derecho a los afectos de su amada Rhaenyra que ella misma.

En cambio Alicent tenía que compartir el lecho con el Rey cada cierto número de meses según lo estipulado, viendo su cuerpo que poco a poco se consumía más por la enfermedad y escuchando los susurros inconscientes del hombre que clamaba por alguien que ya no estaba ahí, esa mujer que ella jamás lograría remplazar, todo mientras intentaba imaginar que Rhaenyra era quien la aplastaba contra la cama.

Fue uno de esos días en los que sus hijos llegaron a ella oliendo a Rhaenyra que su padre se dio cuenta de lo que sucedía, le gritó frente a los niños que la Princesa no era alguien digno y que ni siquiera le había dado herederos puros a Lord Velaryon, acusando a Lucerys de bastardo mientras sacudía violentamente el cuerpo de su hijo mayor, Aegon solo tenía seis años, lloraba y le pedía piedad a su abuelo mientras era abofeteado por su debilidad, el hombre le gritaba que debían dejar de acercarse a los vástagos de su prostituta hermana y en su lugar debería prepararse para ser Rey ya que él era el legítimo primogénito varón de su padre, alguien que seguramente se presentaría como un Alfa y lograría montar a Sunfyre cuando ambos fueran lo suficientemente grandes.

Para su mala suerte después de que dejara ir a los niños de seis, cuatro y dos años, los pequeños corrieron a toda prisa directo a la habitación de su hermana para contarle lo sucedido. Rhaenyra no se hizo esperar e irrumpió en la habitación de su padre cargando a Aemond en sus brazos mientras Helaena se aferraba a su vestido y Aegon a su mano libre, le contó al Rey todo lo que los niños le habían dicho completamente encolerizada mientras exigía que el desgraciado de Otto pagara por sus ofensas.

Esa misma noche una reunión urgente del Pequeño Consejo se llevó a cabo y Viserys destituyó a Otto Hightower de su puesto, exiliándolo a Antigua sin derecho a regresar. Lyonel Strong fue nombrado como nuevo Mano del Rey en su lugar.

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