06. Given Up

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Pocos meses después del incidente Daeron Targaryen, cuarto hijo de la reina consorte Alicent nació, cómo era costumbre su padre lo cargó unos minutos, felicitó a su esposa y salió del lugar. La enfermedad de Viserys avanzaba cada día más, ya ni siquiera podía cumplir sus deberes como esposo, un gran alivio para Alicent. Rhaenyra también adoró a su pequeño hermano, ese día fue la primera vez que la rubia le dirigió una sonrisa sincera a la pelirroja desde que se habían distanciado.


Los años que le siguieron a la destitución de Otto fueron unos de los más pacíficos que había experimentado la corte desde los tiempos en que la reina Aemma aún vivía, Rhaenyra tomaba cada vez más poder en el Pequeño Consejo con el favor de su suegro, Lyonel era un hombre honorable y de buen juicio, apoyó sabiamente a la princesa con los proyectos que estaba implementado en beneficio del Reino. Pronto Kings Landing obtuvo un adecuado sistema de drenaje, vio la construcción de hospitales, refugios, orfanatos y comederos comunitarios que pronto se esparcieron por las grandes ciudades de Westeros.

Se crearon nuevos y más grandes puertos para el comercio en la capital y en todas las áreas costeras de relevancia para los Siete Reinos, incluso las malas relaciones con Dorne se apaciguaron para crear más sólidos tratados de comercio. La exportación e importación de productos a las Ciudades Libres comenzó a ser regulada adecuadamente por la Corona, las arcas del reino eran cada vez más grandes y con ello se conseguían fondos para el financiamiento de las instituciones de caridad recién formadas.

Los orfanatos eran manejados por Septas y regulados por la Corona, ahí los niños no solo obtenían un hogar sino que también eran enseñados en el oficio del cultivo u otras labores sencillas con las cuales ganarse un futuro a la par que aportaban algo a sus propios sustentos al tejer ropas para ellos o cultivar vegetales para el consumo.

Los comederos comunitarios utilizaban los alimentos sobrantes del Red Keep en lugar de tirarlos estando en buen estado, el sistema de drenaje ayudaba a que la capital fuera menos sucia y el olor insoportable disminuyera considerablemente. Ya no había tantas personas sin hogar por los suelos de las ciudades gracias a los refugios, Westeros cada vez parecía un lugar mejor y todo gracias a la Princesa Heredera.

El pueblo llano amaba a Rhaenyra, su nombre era clamado y alabado por los Siete Reinos incluso antes de su ascenso al trono, cada tarde la gente común se congregaba a las puertas de la Fortaleza gritando por su Princesa y ella por unos minutos al día los bendecía con saludos y una gran sonrisa.

Luego de tres años de tranquilidad el quinto hijo de la reina Rhaenyra Targaryen nació, el bebé fue llamado Joffrey Strong, en honor al antiguo amante del primer esposo de la Reina y tomando el apellido de su padre como heredero de su casa después de él. El bebé de cabello castaño rizado y ojos café era una dulzura, de carácter suave y llanto bajo, Viserys lo adoró igual que a todos los demás nietos y Lyonel lo observó con orgullo, él también era un abuelo amoroso aunque quizá más reservado que el Rey, Incluso Rhaenys y Corlys pasaron a felicitar a la princesa y cargar al pequeño bebé.

Un poco después de eso Laenor como primer esposo de la heredera tomó un Concubino, Ser Qarl Correy.


El tiempo siguió avanzando, los niños crecían y cerca del onceavo cumpleaños de Aegon su presentación llegó, un Omega Targaryen. Su olor a uvas inundó los pasillos mientras los guardias se pusieron a la defensiva y comenzaron a guiar al niño a su habitación, pronto toda la corte se enteró.

Alicent había estado dando vueltas en su habitación, mordiéndose las uñas con anisedad debido a la preocupación, sabía lo difícil que podían ser las presentaciones de los Omegas y su hijo se había negado a darle paso a sus habitaciones, a ella, su madre. El niño simplemente le había gritado se se fuera cuando intentó acercarse a su cama para consolarlo, era su penitencia por haberlo ignorado desde su tierna infancia, ahora el niño ni siquiera reconocía su aroma como el de una madre.

Aegon había preferido la compañía de Rhaenyra, su hermana, no su madre. Podía escuchar a las sirvientas susurrar por los pasillos sobre cómo el príncipe había elegido a la heredera en lugar de su propia madre Omega, era una bofetada para su orgullo y lo peor es que no podía encontrar en ella resentirse a la idea, después de todo el pensar en que Rhaenyra veía a sus hijos como propios le daba cierta insana satisfacción.

Podía imaginarse a la rubia acunando la cabeza de su hijo con ternura, impregnándolo con su aroma como si fuera producto de su semilla. Esa noche Alicent pasó el doble de tiempo rezando en el Septo buscando el perdón para todas sus ofensas.

Ese mismo año el huevo de dragón de Aemond se enfrió por completo. Rhaenyra tenía a Syrax, Aegon a Sunfyre, Helaena se unió a Dreamfyre al igual que Daeron con un pequeño Tessarion, él era el único de sus hermanos sin dragón.

Había vivido por años con la esperanza de que el caparazón de su huevo se rompiera y le entregara un dragón como al resto de sus familiares, incluos sus sobrinos menores los tenían, el huevo de Jacaerys se rompió pocos meses después de su nacimiento y el de Lucerys el mismo día que nació, Joffrey también tenía uno, sus sobrinos decían que ya se había agrietado por lo que pronto traería a la vida a un nuevo dragón y Baela había reclamado a Moondancer recientemente.

La única igual a él era Rhaena, su huevo se estaba enfriando junto a ella así que la amable niña decidió renunciar a él en un intento de salvarlo. Aemond no pudo hacer lo mismo, él deseaba creer que su huevo eclosionaría pero se había equivocado.

Su padre dijo que no todos lograr hacer nacer a un dragón y eso no significa que no tendrán uno, él, su tío Daemon, la princesa Rhaenys y Lady Laena, Aegon, Helaena, Daeron y Baela, todos obtuvieron su dragón al reclamarlo y no por incubar a un huevo. La hermana Rhaenyra le había prometido llevarlo a Dragonstone muy pronto para que intentara reclamar a un dragón después de que fallara con los del Foso de Kings Landing. Incluso lo llevó volar en Syrax junto a ella en un intento de hacerlo olvidar sus fracasos.

Aún así él podía escuchar lo que las personas en la corte murmuraban, después de todo era el único hijo del Rey sin dragón, un Targaryen defectuoso y con demasiada sangre Hightower, pero Aemond no era una torre, era un dragón y estaba decidido a probarlo. Fue por eso que se metió sin permiso al Foso del dragón después de ver a su sobrino Jace comandar por primera vez a Vermax, Aemond no quería volver a sentirse inferior así que se escapó de los ojos de los guardias y sus sobrinos para adentrarse en la oscuridad de las cuevas.

Por desgracia al acercarse demasiado a una de las bestias jóvenes fue recompensado con fuego del que apenas y pudo librarse, en su carrera para escapar de las llamas no notó como otro pequeño dragón lanzo un zarpazo en su dirección, fue así como una afilada garra rasgó el lado izquierdo de su rostro, desde la ceja hasta abajo del pómulo. Sus gritos de dolor alertaron a los guardianes y pronto fue sacado del lugar hasta donde estaban sus sobrinos, Laenor y Daemon.

Aemond no recuerda mucho después de eso, el dolor agonizante en el lado izquierdo de su cara que se extendía desde su ojo hasta la parte posterior de su cabeza lo estaba martillando, escuchó gritos y sintió como era depositado en los brazos de su primo Laenor para después ser sacado del Foso y llevado a toda marcha de regreso a la Fortaleza.

Los maestres trabajaron rápido pero no pudieron salvar su ojo, con la mirada desenfocada pudo observar a su madre llorar al lado de la cama y su hermana no muy lejos de ahí secándose igualmente los ojos mientras Criston la sostenía. Cuando fue sedado con algo de leche de amapola se les permitió a sus sobrinos entrar par saludarlo y preguntarle por su salud, hablar le dolía así que casi todo fue respondido por su madre quién se había instalado sentada junto a él en la cama sosteniendo su mano.

Esa noche escuchó a la mayor despotricar sobre lo imprudente que había sido y como pudo haber perdido algo más que un ojo por su testarudez. Le prohibió salir de su habitación hasta que la herida cicatrizara lo suficiente y ninguno de sus sobrinos podría visitarlo en su aislamiento.

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