Capítulo X-Érase una vez en... Japón

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Antes de salir volando por los aires o dirigir un casino, yo, Langris Vaude era considerado el mejor apostador del mundo, uno de los mejores mafiosos del siglo XX en el país del sol naciente cuando era ocupada por los italianos. En aquellos tiempos tenía a Yuno Grinberryall, su mujer Sylph que la tenía colgada de su brazo y pues estaba yo, pero al final la jodimos todo, pudo haber sido perfecto y está fue la última vez como gente como nosotros de la calle se le dio el puto control de algo tan valioso.

1999- Tokyo

Yo era un hombre de buen porte, mi sola presencia era muy respetable en cualquier lugar al que iba, tampoco es que vistiera cualquier traje barato de supermercado, uso un traje de lana y seda de Ermenegildo Zegna de doble botonadura y el pantalón de vestir estilo unicornio , una camisa blanca con puños franceses,corbatas de cualquier color de la marca Dior, zapatos de cuero en color negro o marrón de la marca Fratelli Rossetti y un abrigo de lana negra de Giorgio Armani. Lo tenía prácticamente todo, pero era infeliz, las cosas con mi mujer eran complicadas y ya se había perdido el amor, buscar amantes se volvió muy concurrentes entre los dos y ya no nos importaba.El divorcio era muy complicado ya que estábamos casados por la iglesia y el divorcio por medio de la iglesia era muy complicado, mis ojos se fijaron en la mujer de mi amigo, esa rubia era muy popular en mi casino su cintura era delgada, su culo tiene una forma de corazón, su piel como porcelana, su rostro bien femenino, apesar de haber dado a luz a su hija aún conservaba su bien definido cuerpo, ella era una chica muy perfecta, y entre los dos manteníamos una relación entre amantes.

Bell tenía una aura de encanto, quién no adoraba a Bell, era la mujer más encantadora si podría decirlo de todo Japón se peleaban por querer pasar un tiempo con ella, todos se sentían agusto por estar con ella.Bell producía un efecto entre los hombres, hasta podría asegurar que ella misma lo provocaba, pero por mucho que la desearan solo se podía llegar ante ella mediante las joyas y ser un hombre muy importante, y eso era lo que Yuno y yo también me incluyo sabíamos.

...

-Las maquinas sencillas están allá atrás-señalo el joven.

-Que haces allá atrás, ponlas acá delante que son su sitio así nadie podrá verlas- le indique.

-Vale-afirmo el joven.

-¿Y las máquinas de Serie E? ¿Dónde están?-pregunte.

-Pues...

-Las mejores máquinas que tenemos aquí son esas y no las veo ¡¿Donde mierda están?!- este joven de acá es un idiota-Son las que más producen, por eso a bajado la producción, no las tengas escondidas pon las acá delante.

-Vale lo haré, lo haré- dijo el joven.

-Escuchame atentamente aquí hay tres formas de hacer las cosas hacerlas bien, hacerlas mal y hacerlas a mi manera ¿Queda claro?.

-Claro, muy claro más claro que el agua,me pondre en ello, gracias- dijo el joven.

-No me des las gracias, solo hazlo y no tendria que estar explicándote esto- dije para luego retirarme.
Una vez terminado de explicar a este amarillo como es que se deben de hacer las cosas en mi casino, me hizo acordar cuando llegue por primera vez a esté continente por primera vez, el crimen no era muy concurrido por esos tiempos y en el caso de los casinos eran todo un desastre y es por eso que al querer hacer mis cosas a mi manera me colocaron en la lista negra de cualquier casino en Tokio, me catalogaron como persona de reputación notoriamente nefasta y esto no se puede anular.
Estar en la lista negra implica no poder ni acercarse al aparcamiento porque ni bien me ven van a llamar a la policía, lo que yo no sabía en ese entonces es que estar en la lista negra significa que todos en el departamento de la policía, DEA y FBI tenían grabado mi nombre en su cerebro, es como estar en la misma lista de los difuntos quienes conformaban la primera comisión Al Capone, Lucky Luciano, Vincent Mangano, Tommy Gagliano, Joe Profaci y Joseph Bonanno.

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