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—¡Bien hecho mi amor!— Festejaba Laia, mientras graba a Eli dar sus primeros pasos.

El tiempo seguia pasando, Eli seguia creciendo, y cada vez Laia y Derek se acercaban más el uno al otro, usando la simple excusa de que Laia era como una madre para Eli, y ella ayudaba demasiado a Derek, pero ambos sabían que esa no era la única razón.

Eli con torpes pasos llego hacia su padre, quién lo tomó en brazos y lo hizo girar, haciendo reír al pequeño Hale.
Luego de la graduación de Laia, los tres habían vuelto a Beacon Hills, Laia había conseguido un gran puesto en el hospital de Beacon Hills, y Derek era consultor de la policia. Y luego de la gran insistencia por parte del Hale mayor, Laia tenía su propia habitación en la casa Hale, y vivía junto a ellos.

Laia guardó su cámara mientras se acercaba a la cocina, para apagar el fuego y servir la comida, había descubierto que le encantaba cocinar, y uno de los que más sufría eso era el mismo Derek, ya que Laia lo obligaba a probar todo lo que cocinaba. 

—Vamos mi amor— Dijo Laia, tomando al pequeño Eli en sus brazos— Es hora de comer.

Mientras, Derek ponía la mesa, Laia se encargaba de sentar al inquieto de Eli en su sillita, para que pueda comer. La loba había preparado para el pequeño puré de manzana mientras que para ellos había preparado lasaña.

—Luego de almorzar, iremos a comprar las decoraciones—Avisó la menor, mientras le daba de comer a Eli.

Desde principio de mes Laia estuvo pensando en como decorar la casa por navidad, era su festividad favorita, por lo que ella veía extremadamente necesario decorar la casa, y a Derek sinceramente le costaba demasiado decirle que no a Laia.

—Está bien.

... 

La menor iba de un lado a otro en el centro comercial, eligiendo los adornos de navidad que más le gustaban, y detrás de ella la seguia Eli, con pasos torpes, y Derek con el carro lleno de decoraciones.

—¿Cuál te gusta más? Rojo o verde— Pregunto Laia mostrandole a Derek dos moños llenos de brillo.

—Verde.

—Bien, llevaremos el rojo— Derek rio, rodando los ojos, sabiendo que su beta haría eso—Y tú ven aquí, pequeño cachorrito escurridizo— Laia tomó a Eli en sus brazos, quién se habia dispersado entre los pasillos y había tomado un juguete.

—Mira quién intentó escaparse— Derek hizo reír a su hijo picándole las costillas.

En ese momento llegó el señor que había ido al almacén a buscar el árbol de navidad que le habían encargado, el cuál por petición de Laia, era de gran tamaño, y de color verde.

—Muchas gracias— Derek le pasó una propina al hombre que había cargado el árbol hasta allí

—No es nada, señor. Por cierto felicidades, su familia es muy hermosa.

Las mejillas de Laia en ese momento se asemejaban al color de los ojos de un alfa, si bien aún no podía definir qué era lo que sentía por Derek, si sabía que ese tipo de comentarios, las atenciones que Derek tenía con ella, la forma en la que la miraba y la hacía sentir, ponía su corazón latir a mil. 

 

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Labyrinth_ Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora