Capítulo catorce

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Willow

Me despierto a causa de la mano que se posa en mi cintura y el pequeño beso que deja Declan en mi mejilla. Murmuro algo que no entiendo y me giro hacia él, abriendo un poco los ojos para mirarlo.

—No quería despertarte —susurra levantándose de la cama.

—¿Dónde vas? —pregunto con confusión.

—Quería ir a por algo de desayunar, me estoy muriendo de hambre.

Asiento en respuesta mientras suelto un bostezo.

—Adiós —veo como sonríe un poco y da media vuelta para irse.

Nada más quedarme sola en la habitación suelto un suspiro. Hoy sí que sí, tengo que hacerlo. Cuando vuelva se lo voy a decir.

Me incorporo un poco hasta quedar sentada y abro el móvil para ver la hora, que marca las nueve de la mañana. Por dios, ¿que hago despierta a las nueve de la mañana si no tengo que ir a trabajar?

Automáticamente mi cuerpo vuelve a tumbarse en la cama y cierro los ojos. Dormiré un poco más hasta que Declan vuelva.

El sonido de la puerta cerrándose hace que me despierte. Me quedo unos segundos en la cama, pensando en nada con la mirada fija en el techo hasta que me obligo a mí misma a levantarme. Cojo la sudadera que llevaba ayer al notar el frío que hace y salgo de la habitación.

Me encuentro a Declan abriendo unas bolsas y sacando comida de allí. Ha comprado bastantes croissants pequeños y un par de donuts. Sonrío inconscientemente.

Sin decir nada, me siento en la mesa mientras cojo uno de los donuts y me lo llevo directo a la boca.

Que bueno está.

Declan sonríe ante el ruido que hago y entonces me mira.

—¿Quieres algo de beber? —pregunta.

—¿Tienes café?

—Tengo lo que me pidas.

—Pues un café.

—Marchando un café.

No puedo evitar que una sonrisa aparezca en mi rostro. Mi mirada sigue todos sus movimientos, ahora está de espaldas a mí. Coge una taza y un par de segundos después escucho la cafetera.

—¿Cómo te gusta? —pregunta sin mirarme.

—Mucha leche y poco café.

—¿Eres de esas personas? —murmura divertido.

—¿Perdón? —me cruzo de brazos indignada.

—De las que beben leche con café en vez de café con leche.

Me encojo de hombros. Sí, soy de esas personas, ¿y qué? El café solo o con poca leche sabe mal.

—Y también con mucho azúcar —añado, ante lo que Declan suelta una carcajada.

Abre uno de los armarios y deja el azúcar en la mesa, a mi lado. Poco después me da la taza con una cuchara y se sienta delante mío.

—Sírvete como te guste.

Sonrío satisfecha y le pongo más o menos cuatro cucharadas de azúcar. Declan me mira como si acabara de asesinar a alguien.

—El café solo es mejor —murmura llevándose un croissant a la boca.

—Está soso.

—Mentirosa.

—Es verdad.

—Lo que digas.

Solo tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora