Capitulo 5

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—¿Otra vez con esa cara? —comentó Lina, mirándome con desaprobación.

—No puedo hacer nada Lina. Ya les dije que si.

Había quedado con los amigos de Juliet en que iría con ellos a la fogata en la playa de esta noche que estaban organizando. No era un plan que me molestara, en realidad me apetecía mucho ir. La playa por la noche es aún más linda y relajante, solo esperaba que esto me ayudara a dejar de ser como soy, para así, ya no alejar a nadie más de mi lado por culpa de mi forma de ser...

—No —protestó Lina—. Si que puedes, diles como te sientes. Diles que no te gusta estar con ellos.

—Es que no lo hago por ellos.

—No lo haces por nadie, ese es el problema.

—¿De que hablas? —pregunté mientras me ponía una sudadera.

Lina suspiró.

—Que lo haces para demostrar algo que simplemente ya no eres.

—¿Y eso que importa? Déjame en paz...

—Solo quiero que estes bien...

—Y lo estaré —le dije—, te veo luego.

No me resulto difícil tomar nuevamente mi carro, de hecho, ya me estaba empezando a acostumbrar un poco. Fui a casa de Juliet porque habíamos quedado en llegar juntos a la playa, y aún que no me molestara llegar con ella, no me gustaba la idea de que los demás pensaran que éramos algo más que simplemente amigos.

No estaba lista cuando estacione mi auto afuera de su casa, así que salió por la ventana y me grito que entrara a su casa. Le dije que no, yo podía esperar tranquilamente dentro de mi coche. No había necesidad de subir hasta su habitación...

—¡Anda, necesito tu ayuda! —gritó, aún más fuerte.

—Puedo ayudarte desde aquí... —grite también.

—No.

Pensé en qué tal vez me tenía aún más confianza de la que me gustaría que me tuviese. ¿Como puede alguien tomarte tanta confianza en un par de semanas? Es algo que yo no puedo hacer del todo bien. Me cuesta confiar en alguien, me cuesta mas de lo que me gustaría admitir. Entre a su casa y ella iba bajando las escaleras en bata de baño. Desvíe la mirada para que no se sintiera incómoda y me aclare la garganta, nervioso.

—Me alegra que hayas entrado... ven —me guío hasta el segundo piso donde era al parecer su habitación.

—Juliet se nos hace tarde —excuse.

—No les importará que lleguemos tarde...

—Bueno, pero a mi no me gusta llegar tarde —mentí. Siempre llegaba tarde a cualquier lugar, pero tenía que safarme de esta ocasión.

—Oh, vamos... —Juliet tiro del nudo de la bata de baño que llevaba en el cuerpo y esta inmediatamente cayó a sus pies. Se quedó completamente desnuda frente a mi. Cerré los ojos rápidamente y me di la vuelta.

—¿Seguro que no quieres llegar tarde?

Si, seguro.

—Juliet, tápate...

—¿Por que? ¿No te gusta lo que ves? —me pregunto, mientras oía como se acercaba más a mi.

—No, Juliet, no es eso.

—¿Entonces?

—No quiero perderme la fogata...

—No lo haremos —me dijo—. Llegaremos a tiempo.

Después del atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora