Capitulo 4

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Salir de casa me costo casi una hora, porque me sentía demasiado mal. No pude dejar de pensar en las cosas que había visto la noche anterior y supongo que esa era una de las razones por las cuales me sentía del asco.

Esto ya no se traba solamente de mi. Por accidente añadi otra preocupación a la lista de preocupaciones a mi cabeza sin quererlo.

Pensaba en las consecuencias que habrían de yo contar lo que vi, y sinceramente, me asustaban. No tengo ánimos de salir esta noche con nadie, ni de socializar con absolutamente nadie de ese grupo, pero he quedado en recoger a Juliet y no me gustaría quedarle mal, aún que tampoco tenga muchas ganas de verla.

Sentía que me iba a estallar la cabeza.

Me tome un tiempo para respirar mejor, recordando los consejos que Lina me había dado cuando estuviera en una situación de estrés. Después de un rato logré calmarme y baje al estacionamiento para encender mi coche.

No iba tarde por Juliet, de hecho, a pesar de haber tardado tanto tiempo en salir, iba justo a tiempo, e incluso llegaría más temprano de lo que debía. Creo que a veces me cierro tanto a la idea de tener que socializar que mi cabeza empieza a hacerse ideas negativas sobre lo que pasará. Al final nada termina saliendo mal y yo simplemente me desgasté sobre pensando en las cosas. Eso era algo que no me gustaba de mi. Si tan solo pudiese cambiarlo, lo haría, porque no es nada bonito vivir de esa manera.

Me estacioné afuera de la casa de Juliet y ella salió de su puerta unos minutos después. Abrió la puerta del copiloto y me miró con una sonrisa grande. Parecía feliz de verme.

—¿Estas seguro de querer ir al boliche...?

—Estoy seguro —le dije.

—No te veo muy entusiasmado.

Encendí el coche y no le respondí nada más. Tenía razón, no estaba entusiasmado, mucho menos tenía ganas de ir, pero me costaba mucho decir que no cuando veía a alguien tan feliz. Ya tengo suficiente con haber acabado con mi propia felicidad como para acabar con la de alguien más.

Trate de parecer normal durante el trayecto al boliche, y creo que me salió bastante bien. Debería sentirme bien porque no estoy haciendo nada malo, estoy saliendo de casa y con una chica en mi auto, pero no me sentía bien aún así. Me seguía sintiendo vacío, y me aterraba la idea de sentirme así.

Cuando llegamos, bajamos del coche, ella bajo primero, yo tarde unos minutos en hacerlo. Me miro dudosa al ver que no bajaba, pero supongo que no le tomo mucha importancia. Entramos juntos al boliche, y ya estaban todos en una mesa, incluso Cameron, que estaba sentando con Carolina. Me saludaron con un asentimiento de cabeza y una sonrisa que no me moleste en devolver. Me senté en un asiento libre que quedaba, y Juliet trato de sentarse lo más cerca posible.

—¿Vinieron juntos? —preguntó la chica de pelo verde.

—¿No sabías? —preguntó Cameron—. Daniel es el chofer privado de Juliet.

—Cameron, basta —lo mire con el ceño fruncido. No me parecía para nada graciosa la actitud que estaba teniendo.

—Estos dos se gustan —hablo Max.

—No nos gustamos, solo somos amigos —respondo, cansado de la situación.

De reojo pude ver que la sonrisa de Juliet se borraba de la nada. No entendí que había dicho mal, pero sin duda no dije alguna mentira. Mantuve la mirada en mis manos para tener algo en que concentrarme que no sea la conversación que estaban teniendo en la mesa. Ahora me doy cuenta de que si fue mala idea haber venido hasta acá.

—No te hagas el difícil Daniel, nosotros lo sabemos todo...

—Si en realidad lo supieran, no pensarían que somos novios —respondí.

Después del atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora